Valiente sacerdote denuncia las vacunas hechas de bebés abortados en contraposición al Vaticano de Francisco

Valiente homilía de un buen pastor. Nuestra sociedad ha creado una religión sustituta: la salud se ha convertido en el bien supremo, en un dios sustituto al que hay que ofrecer sacrificios; en este caso, mediante una vacuna basada en la muerte de otra vida humana.

RECORDANDO ESTA HOMILÍA DEL PADRE SPHAHN SACERDOTE EXORCISTA

El Vaticano calificó el 21 de diciembre del 2020 como «moralmente aceptables» las vacunas contra el coronavirus aunque para ellas se hayan «utilizado líneas celulares de fetos abortados«.

«La Congregación para la Doctrina de la Fe emitió una nota, aprobada por el ‘papa Francisco‘ , en la que toma posición acerca del debate sobre si las distintas vacunas contra el virus SARS-CoV-2 han sido desarrolladas recurriendo a líneas celulares de abortos.

En este sentido señala que cuando no se disponga de vacunas  «éticamente irreprochable» es «moralmente aceptable utilizar las vacunas contra la covid-19  que han utilizado líneas celulares de fetos abortados en su proceso de investigación y producción».

La razón de esta postura de la Congregación, es que es «remota» la cooperación entre quienes utilizan las vacunas y «el mal» del aborto del que proceden esas células.

Además el deber moral de evitar esa cooperación pasiva «no es vinculante» si existe un peligro grave «como la propagación, por lo demás incontenible, de un agente patógeno grave, en este caso la propagación pandémica» del coronavirus que crea la covid-19.«

Hasta aquí lo que dice el Vaticano de Francisco con respecto a las vacunas Covid y el aborto, de las que por otra parte ha declarado que «vacunarse es un acto de amor»

Como se explica en este artículo, los órganos de los bebés utilizados para la investigación médica a veces se extraen cuando sus corazones están latiendo aún. De hecho, el aborto por inducción del parto, en el que el bebé nace completo, se utiliza para obtener los “tejidos” necesarios.

En el caso de las vacunas fabricadas a partir de líneas celulares de fetos humanos abortados, vemos una clara contradicción entre la doctrina católica de rechazar categóricamente, y más allá de toda sombra de duda, el aborto en todos los casos como un grave mal moral que clama al cielo por venganza (véase el Catecismo de la Iglesia Católica n. 2268, n. 2270), y la práctica de considerar las vacunas derivadas de líneas celulares de fetos abortados como moralmente aceptables en casos excepcionales de “necesidad urgente”, sobre la base de una cooperación remota, pasiva y material. Sostener que tales vacunas pueden ser moralmente lícitas si no hay alternativa es en sí mismo contradictorio y no puede ser aceptable para los Católicos. 

Hay que recordar las siguientes palabras del Papa Juan Pablo II sobre la dignidad de la vida humana por nacer: “La inviolabilidad de la persona, que es un reflejo de la inviolabilidad absoluta de Dios, encuentra su expresión primaria y fundamental en la inviolabilidad de la vida humana”. Sobre todo, el clamor común, que se hace justamente en favor de los derechos humanos — por ejemplo, el derecho a la salud, a la casa, al trabajo, a la familia, a la cultura — es falso e ilusorio si no se defiende con la máxima determinación el derecho a la vida, el más básico y fundamental y la condición de todos los demás derechos personales”. (Christifideles Laici, 38). El uso de vacunas fabricadas con células de niños no nacidos asesinados contradice la “máxima determinación” de defender la vida de los no nacidos. 

Cualquier vínculo con el proceso del aborto, incluso el más remoto e implícito, arrojará una sombra sobre el deber de la Iglesia de dar un testimonio inquebrantable de la verdad de que el aborto debe ser rechazado por completo. El fin no puede justificar los medios. Estamos viviendo uno de los peores genocidios conocidos por el hombre. Millones y millones de bebés en todo el mundo han sido asesinados en el vientre de su madre, y día tras día este genocidio oculto continúa a través de la industria del aborto, de la investigación biomédica y la tecnología fetal, y del impulso de los gobiernos y organismos internacionales para promover esas vacunas como uno de sus objetivos. Ahora no es el momento de que los católicos cedan; hacerlo sería una grave irresponsabilidad. La aceptación de estas vacunas por parte de los católicos, con el argumento de que sólo implican una “cooperación remota, pasiva y material” con el mal, haría el juego a los enemigos de la Iglesia y la debilitaría como último baluarte contra el mal del aborto.

