Animo a los lectores a que dejen en los comentarios su experiencia de «cuándo se dieron cuenta». Muchas gracias. Unidos en la verdad y en la caridad, unidos en Cristo y en su Iglesia, unidos al vicario de Cristo, Benedicto XVI. La paz del Espíritu Santo, y mi bendición sacerdotal a todos +
P. Bonifacio

¿Cuándo te diste cuenta de que Bergoglio no era Papa?

Por Padre Bonifacio
Me gustaría que los lectores comentasen su experiencia. El Espíritu Santo no nos deja confundidos y a los humildes y sencillos les habla al corazón y confirma la verdad, llevándonos a la Verdad completa, además de que nos previene de los peligros y de los enemigos. Muchas veces, diferentes personas me han contado: «Para mí fue definitivo aquel momento… Yo lo vi claro cuando…». De muchas maneras el Señor ha puesto claramente en el corazón de sus fieles la comprensión de la verdad, de la que el Espíritu nos da testimonio. Y esto es muy edificante. Porque Dios está presente en su Iglesia, nos edificamos unos a otros compartiendo lo que Él nos da y lo que Él hace en nosotros: su Palabra y el testimonio.
Adelanto mi experiencia de «cuándo me di cuenta», para animar también a los lectores.
Estaba ya alerta yo por las profecías privadas, principalmente la de los últimos Papas de San Malaquías y por Garabandal, de que nos acercábamos a un momento especial, en que podría llegar un «mal Papa», el «pastor necio» de Zacarías 11, un usurpador que fuese el falso profeta del que nos habla el Nuevo Testamento. Consideraba que Benedicto XVI era el último Papa y el katejon que tendría que ser «removido», apartado de alguna manera, antes de morir, para que se desarrollase el misterio de iniquidad. Fui consciente de esto progresivamente, sobre todo a partir de 2010. Pero todo quedaba todavía como una hipótesis que debía ser comprobada por los hechos, pues la interpretación de las profecías podía ser otra. Al enterarme de la renuncia, quedé en shock: En ese momento no recordaba aquellos argumentos, me olvidé de todo ello, era simplemente un sentimiento de orfandad, una sensación de desprotección, un dolor enorme, y se abrió una grandísima incertidumbre sobre lo que vendría a continuación.
Llegó el cónclave y llegó Bergoglio. Para mi madre, la señal definitiva cuando se dio cuenta de que no era Papa fue que renunció a los zapatos rojos: ahí ella entendió claramente por gracia que ese hombre no aceptaba ponerse al servicio del Señor hasta dar su vida sino que era enemigo de Cristo.
Las primeras informaciones, refiriendo sus antecedentes en Buenos Aires, eran para temer. Además, pronto llegaron argumentos cuestionando la validez de la renuncia, como aquellos que hacían notar los errores gruesos en la redacción del texto latino. Las evidencias iban en esa dirección. Pero había que esperar acontecimientos que lo confirmasen todo (o no). Y para mí el momento en que dije «ya está, no espero por más, se acabó, no es Papa y además es enemigo de Cristo», fue dos meses después, cuando dio un discurso a representantes de Caritas el 16 de mayo de 2013 al recibir al Comité Ejecutivo de Caritas Internationalis con su presidente, el Cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga.
Fue la primera vez que negó la multiplicación de los panes. Pero no sólo fue eso, hice un prolijo estudio de aquel discurso y era todo tan enrevesado, su pensamiento tan retorcido, tan oscuro, que sólo podía provenir de una mente entenebrecida preternaturalmente, enemiga no sólo de Cristo, sino de toda verdad e incluso de la lógica.
Encontré en ese discurso cosas muy fuertes:
- Seis veces negaba explícitamente la palabra de Dios (dos veces diciendo «no, no, no»).
- Reducía lo trascendente y el poder de Dios a la magia, como los que no creían en Cristo en su tiempo, que lo acusaban de expulsar demonios por el poder de Belcebú.
- Atacaba a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, igualándola con el cuerpo social de los entramados financieros causantes de las crisis económicas.
- Defendía un inmanentismo radical, tratando como únicos problemas los humanos, desapareciendo los problemas espirituales, causa profunda y real de los anteriores.
- Al negar la causa, también negaba el remedio adecuado: la solución que se necesitaba según él para resolver los problemas era «nuestra voluntad y nuestra caricia» (pelagianismo y emotivismo sensiblero).
- Negaba la Providencia de Dios, y llevaba a confiar sólo en el apoyo humano (haciéndose merecedor y distribuidor de la maldición de Jeremías 17,5).
