Resistencia de los Apóstoles a obedecer mandatos injustos

¿No os habíamos mandado expresamente que no enseñaseis en ese nombre? Pero vosotros habéis llenado Jerusalén con vuestra doctrina… Pedro y los Apóstoles respondieron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Y siguieron anunciando la Buena Nueva.

A pesar de la severa prohibición del sumo sacerdote del Sanedrín de que no volvieran a predicar y a enseñar de ningún modo en el nombre de Jesús, los Apóstoles predicaban cada día con más libertad y entereza la doctrina de la fe. Y eran muchos los que se convertían y bautizaban. Entonces –nos lo narra la Primera lectura de la Misa–, fueron llevados de nuevo al Sanedrín. El Sumo Sacerdote les interrogó: ¿No os habíamos mandado expresamente que no enseñaseis en ese nombre? Pero vosotros habéis llenado Jerusalén con vuestra doctrina… Pedro y los Apóstoles respondieron: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Y siguieron anunciando la Buena Nueva.

La resistencia de los Apóstoles a obedecer los mandatos del Sanedrín no era orgullo ni desconocimiento de sus deberes sociales con la autoridad legítima. Se oponen porque se les quiere imponer un mandato injusto, que atenta a la ley de Dios. Recuerdan a sus jueces, con valentía y sencillez, que la obediencia a Dios es lo primero. Están convencidos de que «no hay peligro para quienes temen a Dios sino para quienes no lo temen», y de que es peor cometer injusticia que padecerla.

Los Apóstoles demuestran con su conducta la firmeza en la fe, lo hondo que han calado las enseñanzas del Señor después de haber recibido el Espíritu Santo, y también lo que pesa en sus vidas el honor de Dios.

Hoy también pide el Señor a los suyos la fortaleza y la convicción de aquellos primeros, cuando, en algunos ambientes, se respira un clima de indiferencia, o de ataque frontal, más o menos velado, a los verdaderos valores humanos y cristianos. La conciencia bien formada impulsará al cristiano a cumplir las leyes como el mejor de los ciudadanos, y le urgirá también a tomar posición respecto a las normas contrarias a la ley natural que pudieran alguna vez promulgarse. El Estado no es jurídicamente omnipotente; no es la fuente del bien y del mal.

«Es obligación de los católicos presentes en las instituciones políticas –enseñan los obispos españoles– ejercer una acción crítica dentro de sus propias instituciones para que sus programas y actuaciones respondan cada vez mejor a las aspiraciones y criterios de la moral cristiana. En algunos casos puede resultar incluso obligatoria la objeción de conciencia frente a actuaciones o decisiones que sean directamente contradictorias con algún precepto de la moral cristiana».

La protección efectiva de los bienes fundamentales de la persona, el derecho a la vida desde la misma concepción, la protección del matrimonio y de la familia, la igualdad de oportunidades en la educación y en el trabajo, la libertad de enseñanza y de expresión, la libertad religiosa, la seguridad ciudadana, la contribución a la paz internacional, etcétera, forman parte del bien común, por el que deben luchar los cristianos.

La pasividad ante asuntos tan importantes sería en realidad una lamentable claudicación y una omisión, en ocasiones grave, del deber de contribuir al bien común. Entrarían dentro de esos pecados de omisión de los que –además de los de pensamiento, palabra y obra– pedimos perdón cada día al Señor al comienzo de la Santa Misa. «Muchas realidades materiales, técnicas, económicas, sociales, políticas, culturales…, abandonadas a sí mismas, o en manos de quienes carecen de la luz de nuestra fe, se convierten en obstáculos formidables para la vida sobrenatural: forman como un coto cerrado y hostil a la Iglesia.

»Tú, por cristiano –investigador, literato, científico, político, trabajador…–, tienes el deber de santificar esas realidades. Recuerda que el universo entero –escribe el Apóstol– está gimiendo como en dolores de parto, esperando la liberación de los hijos de Dios».

