Si alguien sufre y no se lo ofrece a Dios, ¿se pierde el valor del sufrimiento?
María Simma: Hace ya mucho tiempo, se apareció un sacerdote y me dijo que si aceptaba tres horas de sufrimiento le evitaría veinte años de purgatorio. Acepté porque mi confesor me había aconsejado asumir todo lo que se me pidiese, y siempre lo hago. Pronto sentí un dolor que abarcaba de tal manera cada milímetro de mi cuerpo que me quedé inmóvil y sin darme cuenta de dónde estaba. Pero tenía una gran alegría en mi corazón, porque sabía claramente lo que esto significaría para el sacerdote. Sin embargo, después de un tiempo, pensé que debían de haber pasado tres días en lugar de tres horas. Y de la misma manera repentina como había llegado se fue el dolor y me di cuenta de que, por supuesto, no me había movido de donde estaba en todo ese tiempo. Cuando miré el reloj comprobé que habían sido tres horas exactas hasta el último minuto.
En otras ocasiones se trata de un dolor localizado. Una vez, por ejemplo, comenzó a dolerme el brazo derecho durante un largo tiempo y no importaba lo que hiciera o cómo lo pusiera, seguía doliéndome. Resultó ser por un alma que había administrado mal el testamento de otra persona y, por supuesto, eso conllevaba el brazo y la mano con la que escribía y trabajaba.
Cuando aceptamos nuestros sufrimientos por amor de Dios todo es posible; y entonces, producen los mejores frutos. El sufrimiento, en otras palabras, la cruz sin amor, pesa demasiado; pero el amor sin cruz no existe.
—Esta equivalencia, tres horas por veinte años, como ha dicho, ¿es siempre la misma o a veces difiere?
—Es totalmente diferente en cada caso. Eso se debe a que existen infinitos niveles de purgatorio. Una bendita ánima del purgatorio me dijo que diez años de purgatorio leve son mucho más fáciles de soportar que dos días del más profundo. Además, no debemos pensar que un alma ha de subir lentamente por los niveles de uno en uno para finalmente llegar al más alto. Pueden ir desde el más profundo directamente al Cielo.
—¿Cree que los sufrimientos que ha aceptado voluntariamente son similares a los del purgatorio?
—Sí, creo que sí. Una vez que desaparecen los dolores, en mi cuerpo no queda ninguna cicatriz ni secuela. Eso significa entonces que se producen enteramente en el ama, y eso me hace pensar que son muy similares.
—Si vemos a alguien con muchos dolores, ¿podemos intervenir y ofrecer a Dios nosotros ese dolor por ellos?
—Sí, pero no cuenta tanto como cuando es la misma persona que sufre quien lo ofrece.
—Y si se trata del propio dolor, y uno lo hace bien durante un tiempo pero luego pierde la paciencia, y más tarde lo ofrece al Cielo, ¿tiene esto valor?
—Sí, pero no tanto como haciéndolo en todo momento hasta que desaparezca.
—Si una persona ofrece todos sus sufrimientos futuros a Dios sabiendo que cuando lleguen puede encontrarse debilitado ¿tiene esto el mismo valor que hacerlo mientras los sufre?
—Sí. Dios acepta nuestra sinceridad cuando se la ofrecemos a Él.
—Si alguien sufre y no se lo ofrece a Dios, ¿se pierde el valor del sufrimiento?
—Sí, se pierde, si se trata de que esa alma llegue al Cielo más rápido; pero si ese sufrimiento es para reparar algo del pasado, como suele ocurrir con más frecuencia, entonces sí sirve, por supuesto. Con nuestra ayuda o sin ella, Dios lo permite. Él es puro amor y sabe perfectamente qué es lo mejor para nosotros.
—¿Qué más puede decir del dolor?
—En segundo lugar, después de la vida y del tiempo que tenemos para hacer el bien, el dolor es el regalo más grande de Dios. Mientras sufrimos aquí recibimos las gracias para hacer buenas obras; pero una vez que nos encontramos en el purgatorio eso se acaba para siempre. El sufrimiento es siempre reparador, y debemos confiar en el señor que lo permite para nuestro bien y para su gloría.
