Pruebas de que Dios no ama a todos los hombres por igual

¿Dios ama a todos los hombres por igual? ¡Falso! Presentamos textos de la Sagrada Escritura que nos prueban que Dios no ama a todos los hombres por igual:

(Sab 12, 3-sg.):
Moderación de Dios hacia Canaán

“A los antiguos habitantes de tu tierra santa los odiabas, porque cometían las más nefastas acciones, prácticas de hechicería, iniciaciones impías.
A estos despiadados asesinos de sus hijos, devoradores de entrañas en banquetes de carne humana y de sangre, a estos iniciados en bacanales, padres asesinos de seres indefensos, habías querido destruirlos a manos de nuestros padres, para que la tierra que te era la más apreciada de todas, recibiera una digna colonia de hijos de Dios.
Pero aun con éstos, por ser hombres, te mostraste indulgente, y les enviaste avispas, como precursoras de tu ejército, que les fuesen poco a poco destruyendo.
No porque no pudieses en batalla campal entregar a los impíos en manos de los justos, o aniquilarlos de una vez con feroces fieras o con una palabra inexorable, sino que les concedías, con un castigo gradual, una ocasión de arrepentirse; aun sabiendo que era su natural perverso y su malicia innata, y que jamás cambiaría su manera de pensar por ser desde el comienzo una raza maldita.”

En este texto de la Sagrada Escritura se nos revela que Dios odiaba a los antiguos habitantes de tierra santa por la gravedad de sus pecados: hechicerías, orgías y terribles prácticas satánicas y ocultistas, que incluían sacrificios humanos hasta de sus propios hijos, canibalismo, rituales sangrientos, etc…

Un texto muy claro de la Sagrada Escritura donde se condenan estas prácticas presentes, por desgracia, en muchas culturas paganas y actualmente en la élite satánica, el satanismo y el ocultismo moderno, que ha actualizado muchas de estas prácticas incorporándolas a sus rituales secretos, y que, lamentablemente, está en pleno crecimiento y expansión

Es la misma masonería quien también rescata y refunde todas estas abominables prácticas al reavivar e incluso asumir el culto y práctica de todas las religiones paganas y de misterio.

A pesar de que Dios los odia por realizar estas prácticas tan abominables a sus ojos, por el hecho de ser hombres, es decir, seres creados a su imagen y semejanza, Dios se muestra indulgente y misericordioso al castigarles de forma gradual, y no de forma fulminante e instantánea.

De este modo, Dios les concede una ocasión de arrepentirse, a pesar de que Dios sabía que no iban a hacerlo.
Por eso, en el justo juicio de Dios no tendrán excusa ya que rechazaron arrepentirse y abandonar su maldad.

Cabe señalar que su condenación eterna no viene de una predeterminación hacia el mal, sino a consecuencia de su negativa a arrepentirse. De ahí que ellos mismos son los que se endurecen y, al rechazar la conversión, deciden caminar a su destrucción total.

Una vez más, vemos que Dios no ama a todos los hombres por igual, aunque siempre se muestre indulgente con todo hombre que viene a este mundo, por ser obra de sus manos, a pesar de que la maldad del hombre sea enorme e intolerable.

Quede siempre bien claro que Dios no es autor de la maldad, ni del pecado.

El pecado en la humanidad es obra y responsabilidad del hombre, aunque haya una influencia clara de los ángeles caídos que pecan desde el principio.
Y Dios, aunque no ejecute enseguida su sentencia sobre el hombre malvado, no concede a nadie la impunidad a sus pecados: (cf. Qo 3, 17; Qo 4, 11; Sab 12, 11)
El Señor sabe librar de las pruebas a los piadosos y guardar a los impíos para castigarles en el día del Juicio, sobre todo los que andan tras la carne con apetencias impuras y desprecian al Señorío.” (2 Pe 2, 9)

(Sab 14, 7-11):

“Pues bendito es el leño por el que viene la justicia, pero el ídolo fabricado, maldito él y el que lo hizo;
uno por hacerle, el otro porque, corruptible, es llamado Dios, y Dios igualmente aborrece al impío y su impiedad: ambos, obra y artífice, serán igualmente castigados.
Por eso también habrá una visita para los ídolos de las naciones, porque son una abominación entre las criaturas de Dios, un escándalo para las almas de los hombres, un lazo para los pies de los insensatos.”