¿Qué otra cosa puede ser una vacuna derivada de líneas celulares fetales sino una violación del Orden de la Creación dado por Dios? Porque se basa en una grave violación de este Orden, mediante el asesinato de un niño no nacido. Si a este niño no se le hubiera negado el derecho a la vida, si sus células (que han sido cultivadas varias veces en el laboratorio) no hubieran estado disponibles para la producción de una vacuna, no podrían ser comercializadas. Por lo tanto, nos encontramos ante una doble violación del orden sagrado de Dios: por un lado, a través del propio aborto, y por otro, a través del atroz negocio del tráfico y comercialización de los restos de los niños abortados. Sin embargo, este doble desprecio por el orden divino de la Creación no puede justificarse nunca, ni siquiera con el argumento de preservar la salud de una persona o de la sociedad mediante esas vacunas. Nuestra sociedad ha creado una religión sustituta: la salud se ha convertido en el bien supremo, en un dios sustituto al que hay que ofrecer sacrificios; en este caso, mediante una vacuna basada en la muerte de otra vida humana.

Al examinar las cuestiones éticas que rodean a las vacunas, tenemos que preguntarnos: ¿Cómo y por qué ha sido posible todo esto? ¿No había realmente ninguna alternativa? ¿Por qué una tecnología basada en el asesinato surgió en la medicina, cuya finalidad es, en cambio, aportar vida y salud? La investigación biomédica que explota a los inocentes no nacidos y utiliza sus cuerpos como “materia prima” para la fabricación de vacunas parece más parecida al canibalismo que a la medicina. También deberíamos considerar que, para algunos en la industria biomédica, las líneas celulares de los niños no nacidos son un “producto”, el abortista y el fabricante de la vacuna son el “proveedor”, y los receptores de la vacuna son los “consumidores”. La tecnología basada en el asesinato tiene sus raíces en la desesperanza y termina en la desesperación. Debemos resistir al mito de que “no hay alternativa”. Por el contrario, debemos proceder con la esperanza y la convicción de que existen alternativas, y que el ingenio humano, con la ayuda de Dios, puede descubrirlas. Esta es la única manera de pasar de las tinieblas a la luz, y de la muerte a la vida.

El Señor dijo que en los últimos tiempos incluso los elegidos serán seducidos (cf. Mc. 13,22). Hoy, toda la Iglesia y todos los fieles católicos deben buscar urgentemente fortalecerse en la doctrina y la práctica de la fe. Al enfrentarse al mal del aborto, los católicos deben, más que nunca, “abstenerse de toda apariencia de mal” (1 Tes. 5, 22). La salud corporal no es un valor absoluto. Hay que dar primacía a la obediencia a la ley de Dios y a la salvación eterna de las almas. Las vacunas derivadas de las células de niños no nacidos cruelmente asesinados tienen un carácter claramente apocalíptico y posiblemente prefiguren la marca de la bestia (véase Apocalipsis 13:16).

Algunos eclesiásticos de nuestros días tranquilizan a los fieles afirmando que recibir una vacuna Covid-19 derivada de las líneas celulares de un niño abortado es moralmente lícito si no existe una alternativa. Justifican su afirmación sobre la base de una “cooperación material y remota” con el mal. Tales afirmaciones son extremadamente antipastorales y contraproducentes, especialmente si se tiene en cuenta el carácter cada vez más apocalíptico de la industria del aborto, y la naturaleza inhumana de algunas investigaciones biomédicas y de la tecnología embrionaria. Ahora más que nunca, los católicos no pueden categóricamente alentar y promover el pecado del aborto, ni siquiera en lo más mínimo, aceptando estas vacunas. Por ello, como Sucesores de los Apóstoles y Pastores responsables de la salvación eterna de las almas, consideramos imposible callar y mantener una actitud ambigua respecto a nuestro deber de resistir con “la máxima determinación” (Papa Juan Pablo II) contra el “crimen incalificable” del aborto (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 51).