Existe una gracia enorme asociada al sufrimiento que me gustaría resaltar. Cuando sufrimos, se da el encuentro de las personas y de los corazones. Al sufrir, el otro viene a ser el más importante y sin el sufrimiento la mayoría tiende a pensar primero en sí mismo. Es uno de los grandes problemas de Occidente y con la reparación con que pronto Dios le pedirá cuentas, las personas se encontrarán de nuevo unas a otras en el dolor. Esto será bueno y hará aflorar lo mejor de cada uno, mientras que ahora piensan solo en una casa nueva o en un coche más grande. Será un proceso de purificación, y lo que en un principio podría considerarse un desastre terminará siendo una gracia y un inmenso don de Dios.
En verdad os prometo que la transición será rápida

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹
11 de Noviembre, 2012
Primera parte
Siempre es importante recordar que cuando sufrís no sólo es vuestro dolor el que sentís. Es Mi dolor el que sufrís. El dolor del que estoy hablando, no es el que sufrí durante Mi Crucifixión, sino al que me enfrento hoy cuando veo y siento el dolor de la humanidad.
La gente está sufriendo en el mundo a causa de la oscuridad de su alma. Incluso aquéllos que viven una vida sencilla y que tratan de seguir Mis Enseñanzas están sufriendo. Ellos pueden sentirse deprimidos cuando se esfuerzan para amarse mutuamente. También sufren por las dudas, que experimentan en su Fe.
Muchos no entienden el significado de la vida eterna o el hecho de que la vida no termina cuando una persona muere en este mundo. Es por eso que muchos no se preparan para la próxima vida.
Mucha gente en el pasado no se preparó adecuadamente y se encuentran en el Infierno o en el Purgatorio.
A esta generación se está obsequiando un Regalo, del cual ninguna otra generación se ha visto beneficiada. Muchos simplemente efectuarán la transición de esta vida instantáneamente, sin tener que experimentar la muerte, así como vosotros la conocéis.
Mi Segunda Venida traerá consigo este Regalo extraordinario. Así que no temáis. Regocijáos, porque vengo a vosotros a traeros un futuro próspero.
Pensad en ello de esta manera: Mientras vosotros soportáis algunas dificultades, y tendréis que atestiguar la manera en que Mi Existencia será revelada, esto no durará mucho tiempo.
Me doy cuenta de que muchos de vosotros os preocupáis, pero Yo os prometo solemnemente que la transición será rápida. Después, cuando vosotros seáis testigos de la Nueva Jerusalén, que desciende sobre la Nueva Tierra, el Nuevo Paraíso, seréis colmados de éxtasis.
No hay palabras que puedan describir esta hermosa Creación. Mi Corazón estalla de Amor cuando pienso en cómo vosotros y vuestros seres queridos reaccionaréis con asombro. Eso será cuando el misterio de la alianza definitiva se os manifieste.
La claridad de Mi promesa de volver, verdaderamente será al fin comprendida.
El mundo se convertirá en una familia santa, y vivirá una existencia de acuerdo con, y en unión con, la Divina Voluntad de Mi Padre.
Este va a ser un tiempo de re-unión, cuando la primera resurrección de los muertos se lleve a cabo. Aquéllos que han quedado limpios en este mundo, a través de la purificación, se unirán a los que también han sido purificados en el Purgatorio, para vivir en el Nuevo Paraíso.
Mucho va a cambiar, pero todos los que me siguen y se unen Conmigo en Mi nueva Era de Paz, sobre la cual voy a reinar con Mi dirección espiritual, encontrarán la paz del alma.
Por fin, el sufrimiento experimentado, bajo el reinado de Satanás en esta tierra, no existirá más.
Cada dolor, cada sufrimiento, cada oración, cada esfuerzo soportado por vosotros para reunir a las almas que se quedan atrás languidenciendo, y quien se rebela y lucha todo el tiempo, habrá valido la pena.
El Nuevo Paraíso está listo. Todo lo que necesitáis hacer es preparar vuestras almas y caminar hacia las puertas. A aquéllos que os redimís vosotros mismos ante Mis Ojos, se os darán las llaves para abrir las puertas.
Perseverad en esta tribulación que viene porque es algo que debe suceder, así como ha sido predicho en el Libro de Mi Padre.
Vuestras oraciones mitigarán gran parte de ella y Mi Padre intervendrá en todas las etapas posibles para evitar que se inflijan las malvadas acciones a Sus hijos preciosos.
Vuestro Jesús
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