Cada Hostia irradia infinidad de Bendiciones

Y así, al unirnos a Jesús, nos estaremos uniendo al universo entero, haciendo de nuestra vida una misa continua con Jesús y uniendo nuestro amor al de toda la Creación para gloria de Dios.

Por el Padre Ángel Peña

Siempre suele decirse que la misa es el cielo en la tierra. En el momento de la consagración de la misa, Jesús se hace presente en el pan y en el vino con su cuerpo, sangre, alma y divinidad. En ese preciso momento, el cielo viene a la tierra y todos los santos y ángeles se hacen presentes para adorar a Jesús. También se hacen presentes las almas del purgatorio, pues en cada misa se ora por ellas; y lo mismo digamos de cada hombre de la tierra, por quienes también se ora. Pero la misa no sólo abarca a los seres humanos, también llega hasta el último rincón del universo y llega a todos los hombres de todos los tiempos, pues la misa es cósmica y universal; abarca a todo lo que existe, incluidos los ángeles, presentes en cada misa.

En la misa Jesús reconcilia consigo todas las cosas, así del cielo como de la tierra (Col 1, 20). Jesús asume y ofrece consigo todo lo que existe y, con el poder del Espíritu Santo y en unión con María, lo ofrece al Padre en cada misa. Y esto lo hace, no de modo transitorio, mientras dura esta misa celebrada por un sacerdote, sino de modo permanente, porque la misa de Jesús es permanente. De ahí que, en realidad, no existe más que una sola misa: la misa de Jesús. Las demás misas, celebradas por los sacerdotes, solamente son episodios concretos o actualizaciones concretas de la gran misa que Jesús celebra permanentemente, ofreciéndose sin tregua al Padre por la salvación del mundo. Y esta salvación alcanza también a la Creación. Porque la Creación está esperando ansiosa la manifestación de los hijos de Dios…, y las criaturas serán liberadas de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios, pues sabemos que, hasta ahora, la Creación entera gime y siente dolores de parto (Rom 8, 19-20). Entonces, habrá un nuevo cielo y una nueva tierra, pues el primer cielo y la primera tierra habrán desaparecido (Ap 21, 5).

Ahora bien, Jesús celebra su misa, su única misa, en cualquier lugar donde se encuentre presente. Esto quiere decir que en cada hostia consagrada que se encuentre en el mundo, allí está presente Jesús celebrando su misa, es decir, ofreciéndose con toda la humanidad, y todos los ángeles y toda la Creación, por la salvación del mundo. Esto significa que cada hostia consagrada es como el cielo en la tierra y, de alguna manera, el centro del universo. 

Y cada hostia santa, cada sagrario o custodia, donde está Expuesto el Santísimo, irradia al mundo entero infinidad de bendiciones de luz, amor y alegría. Por eso, adoremos a Jesús Eucaristía y unámonos a su misa permanente, uniéndonos a Él y ofreciéndonos con Él por la salvación del mundo. Y así, al unirnos a Jesús, nos estaremos uniendo al universo entero, haciendo de nuestra vida una misa continua con Jesús y uniendo nuestro amor al de toda la Creación para gloria de Dios.

Que la misa y la comunión de cada día sea para ti el medio para hacer realidad esta unión con Jesús y con todo el universo. Y que tu vida, al ser UNA con Jesús, sea también un cielo en la tierra, derramando sobre todos los que te rodean oleadas de luz, amor y paz.