Esta declaración se redactó con el asesoramiento de médicos y científicos de varios países. También hubo una importante contribución de los laicos: de abuelas, abuelos, padres y madres de familia, y de jóvenes. Todos los consultados —independientemente de la edad, la nacionalidad y la profesión — rechazaron de forma unánime y casi instintiva la idea de una vacuna derivada de líneas celulares de niños abortados. Además, consideraron inadecuada la justificación ofrecida para el uso de tales vacunas (es decir, la “cooperación material a distancia”). Esto es reconfortante y, al mismo tiempo, muy revelador: su respuesta unánime es una demostración más de la fuerza de la razón y del sensus fidei.

Más que nunca, necesitamos el espíritu de los confesores y mártires que evitaron la más mínima sospecha de colaboración con el mal de su época. La Palabra de Dios dice: “Sed sencillos, como hijos de Dios, sin reproche, en medio de una generación depravada y perversa, en la que debéis brillar como luces en el mundo” (Fil. 2, 15).

https://www.elcomercio.com/actualidad/vaticano-vacunas-covid19-celulas-fetos.html

https://fielesalaverdad.org/obispos-denuncian-uso-de-vacunas-covid-derivadas-de-bebes-abortados/

El humanismo es una afrenta a Dios

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

25 de diciembre de 2014

No os preocupéis por el espíritu del mal, que corrompe el mundo. Dejádmelo todo a Mí. Porque mientras vosotros me améis, me reverenciéis y améis a otros, de acuerdo a Mi Santa Voluntad, Yo os protegeré del dolor de todas las cosas que están en contra Mía.

El peor dolor que tendréis que soportar será el de ser testigos de los llamados actos de caridad y las preocupaciones humanitarias a escala mundial, las cuales enmascararán las verdaderas intenciones de Mis enemigos. Sabréis, dentro de vuestros corazones, que el engañador está trabajando. Cuando el mundo secular y los que dicen representarme hablan de política, actos humanitarios, pero fallan en proclamar la importancia de preservar la vida humana a toda costa, entonces sabed que esto no es lo que Yo deseo. Si aquellos que dicen representarme no hablan con la misma pasión sobre la perversidad del aborto, como lo hacen sobre otros actos contra la humanidad, entonces, estad conscientes de que algo anda mal.

Mi Padre castigará a todos aquellos que asesinan a Sus hijos, incluyendo a los niños que todavía están siendo alimentados en el vientre esperando nacer. Los autores de semejantes crímenes van a sufrir un castigo terrible si no se arrepienten de sus pecados contra Él. Los que son Míos y que representan a Mi Iglesia en la Tierra han fallado en proclamar la Verdad. El asesinato, incluyendo el aborto, es uno de los mayores pecados contra Dios. Se necesita un acto de contrición extraordinario para que puedan ser absueltos de tal pecado. ¿Por qué entonces Mi Iglesia no lucha con vigor contra este pecado – uno de los actos más abominables de resistencia contra Mi Padre? ¿Por qué os distraen de reconocer el más grave de los pecados, pero predican acerca de la importancia de los actos humanitarios?

El humanismo es una afrenta a Dios porque se centra en las necesidades del hombre y no en la necesidad de arrepentirse del pecado ante el Creador de todo lo que es. Si vosotros ignoráis los pecados mortales, claramente definidos en las Leyes establecidas por Dios, que conducen a la condenación eterna, entonces ninguna cantidad de compasión por los derechos civiles de la raza humana expiará esos pecados.

Si vosotros creéis en Mí, y si me servís, entonces debéis hablar solo acerca de la Verdad. La Verdad es que el pecado es vuestro mayor enemigo – no aquellos que os persiguen. El pecado mortal, si no estáis arrepentidos, os llevará al Infierno. Si vosotros estáis en pecado mortal y dedicáis el tiempo apoyando grandes actos de caridad y hechos humanitarios, y no os arrepentís, entonces vuestra alma se perderá.

Recordad la Verdad. No os dejéis engañar por conversaciones, actos u obras de caridad cuando la tarea más importante es luchar contra el pecado mortal. Mis siervos consagrados que se nieguen a recordaros las consecuencias del pecado mortal, no comprenden la misión que tienen en servirme. No podéis barrer el pecado bajo el suelo, fuera de la vista, como si no existiera. Ninguna cantidad de empatía con las personas que son perseguidas en Mi Nombre, compensará el hecho de que los pecadores no se reconcilien Conmigo, Jesucristo, para el perdón de los pecados.

Vuestro Jesús

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