¿Por qué necesito confesar mis pecados a un sacerdote?

Bueno, puedes confesar tus pecados a Dios. Pero si quieres que tus pecados sean perdonados, las Escrituras dicen que debes hacerlo a través de un sacerdote. Te lo explico.

“¿Por qué necesito confesar mis pecados a un sacerdote?”

Bueno, puedes confesar tus pecados a Dios.

Pero si quieres que tus pecados sean perdonados,

las Escrituras dicen que debes hacerlo a través de un sacerdote.

Consideren Juan 20:22-23.

Después de la Resurrección, Jesús sopla sobre los apóstoles y dice:

“Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos”.

En Marcos 2, cuando Jesús sana al paralítico, primero dice: «Tus pecados te son perdonados».

Los fariseos protestan: solo Dios puede hacer eso.

Jesús demuestra que tiene esa autoridad.

Y luego la transmite a sus apóstoles.

A muchos protestantes (imitando a los fariseos) les gusta decir que «solo Dios puede perdonar pecados».

Pero en Juan 20, Jesús da a los hombres el poder de perdonar pecados en su nombre.

Si estaba estableciendo un sistema donde un cristiano puede confesarse directamente a Dios… ¿por qué lo hizo?

Algunos dicen que el perdón de pecados por parte de los apóstoles fue algo puntual.

Pero la Biblia muestra lo contrario.

Pablo perdonó pecados en 2 Corintios 2:10. Dios les dio a los apóstoles el ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5:18).

Santiago ordenó la confesión verbal en Santiago 5:16.

El pecado daña nuestra relación con Dios y con el cuerpo de Cristo, la iglesia.

Por eso, Jesús quiso darnos una manera de reconciliarnos con ambos simultáneamente.

El sacerdote actúa como representante de la iglesia y de Cristo (2 Corintios 2:10).

Pero Dios podría perdonarme directamente.

Absolutamente.

Pero eligió hacerlo mediante un sacramento.

Rechazar el método que Él nos dio por nuestro propio método… es desobediencia.

A menudo se acusa a los católicos de confesarse para recibir perdón «a petición».

Pero si solo te confiesas «directamente con Dios», eres culpable de buscar el perdón a petición.

Tú decides cuándo pedir perdón (y decides que Dios debe haberte perdonado).

Mientras que un sacerdote puede darse cuenta (en casos extremos) de que no estás realmente arrepentido y negarte la absolución.

Jesús le dio a la Iglesia la autoridad para atar y desatar,

no a los cristianos individuales.

Cuando rechazas la Confesión, intentas apropiarte de esa autoridad,

y no puedes.

Patrick Neve

Pido que acepten Mi don de absolución, para beneficio de aquellos que no pueden recibir el Sacramento de la Confesión o por aquellos que no son miembros de la Iglesia Católica Romana

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

29 de febrero de 2012

Mi amadísima hija, la elección del momento oportuno de la voluntad de Mi Padre no es para tu conocimiento.

Mis seguidores deben ser pacientes mientras que todo en el mundo evoluciona como fue profetizado en el Libro de Mi Padre.

Todo esto estará de acuerdo al tiempo que Mi Padre designe y al efecto que sus oraciones tendrán, ayudando a evitar las guerras mundiales.

No pasará mucho tiempo para que todas Mis promesas sean cumplidas.

Ustedes, Mis seguidores, deben confiar en Mí, su amado Jesús.

Recen por las almas y dejen todo en Mis manos.

Nunca se olviden de pedir a Mi Padre, lo más a menudo que puedan, por el Sello del Dios Vivo, con el fin de proteger a sus familias y a ustedes.

Cruzada de Oración (33) para pedir el Sello del Dios Vivo y aceptarlo con amor, alegría y gratitud.

“Oh Dios Mío, mi Padre amoroso, yo acepto con amor y gratitud Tu Sello Divino de Protección.

Tu Divinidad abarca mi cuerpo y alma por la eternidad.

Me inclino en humilde acción de gracias y te ofrezco mi profundo amor y lealtad a Ti, mi amado Padre.

Te suplico que me protejas a mí y a mis seres queridos con este Sello especial y comprometo mi vida a Tu servicio por los siglos de los siglos.

Te amo querido Padre.

Te consuelo en estos momentos, querido Padre.

Te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma, y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo en expiación por los pecados del mundo y por la salvación de todos Tus hijos. Amén”

Asegúrense también de alentar a otros a rezar siete días consecutivos la Cruzada de Oración (24) para pedir redención por sus pecados:

“Oh Jesús mío, Tú eres la Luz de la Tierra.

Eres la Llama que toca todas las almas.

Tu Misericordia y Amor no conocen límites.

No somos dignos del Sacrificio que hiciste con Tu muerte en la Cruz, sin embargo sabemos que Tu Amor por nosotros es mayor que el amor que tenemos por Ti.

Concédenos, Oh Señor, el don de la humildad, para que así seamos merecedores de Tu Nuevo Reino.

Llénanos con el Espíritu Santo, para que así podamos marchar hacia adelante y guiar a Tu ejército para proclamar la Verdad de Tu Santa Palabra y preparar a nuestros hermanos y hermanas para la Gloria de Tu Segunda Venida a la Tierra.

Te honramos.

Te alabamos.

Nos ofrecemos nosotros mismos, nuestras penas, nuestros sufrimientos, como una ofrenda a Ti para la salvación de las almas.

Te amamos Jesús.

Ten Misericordia de todos Tus hijos donde sea que estén.  Amén.”

Para aquellos que desafían este don especial de oración, en el que Yo ofrezco la absolución total, deben saber esto:

Soy Jesucristo, el Hijo del Hombre y me ha sido dada la autoridad para perdonar todos los pecados.

A Mis sagrados sacerdotes, se les ha dado también el poder de perdonar el pecado, a través del Santo Sacramento de la Confesión.

Pido que acepten Mi don de absolución, para beneficio de aquellos que no pueden recibir el Sacramento de la Confesión o por aquellos que no son miembros de la Iglesia Católica Romana.

¿Negarían ustedes a estas preciosas almas el derecho a Mi don?

¿Por qué  tratarían ustedes de desalentar a aquellas almas que aceptan Mi Divina Palabra, de recibir la absolución? ¿Preferirían que ellos no se redimieran ante Mis ojos?

Deben mostrar amor a sus hermanos y hermanas y estar contentos de que a ellos se les esté dando este don especial por Mí, su amado Jesús.

Incluso si ellos nunca leen Mis mensajes dados a ti, hija Mía, todo pecador tiene el derecho de pedirme que le perdone, una vez que hayan mostrado verdadero remordimiento en sus almas.

Abran sus corazones y recen por el don de la humildad.

¿Saben que el Espíritu Santo no puede entrar y no entrará en las almas de aquellos con el corazón endurecido?

Vuestro Divino Salvador,

Jesucristo

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