Hombres que se sienten mujeres -Juan Manuel de Prada

Una ley que permite negar la realidad biológica mediante un acto puramente volitivo es una ley radicalmente injusta. Y contra las leyes injustas es plenamente lícito revolverse.


Por Juan Manuel de Prada

Apenas promulgada la ley de sopicaldo penevulvar, surgen los primeros casos de truhanes o meros espabilados que, repentinamente, ‘se sienten mujeres’ para obtener beneficios legales: los presidiarios que desean disfrutar de un trato carcelario más benigno o de un nutrido gineceo, el opositor que quiere obtener mejor calificación en una prueba física, etcétera. En las próximas semanas, tales casos no harán sino multiplicarse. Pero hemos de preguntarnos si estos ‘hombres que se sienten mujeres’ para aprovecharse de los beneficios de una ley desquiciada no están siendo paradójicamente heroicos. Pues, como nos enseñaba Chesterton , allá donde se han subvertido por completo las categorías, quien las infringe no hace sino salvar el sentido común.

Nadie nos ha explicado mejor lo que es una ley injusta que Cicerón en su tratado ‘De legibus’ (II, 13): «¿Qué diremos cuando en los pueblos son decretadas muchas cosas perniciosas, incluso pestíferas, las cuales no merecen más el nombre de ley que si unos ladrones sancionaren algunas cosas con su consenso? No pueden considerarse recetas de médico las prescripciones que hagan médicos ignorantes e imperitos, produciendo la muerte; y tampoco puede considerarse ley, aunque el pueblo la acepte, la que tiene efectos perniciosos.

La ley es la distinción de las cosas justas e injustas, expresada con arreglo a aquella antiquísima y primera naturaleza de todas las cosas». Una ley que permite negar la realidad biológica mediante un acto puramente volitivo es una ley radicalmente injusta. Y contra las leyes injustas es plenamente lícito revolverse, siempre que al hacerlo no desencadenemos un mal mayor al que pretendemos combatir. Así lo consideran pensadores tan diversos como Tomás de Aquino o Thoreau.

El primero llega a justificar en estos casos el tiranicidio; el segundo la llamada desobediencia civil, pues considera que cumplir tales leyes es «otro tipo de esclavitud» que nos obliga a «rendir los derechos inalienables de la razón y de la conciencia».

Una desobediencia civil que, a diferencia de la más cobardona objeción de conciencia (que no pretende la modificación de una norma, sino la salvación personal), tiene una intención claramente política. Thoreau nos exhorta a infringir la ley, de tal modo que «nuestra vida sirva para descoyuntar la máquina». Pero la ley de sopicaldo penevulvar es tan aberrante, tan contraria a la razón, que ni siquiera exige su infracción para que se produzca el descoyuntamiento de la máquina. Basta con que millones de hombres acudan al registro, declarando que ‘se sienten’ mujeres, para inutilizada.

En realidad, el opositor pícaro que dice ‘sentirse’ mujer para beneficiarse en la calificación de una prueba física, como los presidiarios que ‘se sienten’ mujeres para disfrutar de un nutrido gineceo o de un trato más benigno, son pioneros que nos indican el camino. Pero ya alguien dijo que las prostitutas nos precederán en el reino de los cielos.

ABC 26/03/2023

Tan fácilmente la gente acepta nuevas leyes, que afirman ser buenas

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

10 de julio de 2013

Mi niña, tus oraciones están siendo respondidas y mi Hijo intervendrá por tu intención especial. Debes rezar por todos aquellos en el mundo que están siendo engañados en creer que el mal es bueno. Esta telaraña de engaño ha cubierto a la humanidad a tal extensión, que muchos ya no pueden diferenciar entre las Leyes de Dios y la maldad del maligno, cuando él se manifiesta entre vosotros.

Tan fácilmente la gente acepta nuevas leyes, que afirman ser buenas – para el bien de todos – cuando, de hecho, disfrazan el pecado mortal a los Ojos de Dios.

La batalla persiste entre aquellos quienes defienden las Leyes de Dios y aquellos que las profanan. Aquellos que públicamente defienden las Leyes de Dios son satanizados y declarados ser crueles y malvados. El engaño y las mentiras, que llenan a aquellos que dicen que aman a la humanidad, son vistos claramente cuando públicamente justifican el pecado mortal. Cuán astuto es el maligno.  Tan pocos entienden su influencia en sus vidas o cómo les tuerce su razonamiento.

Sed consolados, queridos hijos, en el conocimiento de que yo, la Madre de la Salvación, puedo derrotar al maligno en medio de entre vosotros. Debéis recurrir a mí cada vez que os sintáis agobiados por el poder que él ejerce en vuestras naciones. Yo destruiré su influencia, cuando pongáis vuestra petición ante mí.

Por favor recitad esta Cruzada de Oración (113) Para vencer el mal en nuestra tierra

“Oh Madre de la Salvación, ven en medio de nosotros y cubre nuestra tierra con tu protección.

Aplasta la cabeza de la bestia y acaba con su perversa influencia entre nosotros.

Ayuda a tus pobres hijos perdidos a levantarse y hablar la Verdad, cuando estamos rodeados de mentiras.

Por favor, Oh Madre de Dios, protege nuestra tierra y mantennos firmes, para que podamos permanecer leales a tu Hijo en nuestro tiempo de persecución. Amén.”

Nunca debéis aceptar argumentos que permitan que leyes malvadas sean  creadas, las cuales dictan cómo vivír vuestras vidas, de acuerdo a la Palabra de Dios. Cuando las leyes infiltran vuestras tierras, destruyen almas.

Confiad en mí, la Madre de la Salvación, para ayudar a rescatar las almas de aquellos que vosotros amáis y de aquellos entre los que trabajáis. Recurrid a mí y yo prometo que cubriré vuestra nación con mi Santísimo Manto.

Vuestra amada Madre

Madre de la Salvación

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