Si realmente creemos que Jesucristo es quien dijo ser, entonces podemos estar seguros de que nada nos puede hacer daño mientras confiemos en Él.
— No sería una exageración decir que vivimos en una época de gran oscuridad. Nuestros políticos mienten descaradamente y ejercen un poder tiránico, los líderes de la iglesia traicionan a sus rebaños y nuestra cultura promueve valores profundamente antagónicos a la Verdad que es la única que puede liberarnos.
Es un estado de cosas que puede hacernos sentir una profunda incertidumbre e incluso miedo, incluso si los desafíos más directos de nuestras propias vidas no son suficientes para desencadenar la ansiedad.
Y sin embargo, ¿no fue siempre así?
Sabemos que el Niño Jesús nació en una época y un lugar llenos de intriga política, persecución y peligro. En muchos sentidos, fue una época no muy diferente a la nuestra.
Pero en nuestro propio tiempo, al igual que entonces, no estamos condenados a luchar solos.
Esta Navidad, estoy reflexionando sobre el hecho de que el mismo Niño Jesús que vino a nosotros el día de Navidad hace 2000 años en Belén está con nosotros hoy.
Creo que vale la pena recordar que tanto entonces como ahora, Él no vino a crear un orden político perfecto, a asegurarse de que nuestros asuntos mundanos transcurrieran sin problemas, o incluso a salvarnos de las dificultades.
Lo dijo justo antes de Su Ascensión al Cielo.
“Os he dicho esto para que tengáis paz en mí”, nos dice Cristo en Juan 16:33. “En el mundo tendréis aflicción, pero tened ánimo, yo he vencido al mundo.”
Este es uno de mis versículos favoritos porque refuerza la idea de que nuestra paz no está arraigada en las cosas del mundo, sino en nuestra relación con Cristo Jesús. Si nos mantenemos cerca de Él, pase lo que pase en nuestra vida, en nuestro país o en el mundo entero, no perderemos esa paz.
Por supuesto, todos tenemos algo de ansiedad en nuestras vidas. Tal vez sea por el estado del mundo, o tal vez por las situaciones específicas de nuestras vidas. Tal vez tenemos demasiada actividad en nuestra vida diaria o muy poca. Tal vez es hora de un cambio, o tal vez necesitamos buscar satisfacción donde estamos.
Sin embargo, si es natural estar ansioso, es sobrenatural tener una paz real y duradera.
En Filipenses 4:6-7, San Pablo nos exhorta a “No tener ninguna ansiedad, sino que en todo, con oración y ruego, con acción de gracias, den a conocer sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Si realmente creemos que Jesucristo es quien dijo ser, y que nació en Belén ese día de Navidad hace mucho tiempo para destruir el poder de la muerte sobre la humanidad, podemos estar seguros de que nada puede dañarnos verdaderamente mientras ponemos nuestra confianza en Él.
Hay tantas maneras de crecer en gracia en esta temporada navideña. Cristo se encuentra tanto en las partes grandes como en las pequeñas de nuestras vidas, en los momentos activos y contemplativos. Debemos preguntarle cómo quiere que sirvamos a los demás y que lo glorifiquemos, y luego dejar que Él nos guíe allí.
Este año, me he unido a los cientos de miles de personas en todo el mundo que se han comprometido a leer la Biblia de cabo a rabo utilizando el monumentalmente popular podcast La Biblia en un año del padre Mike Schmitz. Ha sido fantástico.
También estoy tratando de sacar más tiempo en mi día para orar; orar de verdad, principalmente aprendiendo a estar callado y dejar que Dios hable.
Más que nunca, este año me estoy dando cuenta de que no es tanto lo que hago en mi fe lo que importa, sino cuánto me entrego, total y completamente, a Jesús.
No importa por lo que estés pasando esta Navidad, incluso y especialmente si la oscuridad, la ansiedad o la incertidumbre están presentes para ti, oro para que mantengas tu enfoque en la Estrella de Belén. Camina con confianza con los ojos en alto y no mires hacia abajo.
Entonces, esa luz gloriosa iluminará las tinieblas de este mundo y los conducirá al Santo Niño, cuya paz verdaderamente sobrepasa todo entendimiento.
Mi Hijo murió para salvar vuestras almas, no para libraros de los males de este mundo

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹
5 de diciembre de 2013
El mundo presenciará las profecías de La Salette mientras que los enemigos de Dios, como lobos vestidos en piel de ovejas, se alzarán con orgullo dentro de la Iglesia de mi Hijo en la tierra y empezarán a declarar las herejías de las que Yo advertí al mundo. Ese tiempo ha llegado.
Tal como fue predicho, las tinieblas han descendido ya sobre la Iglesia, y este plan para devorar las almas de los fieles continuará hasta que el Cuerpo de mi Hijo sea profanado de acuerdo con el plan del Anticristo. Lo que mucha gente no sabe es que los enemigos de Dios, guiados por el Anticristo –que aún no se ha dado a conocer- creen en Dios. No sólo creen en Dios sino que, porque detestan todo lo que tenga que ver con Dios, conspirarán contra Sus Planes para preparar al mundo para la Segunda Venida de Mi Hijo, Jesucristo.
Por cada Palabra que Mi Hijo anuncie, por medio de estos Mensajes, ellos le contradirán imitando lo que Él dice. Si Mi Hijo dice, preparaos ahora por medio de los Sacramentos y la oración, ellos, sus enemigos, harán afirmaciones similares, pero serán diferentes. El llamamiento para ayudar a la humanidad –a los pobres, a los perseguidos-, será su principal foco de atención, no la proclamación de la Palabra. Ellos no os insistirán a rezar por vuestras almas ni por la salvación de las demás almas. No, en lugar de eso, se os pedirá que ayudéis a esas almas desde una perspectiva humanitaria.
Cuando dejéis de oír la llamada a salvar vuestras almas, por parte de quienes afirman representar a la Iglesia de mi Hijo, sabréis en vuestros corazones que algo está terriblemente mal.
Mi Hijo murió para salvar vuestras almas, no para libraros de los males de este mundo, los cuales siempre existirán hasta que mi Hijo reclame Su Trono Legítimo, prometido a Él por Dios el Altísimo. No debéis olvidar nunca la Palabra de Dios. Ahora todo cuanto importa es rogar por la salvación de todas las almas – independientemente de que sean reyes o mendigos.
Vuestra amada Madre
Madre de la Salvación