San José, El Gran Monarca y su Cetro Florido

Importantes profecías, expuestas en este vídeo, anuncian que del Cetro Real del Corazón Purísimo de San José, el Gran Monarca, brotarán tres bellos lirios; un gran Pontífice, un gran Rey y una pequeña azucena, la nueva Juana de Arco.

Profecías de Esperanza para los Últimos Tiempos

El 8 de diciembre de 1870, hace 150 años, el Papa Pío IX publicó el decreto Quemadmodum Deus, estableciendo a San José como “Patrono de la Iglesia Católica”.

Al nombrar la Sagrada Escritura a San José como hijo de David, nos presenta al Gran Monarca en una relación de mística semejanza y ejemplaridad al Rey de los judíos, Dios verdadero de Dios verdadero. Semejanza de San José a Jesucristo, hijo de David, que puede expresarse llamando al Esposo de María, Hijo de tu Hijo, y, por ende, Gran Monarca del Único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores.

Supuesta esa relación regia de San José al Rey y Señor de todo el universo, y en analogía con la realeza de María sobre la Iglesia fundada en la Roca de Pedro, ha de contemplarse su majestad y su eminencia en la Iglesia.


Importantes profecías, expuestas en este vídeo, anuncian que del Cetro Real del Corazón Purísimo de San José, el Gran Monarca, brotarán tres bellos lirios; un gran Pontífice, un gran Rey y una pequeña azucena, la nueva Juana de Arco. Tres personajes claves que ayudarán de forma inimaginable al Triunfo de los Sacratísimos Corazones de Jesús, María y José.

El Reino de la Divina Voluntad

2 Crónicas

7 Aquella misma noche, Dios se apareció a Salomón y le dijo: «Pídeme lo que quieras».

8 Salomón respondió a Dios: «Tú has tratado a mi padre David con gran fidelidad y me has hecho reinar en lugar de él.

9 Ahora, Señor Dios, que se cumpla la promesa que le hiciste a mi padre David, ya que tú me has constituido rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra.

10 Por eso, dame sabiduría e inteligencia, para que yo pueda guiar a este pueblo, porque ¿quién podría juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?».

11 Dios respondió a Salomón: «Ya que me haces esta petición y no reclamas riquezas, ni posesiones, ni gloria, ni la muerte de tus enemigos, ni tampoco una larga vida, sino que pides sabiduría e inteligencia para juzgar a mi pueblo, del cual te he constituido rey,

12, por eso te son concedidas la sabiduría y el entendimiento, y además te daré riquezas, posesiones y gloria, como no las tuvo ninguno de los reyes antes de ti, ni las tendrá ninguno después de ti».

13 Salomón regresó a Jerusalén desde el lugar alto de Gabaón, donde estaba la Carpa del Encuentro, y reinó sobre Israel.

14 Salomón reunió carros de guerra y caballería: llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos, y los acantonó en las ciudades destinadas a las carros, y en Jerusalén, junto al rey.

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