- Negaba la realidad, y afirmaba el mito (en buena lógica idealista): negaba el milagro hecho por Cristo en la multiplicación, pero daba una explicación mítica: simplemente «no se acaba» el pan cuando «queremos». Sacando las consecuencias, según la intención de Cristo en ese milagro, Bergoglio induce a negar la realidad del milagro de la transubstanciación, para afirmar un mito: Cristo no estaría real y sustancialmente presente en la Eucaristía, sino difusamente o simbólicamente presente «si queremos».
- No sólo niega la intervención de Dios, sino que no hay referencia alguna a Jesucristo y a la salvación. Demuestra que no le mueve el Espíritu Santo que lleva a confesar a Jesucristo como Señor (cf. 1 Co 12,3), sino que es un anticristo, que niega a Jesucristo (cf. 1 Jn 4,3; 2,22). ¿Cómo se puede explicar el pasaje de la multiplicación de los panes y los peces, sin referirse a Cristo y a su misión redentora?
- El objetivo llano que delinea es la promoción humana, sin referencia alguna a la necesidad de la conversión en los hombres para su verdadera «promoción».
- Crea una «espiritualidad» horizontal de darse cada uno al prójimo, sin referencia a Cristo.
- Encuentra la fuerza en el hombre, en el «sentimiento de caricia», no en el Espíritu Santo, contradiciendo a la Escritura (cf. Za 4,6; Sal 20,7).
- Anula el evangelio, reduciéndolo a dos pasajes que tergiversa en una interpretación humanista progre-modernista: la parábola del buen samaritano de Lc 10 y el juicio escatológico de Mt 25. Esto hacían los progres de los años 70 y 80 en su caos mental y eclesial, cuando en muchos lugares cambiaban las lecturas de la Misa, anulando el Antiguo Testamento y sustituyéndolo por cuentos indios o chinos o fábulas de cualquier clase, y sustituyendo el evangelio del día por uno de estos dos textos.
- Para él, la imagen de Dios en el hombre tiene que crecer mediante el desarrollo humano y social. No hay más. Es decir: se carga la trascendencia, tanto en el origen como en la meta. Aquí y ahora, y al modo humano.
- Por supuesto, en esta línea no choca que diga que «ojalá tengamos que rematar [desmontar, vender, desacralizar, abandonar] las iglesias para dar de comer a los pobres». Claro, ¿para qué sirven las iglesias?
- Para él, la verdad es aquello de lo que se ocupan los teólogos (¡no el Magisterio!, y ojo, nos queda lejos a los que no somos teólogos). Mientras el amor es de lo que se ocupa Caritas (ojo, no la Iglesia). Y la Iglesia ha caído en herejías (ojo, la Iglesia santa, la Iglesia que tiene la asistencia del Espíritu) cada vez que ha dejado el «sentimiento de caricia» o «de ternura» y se «puso demasiado seria» (sic). ¿Cómo se puso demasiado seria?, ¿defendiendo la verdad? ¿La verdad es enemiga de la caridad y la herejía no está en la doctrina sino en la falta de ternura o caricia?
- Como «la carne de Cristo» es según él el marginado, el enfermo, el inmigrante en patera, etc., se entiende lo que había hecho poco antes en Lampedusa: celebrar Misa con un cáliz hecho de madera de patera.
- No hablaba de sí mismo nunca como Papa, sino como obispo de Roma. Y no se siente Papa, ni habla como tal, porque dice: «nosotros, en Buenos Aires, tenemos…». Nunca Benedicto XVI habrá dicho: nosotros en Alemania, o Juan Pablo II: nosotros en Polonia… El Papa es universal y se identifica con todos.
Era un discurso oral, no leído, y por tanto más personal, no redactado por terceros. Fue su primer discurso que analicé en cierta profundad, y el último. Ni siquiera pude terminar el análisis, no llegué hasta el final, porque me «dolían demasiado las neuronas» de enfrentarme a una «forma mentis» tan siniestra y opuesta a la mente de Cristo. Supuso una tortura para mí. Pero la conclusión que saqué fue diáfana.
Animo a los lectores a que dejen en los comentarios su experiencia de «cuándo se dieron cuenta». Muchas gracias. Unidos en la verdad y en la caridad, unidos en Cristo y en su Iglesia, unidos al vicario de Cristo, Benedicto XVI. La paz del Espíritu Santo, y mi bendición sacerdotal a todos +
P. Bonifacio
Él ha sido enviado a desmantelar Mi Iglesia y romperla mil pedazos

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹
08 de marzo del 2013
Satanás está furioso contra Mi Iglesia en la tierra y su infestación continúa propagándose dentro de sus muros.
El astuto impostor, que ha permanecido a la espera entre los bastidores, pacientemente, pronto declarará su reinado sobre Mis pobres incautos siervos sagrados. El dolor que infligirá es demasiado duro de soportar para Mí, y aún así, su reinado culminará en la depuración final del mal desde dentro del núcleo de Mi Iglesia.