“Dios ama a todos los hombres por igual” (¡falso!)

Lamentablemente esta frase se repite una y otra vez como si fuera un dogma irrefutable. Por desgracia, parece que ya sea algo completamente asumido por casi todos los cristianos.
Sin embargo, tal afirmación no tiene ningún fundamento bíblico.
Evidentemente, esta afirmación trata de someter el amor de Dios hacia los hombres bajo el criterio engañoso de un principio masónico fundamental:
la igualdad de todos los hombres,
o mejor dicho, trata de desfigurar al Único Dios verdadero al intentar convencernos de que Dios sostiene en cuanto a Su Amor el principio masónico de la igualdad.
En realidad, ese “dios” no sería otro que el gran arquitecto del universo, el portador de la luz, el falso dios adorado en las traslogias: Lucifer.

Sigamos con algunos textos de la Sagrada Escritura que nos muestran claramente que Dios no ama a todos por igual:

(Si 33p, 7-15):
Desigualdad de condición

“¿Por qué un día es superior a otro, si toda la luz de cada día del año viene del sol?
En la mente del Señor fueron diferenciados, Él hizo distintas estaciones y fiestas.
A unos los ensalzó y santificó,
a otros los hizo días ordinarios
.

Así todos los hombres vienen del suelo, de la tierra fue creado Adán.
Con su gran sabiduría los diferenció el Señor, e hizo distintos sus caminos.
A unos los bendijo y ensalzó,
los santificó y los puso junto a sí;
a otros los maldijo y humilló
y los derribó de su puesto
.

Como la arcilla del alfarero está en su mano, – y todos sus caminos en su voluntad -, así los hombres en la mano de su Hacedor, que a cada uno da según su juicio.

Frente al mal está el bien,
frente a la muerte, la vida.
Así frente al piadoso, el pecador.
Fíjate, pues, en todas las obras del Altísimo, dos a dos, una frente a otra
.”

Después de la creación del hombre y la mujer surge el gran problema que condiciona el amor de Dios:
el mal uso de la libertad, la inteligencia y la voluntad, dones que Dios concedió al hombre como ser creado a su imagen y semejanza, en definitiva, el pecado.

En este texto de la Sagrada Escritura vemos que la desigualdad de condición entre los hombres es algo normal y querido por Dios, aunque todos seamos criaturas del mismo Dios.
Evidentemente el Señor hace distinto el camino del piadoso y del pecador, porque Dios es justo y da a cada uno según su juicio.
La libertad humana según se ejerza
va a condicionar el camino de cada ser humano ya que Dios no ama de igual modo al piadoso y al pecador. De hecho, como veremos más adelante Dios detesta al pecador

Y aunque es verdad que todos somos pecadores, no es lo mismo luchar por la santidad detestando el pecado, levantándose si uno cae, que entregarse al pecado y rechazar el camino de la santidad.

A quien lucha contra el pecado, Dios le ayuda en sus luchas, le cuida y le santifica y bendice; a quien se entrega al pecado, Dios le rechaza, le endurece y le abandona.

En definitiva, Dios ama a quien lucha por su santidad y detesta a quien se entrega al pecado.

En los tiempos de Noé,
¿amó Dios de igual modo a Noé que al resto de su generación a la cual Dios exterminó?
Evidentemente, ¡NO!

Como la maldad del hombre reinaba sobre toda la tierra y todos los pensamientos que ideaba el corazón del hombre eran puro mal de continuo…
a Dios le pesó haber creado al hombre y se indignó en su corazón.

