No temamos la muerte del cuerpo, temamos la muerte del alma

Vivamos de tal manera que merezcamos, no una degradación o un final en la muerte, sino una promoción y un boleto a la fiesta y fiesta más grande de todo el universo: el Cielo Empíreo.

por el Hno. Alexis Bugnolo

Dios no nos ha creado para este mundo, pero ha querido que seamos capaces del mundo venidero. Él nos ha agraciado más allá de todas las gracias al elevarnos a la dignidad de Sus hijos adoptivos en el Bautismo y al salvarnos de la servidumbre de Satanás por el poder y la gracia merecidos por Su Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, sobre Su Cruz.

Por tanto, no temamos más la muerte del cuerpo que la muerte del alma.

El cuerpo nace una vez y morirá.

Pero el alma es creada por Dios y existirá para siempre.

Nuestra es la elección de tener un alma que estará eternamente muerta y condenada, ardiendo en el fuego del infierno con Satanás.

O tener un alma eternamente viva y bendecida, contemplando a Dios cara a cara en la bienaventuranza del cielo, con la alegre compañía de Jesús, María, José y todos los ángeles y santos.

Si nosotros, ante la contemplación o consideración de nuestra propia mortalidad, podemos naturalmente inclinarnos a la tristeza por lo único digno de ella en este mundo: perder la compañía de nuestros seres queridos en este mundo, deberíamos aplastar eso, con la consideración, que si morimos como amigos de Dios en el estado de gracia, seremos llevados a una comunión mucho más perfecta de los santos, quienes están más cerca de nuestros seres queridos de lo que jamás podríamos estar en este mundo.

Para los fieles católicos, la muerte física no es el fin, ni se presume la vida en el mundo por venir.

Debemos confesar todos nuestros pecados mortales y arrepentirnos de todos nuestros pecados. Debemos hacer penitencia y buenas obras y expiar nuestras malas acciones.

Pero nunca dejemos de esperar en el Dios que descendió del cielo y murió por nosotros y nos llamó al maravilloso Reino de Su Amor, sin el cual no hay salvación: cuyo Reino en este mundo es la Iglesia Católica.

Después de la muerte solo viene el juicio, en la vida todavía hay abundante misericordia.

Vivamos de tal manera que merezcamos, no una degradación o un final en la muerte, sino una promoción y un boleto a la fiesta y fiesta más grande de todo el universo: el Cielo Empíreo.

Les agradezco a todos por orar por mí, pero rezo más para que las gracias continúen o comiencen en una vida de esperanza. Si Dios está llamando a mi puerta, es un golpe que he estado esperando desde mi juventud y preparándome. Que Dios se apiade de mí y que mi Señora reciba mi sacrificio.

From Rome

Vuestra vida en la Tierra es una prueba de vuestro amor hacia Mí

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

12 de noviembre 2014

Es muy natural que la gente tema lo desconocido y es por eso que temen a la muerte. La muerte es una de las cosas más aterradoras en la mente del hombre porque muchos están ciegos a Mi Promesa de Vida Eterna. Si estuvieran para presenciar Mi Reino Glorioso entonces la muerte no tendría ningún poder sobre ellos.

Le doy la bienvenida a todas las almas dentro de Mi Reino. No reservo un lugar sólo para los santos y los elegidos, aunque hay un lugar especial en Mi Reino para ellos. Doy la bienvenida a todos los pecadores, incluidos aquellos que han cometido terribles pecados, porque Yo Soy  en primer lugar y por encima de todo un Dios de Gran Amor. Voy a darle la bienvenida a cualquiera que Me llame en reconciliación y remordimiento. Una vez que esto sucede, antes del momento de la muerte, cada alma será recibida por Mí y los abrazaré.

La única barrera entre el alma de un hombre y Mi Reino es el pecado del orgullo. El hombre orgulloso, aunque se avergüence de su pecado, siempre se esforzará para justificarlo de alguna manera. Lo digo ahora:  Dos errores no hacen bueno un acto malvado. El hombre orgulloso desperdiciará demasiado tiempo reflexionando sobre si él necesita o no ser redimido por Mí. Pero la muerte puede venir en sólo un instante y cuando menos se espera. El hombre que está libre de orgullo va a caer delante de Mí y me rogará que lo perdone y él será exaltado.

No temáis a la muerte, porque es una puerta que conduce a Mi Reino. Todo lo que pido es que os preparéis para ese día viviendo la vida como Yo os he enseñado. Yo no pido que dejéis toda responsabilidad diaria. Vosotros tenéis deber con los demás; nunca debéis sentir que tenéis que aislaros de vuestros seres queridos cuando Me sigáis. Deseo que améis a vuestras familias y a vuestros amigos y les déis el tiempo que ellos necesitan para asegurar que el amor se expresa abiertamente el uno al otro. Amad a todos como Yo os amo. Vosotros hacéis esto en la forma en que tratáis a las personas; en el tiempo que dedicáis viviendo en armonía con los demás; en lo que decís de ellos a los demás y cómo ayudáis a aquellos que no pueden ayudarse a sí mismos. Vuestra vida en la tierra es una prueba de vuestro amor hacia Mí. Vosotros mostráis vuestro amor a Mí por el amor que mostráis a los demás, incluyendo a los que os maldicen.

Es importante, siempre, hablar Conmigo todos los días, incluso si es sólo por unos minutos. Es durante este tiempo que Yo os Bendigo. Por favor, no permitáis jamás  que el miedo al nuevo mundo por venir os incite a abandonar a los que están cerca de vosotros. Debéis centraros en Mí, y cuando hagáis esto, encontraréis la paz. Luego, debéis llevar este Don de paz a vuestros seres queridos. Sabed, sin embargo, que vais a sufrir a causa de vuestro amor para Conmigo y experimentaréis el odio de los demás. Para superar este odio debéis responder sólo con amor. Siempre.

Os traigo la libertad de vuestras ataduras a la muerte y éstas no tendrán ningún poder sobre vosotros. Gracias a Mi Resurrección os volveréis íntegros  de nuevo, en perfecto cuerpo y alma, en Mi Nuevo Reino. ¿Qué hay que temer si Yo os traigo este Regalo de Vida Eterna?

Vuestro amado Jesús

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