Del libro del P. Ángel Peña sobre la Adoración Perpetua

La Misa es el punto principal de Mi Presencia en el mundo

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

10 de junio de 2014

La gente puede preguntar ¿por qué es importante que el Sacrificio de la Santa Misa sea conservado a toda costa? La Misa es el punto principal de Mi Presencia – Mi Verdadera Presencia en el mundo. Mi Presencia trae ambas cosas: Vida y Luz. Traerá Vida al alma y la llenará con una Gracia única. Esta traerá consigo Luz – Mi Luz – la cual es más poderosa que el sol. Un destello de Mi Luz es suficiente para iluminar una habitación que esté en tinieblas. Mientras Mi Santa Eucaristía sea mantenida en gran Gloria sobre los altares de Mis Iglesias, habrá vida. Sin ella, habrá tinieblas. Cuando Yo no Estoy Presente, no hay Luz. Sin Mi Luz no hay nada más que tinieblas en el alma. No hay paz. No hay amor. No hay esperanza. No hay Vida.

Cualesquiera que sean las nuevas reglas serán forzadas sobre vosotros en el nombre de la evangelización y modernización, en Mi Nombre, sabed que si Mi Eucaristía deja de ser venerada, tal y como debería y como debe ser, podéis estar seguros de que no tardará mucho antes de que desaparezca completamente. En el día en que esto ocurra, habrá una oscuridad, que descenderá sobre la Tierra. Vosotros no la veréis, pero la sentiréis en los fríos corazones de los hombres, porque para entonces, la humanidad habrá cambiado. Una vez que Mi Presencia disminuya, las puertas del Infierno se abrirán y el anticristo tomará Mi Lugar en Mi Iglesia. Será él, que no es de Mí, el que se sentará en el Trono que es Mío por derecho. Y será delante de él que Mi Iglesia yacerá postrada a sus pies. Esa será la mayor traición hacia Mí, vuestro Jesús, desde que Judas me entregó a Mis enemigos para ser crucificado.

Es Mi Iglesia, la que será perseguida primero y aquellos que son débiles en su fe, rendirán homenaje a la bestia. Serán aquellos hombres que afirmarán representar a Mi Iglesia – quienes Me crucificarán, una vez más. Cuando el impostor declare que él soy Yo, las horas empezarán a contar y entonces con un sonido ensordecedor de los cielos partiéndose y el repique del trueno, Mi Regreso se dará a conocer. El mundo entonces entenderá finalmente, la Verdad de Mi Promesa de Volver para reclamar Mi Reino, y de traer la unidad a Mi Iglesia, Mi Verdadera Iglesia – aquellos que me fueron fieles, a través de todas las pruebas y las tribulaciones.

Nada puede prevalecer contra Mi Iglesia, porque bajo Mi Liderazgo y dirección permanecerá impenetrable contra la bestia y contra todos aquellos traidores que me hayan traicionado para su propio beneficio.

Escuchad ahora Mi Promesa. Todo lo que os dije que ocurriría, ocurrirá. Todo lo que os prometí, será cumplido. Todo lo que es Mío, es vuestro. Todos vosotros me pertenecéis a Mí. Aferraos a Mí para una preciada vida, porque sin Mi Protección, vosotros caeréis en el error, y eso rompería Mi Corazón. Nunca me abandonéis por ese que os odia. Yo nunca os abandonaré, porque Yo os amo muchísimo. Yo atraigo a vosotros hacia Mí, y todavía os retiráis. ¿Por qué? ¿De qué tenéis miedo? ¿No sabéis que sois Míos y que este es un derecho de nacimiento natural? Apoyaos en Mí, Mis bienamados seguidores, porque pronto os sentiréis perdidos y no sabréis hacia dónde volveros. Y Yo estaré esperando, para traeros Mi Amor y ofreceros consuelo.

Venid. No me tengáis miedo. Yo solo vengo con amor a traeros Mi Paz.

Mi Luz os trae visibilidad.

Mi Amor os trae esperanza.

Mi Corazón os trae consuelo.

Mis Manos os sanan.

Mis Ojos os ven.

Mis Heridas os atraen.

Mi Cuerpo os alimenta.

Mi dolor es vuestro.

Vuestro dolor es Mío.

Mi Misericordia os salvará.

Mi Palabra es vuestro camino hacia Mi Reino.

Vuestro Jesús

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