Dios rechazó, detesto y exterminó a toda esa generación excepto al único hombre justo y cabal de su tiempo, a Noé, y a su familia; y le dio órdenes sobre cómo debía preparar el arca donde habría de salvarse él, su familia y algunos animales (según Dios le ordena), del exterminio que había decidido realizar.

Y así sucedió:
Yahveh exterminó todo ser que había sobre la haz del suelo, desde el hombre hasta los ganados, hasta las sierpes y las aves del cielo: todos fueron exterminados de la tierra, quedando sólo Noé y los que con él estaban en el arca. Las aguas inundaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días.” (Gn 7, 23-24)

La causa de que Dios detestase y odiase a toda una generación, excepto a Noé, hasta llegar a exterminarla está muy clara:
Se entregaron a la injusticia y maldad del pecado.

(Dt 7, 7-15):
La elección y el favor divino

“No porque seáis el más numeroso de todos los pueblos se ha prendado Yahveh de vosotros y os ha elegido, pues sois el menos numeroso de todos los pueblos; sino por el amor que os tiene y por guardar el juramento hecho a vuestros padres, por eso os ha sacado Yahveh con mano fuerte y os ha librado de la casa de servidumbre, del poder de Faraón, rey de Egipto.

Has de saber, pues, que Yahveh tu Dios es el Dios verdadero, el Dios fiel que guarda la alianza y el amor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos,
pero que da su merecido en su propia persona a quien le odia, destruyéndole. No es remiso con quien le odia: en su propia persona le da su merecido.

Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y normas que yo te mando hoy poner en práctica. Y por haber escuchado estas normas, por haberlas guardado y practicado, Yahveh tu Dios te mantendrá la alianza y el amor que bajo juramento prometió a tus padres.
Te amará, te bendecirá, te multiplicará, bendecirá el fruto de tu seno y el fruto de tu suelo, tu trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las camadas de tus rebaños, en el suelo que a tus padres juró que te daría.
Serás bendito más que todos los pueblos. No habrá macho ni hembra estéril en ti ni en tus rebaños.
Yahveh apartará de ti toda enfermedad; no dejará caer sobre ti nunguna de esas malignas epidemias de Egipto que tú conoces, sino que se las enviará a todos los que te odian.”

En este texto, vemos con claridad porqué Dios eligió al pueblo de Israel.

Es el mismo Moisés, que era un hombre muy humilde, más que hombre alguno sobre la haz de la tierra( (cf. Num. 12, 3); he aquí un motivo fundamental por el que Dios elige a sus siervos: la humildad), quien hablaba con Yahveh cara a cara, como habla un hombre con su amigo(cf. Ex. 33, 11),quien en este texto revela al pueblo de Israel el motivo de su elección:
No es por ser el pueblo más numeroso o por alguna cualidad que le haga mejor que los demás, sino
POR EL AMOR QUE DIOS LES TIENE
(les ama más que a los demás) y
POR GUARDAR EL JURAMENTO QUE DIOS HABÍA HECHO A SUS PADRES
(Dios siempre es fiel a sus promesas).
Por tanto, Dios revela a través de su siervo Moisés que el motivo de la elección (no selección, porque Dios no selecciona a los que cree mejores por alguna cualidad o valor como hacemos los hombres) es SU AMOR y SU FIDELIDAD.

Evidentemente, esto implica que Dios ama más a quien elige que a quien no elige, porque el motivo de la elección es EL AMOR.

En el Nuevo Testamento, el amor de Dios se manifiesta en la Encarnación, Vida, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, en quien todas las promesas hechas por Dios han tenido su sí (cf 2 Cor 1, 20).
Por eso el pueblo elegido y amado de Dios pasa a ser la Iglesia de Jesucristo (el mismo Jesús pasó la noche en la oración de Dios antes de elegir a los Doce (cf. Lc 6, 12) ),
que cree en Él (“Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a Su Hijo Unigénito, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Jn 3, 16) ) y guarda Su Palabra (“Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la Palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado” (Jn 14, 23-24) )

Y todo porque: “en esto se manifestó el amor que Dios nos tiene:
en que Dios envió al mundo a Su Hijo Unigénito para que vivamos por medio de Él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados.” (1 Jn 5, 9-10)

El problema viene cuando no se cree en el perdón de los pecados y no se busca alcanzar en la forma que Dios quiso establecer: a través de sus ministros (cf. Jn 20, 22-23)
En ese caso la propiciación por los pecados no se aplica, se rechaza totalmente el amor de Dios y por tanto la persona se mantiene en enemistad con Dios y no puede amar a Dios.