Religión, La Voz Libre

No escuches. No respondas. En su lugar, simplemente proclama la Palabra de Dios.

31 de julio de 2012

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

Mi niña, la persecución que estás soportando es debido a la publicación del Libro de la Verdad. 

El maligno te está poniendo obstáculos a lo largo de tu sendero y no se detendrá ante nada para agotarte.

Es importante ignorar las constantes mentiras perversas con las cuales estás siendo presentada por aquellos que afirman ser conocedores de la Palabra de Dios. 

Su desacreditación de estos mensajes no es importante. Solo la Palabra de mi Hijo es a lo que debes responder y a nada más. 

Tú debes confiar en mi Hijo y permanecer en silencio cuando aquellos cegados por las mentiras traten de enfrentarse contigo para hacerte tropezar. No escuches. No respondas. En su lugar, simplemente proclama la Palabra de Dios. 

Hija mía, tantos seguidores de Cristo están sufriendo en este momento. Sus voces son solo susurros en un mundo que grita acerca de la gloria de las maravillas terrenales. 

La verdadera Palabra de Dios ya no es declarada abiertamente incluso por los siervos de Dios en la Iglesia. 

Avergonzados de ser vistos declarando abiertamente la Verdad, ellos vagan desesperadamente tratando de encontrar su camino entre la confusión causada por el secularismo. 

La ofensa que es causada cuando Dios o mi Hijo predilecto, Jesucristo, son mencionados, está muy generalizada. Muy pocas almas son lo suficientemente valientes para levantarse y declararse a sí mismos soldados de Cristo. 

Incluso las almas santas están asustadas de hacerlo por miedo de causar indignación entre los paganos. 

Fracasar en proclamar la Verdad de las Enseñanzas de mi Hijo significa que Dios está siendo olvidado.

Cómo lloro cuando veo a pobres niños pequeños que están siendo ignorados por sus guardianes, en el desarrollo de sus almas. 

Ellos carecen del alimento del Espíritu Santo porque no son enseñados en cómo profesar su amor por Dios. Muchos no creen en Dios Padre. Esto le entristece. 

A ti, hija mía, te ha sido dada una tarea difícil. Cuando declaras al mundo los contenidos de estos mensajes del Cielo, eres atacada desde tres orígenes. 

Aquellos que creen en Dios pero que rehúsan escuchar la Palabra de Dios como está siendo dada al mundo ahora. 

Aquellos que profesan ser líderes en la Iglesia de mi Hijo en la Tierra que rehúsan escuchar porque no aceptan la profecía.

Y aquellos que no creen en Dios para nada. 

Tu voz continuará cayendo en oídos sordos pero no debes dejar que esto te desanime. 

Todo lo que tienes que hacer es obedecer a mi Hijo en todas las cosas y dejar todo en Sus Santas Manos. 

Con el tiempo ellos escucharán. Cuando lo hagan, muchas almas se volverán a mi Hijo con amor y alegría en sus corazones. 

Nunca debes titubear o retrasarte en tu respuesta a la solicitud de mi Hijo, para asegurar que a todos en el mundo les sea dada la Palabra de Dios en este tiempo. 

Yo os pido a todos los hijos de Dios, que respondáis a mi llamado, para que rindáis fidelidad a la Santa Palabra de mi Hijo ahora. Él ama a todos los hijos de Dios y desea preparar a toda alma para Su tan esperada Segunda Venida. 

No le neguéis. Aceptad Su Mano de Misericordia antes de que sea demasiado tarde. 

Vuestra amorosa Madre

Reina de la Tierra

Madre de la Salvación

Leer más: http://m.elgranaviso-mensajes.com/news/a31-jul-2012-madre-de-la-salvacion-fracasar-en-proclamar-la-verdad-de-las-ensenanzas-de-mi-hijo-significa-que-dios-esta-siendo-olvidado/

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