Él Ha manipulado cuidadosamente su posición y pronto su actitud pomposa se verá rodeada por su espléndida corte. Su orgullo, arrogancia y la auto-obsesión serán al principio cuidadosamente ocultados al mundo. Para el mundo exterior, un suspiro de alivio se escuchará cuando las trompetas repiquen para anunciar su mandato como jefe de Mi Iglesia.
Mi Cuerpo es Mi Iglesia, pero no va a ser para Mí, Jesucristo, él prometerá su fidelidad, porque no posee ningún amor por Mí. Su fidelidad es a la bestia y cómo va a reír y a burlarse de Mis siervos sagrados que le apoyan.
Él que se atreve a sentarse en Mi Templo, y que ha sido enviado por el maligno, no puede decir la verdad, porque no proviene de Mí. El ha sido enviado para desmantelar Mi Iglesia y romperla en mil pedazos antes de que la escupa por su vil boca.
Mi Cuerpo es Mi Iglesia. Mi Iglesia está todavía viva, pero sólo aquellos que dicen la Verdad y se adhieren a la Santa Palabra de Dios pueden ser parte de Mi Iglesia en la tierra. Ahora que el insulto final sea manifestado en Mi contra, Jesucristo, por la Sede de Pedro, comprenderéis finalmente la Verdad.
El Libro de la Verdad, predicho a Daniel, para el tiempo del fin, no será tomado a la ligera por los integrantes de Mi Iglesia, porque su contenido enfermará a Mis amados siervos sagrados cuando se den cuenta de que digo la verdad.
El falso profeta –el que se hace pasar como el líder de Mi Iglesia– está preparado para colocarse las túnicas, que no fueron hechas para él.
Él profanará Mi Sagrada Eucaristía y dividirá Mi Iglesia por la mitad y luego a la mitad otra vez.
Él hará esfuerzos para despedir a los fieles seguidores de Mi amado Santo Vicario el Papa Benedicto XVI, designado por Mí.
Él erradicará a todos los que son fieles a Mis Enseñanzas, y los echará a los lobos.
Sus acciones no serán visibles inmediatamente, pero pronto las señales serán vistas mientras se dispone a buscar el apoyo de los influyentes líderes mundiales y de aquellos en puestos altos.
Cuando la abominación eche raíces, los cambios serán repentinos. Los anuncios por parte de él para crear una Iglesia Católica unificada al enlazarse con todos los credos y otras religiones, vendrán poco después.
Él dirigirá la nueva única-religión mundial, y reinará sobre las religiones paganas. Él abrazará el ateísmo al hacer más débil el estigma que él dirá está asociado con la búsqueda de los así llamados “derechos humanos”. Todos los pecados, a los Ojos de Dios, serán considerados aceptables por esta nueva Iglesia que todo lo incluye.
Cualquiera que se atreva a desafiarlo será buscado y castigado. Aquellos sacerdotes, obispos y cardenales que se opongan a él serán excomulgados y despojados de sus títulos. Otros serán intimidados y perseguidos junto con muchos sacerdotes que tendrán que pasar a la clandestinidad.
A aquellos Mis pobres siervos sagrados que reconocéis Mi Voz ahora, por favor escuchadme mientras me acerco a vosotros para llevaros consuelo. Yo nunca os pediría que rechacéis Mi Iglesia en la tierra porque fuí Yo, vuestro amado Salvador, quien la creó. Ofrecí Mi Cuerpo como el Sacrificio Vivo para salvaros. Se os ha dado la responsabilidad de testificar en Mi nombre, para salvar las almas de aquellos a los que instruís y guiáis.
Todo lo que podéis hacer es confiar en Mí y continuar sirviéndome. Lo que no debéis hacer es aceptar cualquier doctrina presentada a vosotros y la cual sabréis, inmediatamente, que no está de acuerdo con Mis Enseñanzas. Debéis hacer lo que os dice vuestro corazón, pero sabed esto:
Este período va a causar un profundo dolor y la cruda aflicción que experimentaréis cuando veáis cómo Mi Iglesia será profanada os dejará llorando. Pero debéis reconocer las mentiras que os han de ser presentadas como lo que son –un insulto a Mi muerte en la Cruz.
Esta destrucción puede resultar en el colapso de la estructura de Mi Iglesia. Los cambios y adaptaciones de los edificios, junto con el nuevo templo creado para la única iglesia mundial serán manufacturados y colocados en Roma.
Tened la seguridad de que, al igual que Mi Templo es profanado, Yo, Jesucristo, el Salvador de toda la humanidad, seré descartado y arrojado a la cuneta.
Vuestro Jesús