En el mismo texto vemos que el Dios que eligió a Israel es el Dios Verdadero, el Dios fiel que guarda la alianza y el amor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos:
Pues en esto consiste el amor a Dios, en que guardemos sus mandamientos.” (1 Jn 5, 3)

En el Nuevo Testamento, el mismo y Único Dios Verdadero y Fiel que eligió al pueblo de Israel envió a Su Hijo, Dios Verdadero y Hombre Verdadero, que dijo:
Si me amáis, guardaréis mis mandamientos (como Dios que es, Jesucristo afirma su derecho a ser amado y obedecido);
y Yo pediré al Padre
y os dará otro Paráclito
para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad,
a quien el mundo no puede recibir,
porque no le ve ni le conoce…” (Jn 14, 15-17)

Por tanto, en el Nuevo Testamento mediante la fe y la obediencia a Jesucristo es posible recibir el amor de Dios de una manera nueva, mediante el Espíritu Santo:
el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.” (Rom 5, 5). Y el Espíritu Santo que viene a habitar en nosotros es el mismo Espíritu que resucitó a Jesucristo de entre los muertos(cf. Rom 8, 11)para hacernos hijos de Dios si nos dejamos guiar por Él (cf. Rom 8, 14) en Su Iglesia.

Por otro lado, el Único Dios verdadero da su merecido a quien le odia, destruyéndole.

Por tanto, Dios no ama del mismo modo a quien le ama y guarda sus mandamientos que a quien le odia desobedeciendo sus mandamientos.
Y quien ama a Dios, mediante la fe en Jesucristo (y en la Iglesia que Él fundó) y la obediencia a Su Palabra recibe una nueva capacidad para amar a Dios a través del Espíritu Santo con el que Dios nos sella ya que es la verdadera prenda de herencia para sus hijos(cf. Ef. 1, 11-14; Gal 3, 22)

Por otro lado, los que no creen en Jesucristo y no le obedecen, no reciben este sello de amor divino: el Espíritu Santo, y no le pertenecen(cf. Rom 8, 9); es decir, no son amados por Dios del mismo modo que quienes reciben el Espíritu Santo.

Pero debe quedar bien claro que esta
Nueva Alianza que Dios hace la realiza
con el nuevo pueblo elegido y amado
de Dios: la Iglesia que Jesucristo fundó.

El pueblo de Israel perdió la Antigua Alianza al no reconocer al Señor.

La falsa iglesia perderá la Nueva Alianza al no reconocer al Señor.

(Si 10, 19):

¿Qué raza es honorable? La del hombre
¿Qué raza es honorable? Los que temen al Señor
¿Qué raza es despreciable? La del hombre
¿Qué raza es despreciable? Los que violan sus mandatos.”

Si hay un texto fundamental de la Sagrada Escritura para dejar claro que Dios no ama a todos los hombres por igual es éste en el que vemos como es Dios mismo quien afirma: Yo amé a Jacob, y a Esaú le odié.

Dios realiza esta elección antes de haber nacido del seno de Rebeca los mellizos Esaú y Jacob, y cuando ni siquiera habían hecho ni el bien ni el malpara que se mantuviese la libertad de la elección divina, que depende no de las obras sino del que llama. (cf.Rom 9, 10-13)
Dios tiene toda la potestad y la libertad para elegir por amor a quien quiere.
En el NT, en la carta a los Efesios, San Pablo nos confirma y explica esto mismo, dándonos más información:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha elegido en Él [en Jesucristo] antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su Presencia en el amor; eligiéndonos de antemanopara ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la que nos agració en el Amado [en Jesucristo].” (Ef 1, 3-6)
Y también cuando dice: “elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad.”  (Ef 1, 11)

Por tanto, los elegidos de Diosconformea la decisión de Su voluntad, que son elegidos, como hemos visto, para ser santos e Inmaculados en su Presencia en el Amor, y para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo,son más amados por Dios que los demás.

Pero atención, porque Dios, que es de quien viene la gracia de la elección,
es justo y esto también implica mucha más responsabilidad y un juicio más severo para quien es elegido, ya quea quien mucho se le dio, mucho se le pedirá. (cf Lc 12, 48)

Verdades Globales

Aquellos que creen que Dios no castigará a los malvados, no Lo conocen

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

6 de noviembre de 2014

Ha llegado el tiempo para que Mi Padre Eterno  limpie de la faz de la tierra, la mancha, que arroja oscuridad sobre las almas de los hombres. Él castigará a los malvados y llevará en Sus Sagrados Brazos a aquellos que defienden la Verdadera Palabra de Dios. Sus ángeles aumentarán repentinamente sucesivamente, en gran tempestad, y con guadañas poderosas cortarán desde las raíces la enfermedad que causa estragos en las almas de los hombres, para que el mundo pueda llegar a estar limpio de nuevo.

Estad temerosos de la Ira de Dios porque cuando Él es impulsado a tal cólera, los hombres temblarán de miedo. Aquellos que creen que Dios no castigará a los malvados, no Lo conocen. Sus voces, fuertes y orgullosas, que llenarán la tierra con falsedades, y aquellos que se consideran dignos de gran favor a los Ojos de Mi Padre, pero que maldicen a los mansos entre Mi pueblo, serán arrancados de la tierra y enfrentarán el mayor castigo vertido sobre la humanidad desde la gran inundación.

Los ángeles de Dios descenderán, y con una guadaña en su mano derecha, separarán el trigo de la cizaña. Los que maldicen a Dios serán silenciados; los que deshonran al Hijo del Hombre serán silenciados; aquellos que profanan Su Cuerpo vagarán en confusión, perdidos y desconcertados, antes de que se hundan en el desierto.

El Amor de Dios no ha sido correspondido y Su Misericordia ya ha sido  rechazada. Las almas ingratas, cuyos ojos están puestos firmemente en sus propios placeres – y su determinación de llevar a cabo actos en directa confrontación a la Voluntad del Señor – sentirán el dolor del castigo de Dios. Como una cortina de rayos, será vertida, como una gran tempestad, una gran agitación(golpe) de la tierra, que se sentirá en cada parte del mundo.

Aquellos que conocen la Verdad no tendrán miedo, porque ellos serán testigos dispuestos a las promesas establecidas en la Sagrada Escritura, así como a la Gran Tribulación por venir. Aquellos que han extirpado a Dios de sus vidas – igual como si se cortan una extremidad de sus propios cuerpos – no conocerán las consecuencias por maldecir a Dios, hasta que sea demasiado tarde.

Vosotros, que me habéis traicionado, vais a sufrir más. Vosotros, que habéis arrojado piedras a los demás, en la creencia errónea de que me representáis, no tendréis a nadie a quien recurrir. Porque dondequiera que os tratéis de esconder, se os encontrará desnudos, sin nada para esconder vuestra vergüenza. Os digo esto, porque la paciencia de Mi Padre se agotó y en el campo de batalla surgirán dos ejércitos – los que están por Mí y los que están en contra de Mí.

Pedid la Misericordia de Dios. Y para aquellos que flagelan Mi Cuerpo sabed esto. Vosotros podéis creer que puedo ser echado lejos de Mi Casa, pero, eso sería un grave error de vuestra parte.

Alejaos de Mí, porque vosotros no pertenecéis a Mí. Vuestra maldad será vuestra perdición y por vuestra lealtad al maligno, vosotros mismos  os habéis arrancado de Mi Reino Glorioso.

Vuestro Jesús

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