La muerte de Lutero ¿Cómo fue realmente?

Testimonio de Ambrosio Kudtfeld, un testigo y hombre de confianza del “reformador” quien, lejos de narrar una angina, versión protestante, dice lo siguiente.

P. Javier Olivera Ravasi

¿Cómo murió Lutero?

La versión oficial protestante narra que el mayor artífice de la ruptura cristiana falleció de muerte natural, el 15 de febrero de 1546, luego de un viaje a Eisleben y padeciendo una angina en el pecho; ¿fue realmente así?

Un estudioso alemán contemporáneo, Dietrich Emme, ofrece una versión muy diferente en una revisión de los hechos. En su “Martin Luther, Seine Jugend und Stu­dienzeit 1483-1505. Eine doku­mentarische Darstelleng[1] (“Mar­tín Lutero: La juventud y los años de estudio desde 1483 al 1505. Bonn 1983”) señala que Lutero se suicidó; pero no es el único en señalarlo.

Asimismo, un psicoanalista freudiano, M. Roland Dalbiez,en su estudio sobre “La angustia de Lutero”[2],le atribuye «…una neurosis de angustia gravísima, tan grave que uno puede preguntarse si no ha sido debida a un estado-límite en la frontera entre la neurosis, por una parte, y el “raptus suicida”, por otra, un automatismo teleológico anti-suicida»[3].

Sí; Lutero tuvo tendencias suicidas, como puede corroborarse en sus mismas “Tischreden” (“Charlas de sobremesa”) donde se reporta, entre otras, una de sus conversaciones con el pastor Güben, Leonhard Beyer, ocurrida en el año 1551:

«Nos dijo que, cuando estaba prisionero, el diablo lo había malvadamente atormentado y que había reído de todo corazón cuando él (Lutero) tomó en su mano un cuchillo, diciéndole: “¡Ve adelante! ¡Suicídate!” (…). Esto me ha ocurrido muy a menudo, tanto como para ponerme en la mano un cuchillo… y que pensamientos malvados me venían a la mente de tal modo, de manera de no poder ya rezar»[4].

Algo análogo narra en 1606 el franciscano Heinrich Sedulius, en su “Preaescriptiones adversus haereses” al traer a colación el valioso testimonio de Ambrosio Kudtfeld, un testigo y hombre de confianza del “reformador” quien, lejos de narrar una muerte a causa de una angina, dice:

«Martín Lutero, la noche antes de su muerte, se dejó vencer por su habitual intemperancia y en tal exceso que fuimos obligados a llevarlo, completamente alcoholizado, y colocarlo en su lecho. Luego, nos retiramos a nuestra cámara, ¡sin presentir nada desagradable! A la mañana siguiente, volvimos junto a nuestro señor para ayudarlo a vestirse, como de costumbre. Entonces – ¡oh, qué dolor! – ¡vimos a nuestro señor Martín colgando del lecho y estrangulado miserablemente! Tenía la boca torcida, la parte derecha del rostro negra, el cuello rojo y deforme»[5].

Efectivamente en aquella época se usaban camas elevadas, sostenidas por columnas.

«Frente a este horrendo espectáculo, ¡fuimos presos de un gran temor! ¡Corrimos, sin retardo, a los príncipes, sus convidados de la víspera, a anunciarles el execrable fin de Lutero! Ellos, llenos de terror como nosotros, nos comprometieron en seguida, con mil promesas y los más solemnes juramentos, a observar, respecto de aquel suceso, un silencio eterno, y que nada trascendiera. Luego, nos ordenaron quitar del cabezal el horrible cadáver de Lutero, ponerlo sobre su lecho y divulgar, después, entre el pueblo, que el “maestro Lutero” ¡había abandonado de improviso esta vida»[6].

El mismo Maritain señala que el doctor De Coster, quien examinó a Lutero, el rostro negro y con su cuello rojo y deforme[7].


También el sacerdote oratoriano Bozio, en su libro “De Signis Ecclesiae”, publicado en 1592[8], señala que un doméstico del reformador indicó que su señor fue encontrado ahorcado de las columnas de su lecho; lo mismo dice el Dr. Géorges Claudin[9].

Como bien señala el P. Villa, al parecer “Lutero, entonces, no murió de muerte natural, como se ha escrito falsamente en todos los libros de historia del protestantismo, sino que murió suicida, en su mismo lecho, después de una esplendorosa cena en la cual, como de costumbre, ¡había bebido desmesuradamente y se había saciado de comida fuera de todo límite!”[10].

Él, que había despotricado contra la Iglesia, el Papado y la doctrina católica, moría un 15 de febrero de 1546 a las tres de la mañana, la anti–hora de la redención. Pocos días después sería trasladado a Wittemberg, el 22 de ese mes, paradójicamente, la fiesta de la Cátedra de San Pedro, cátedra contra la que había luchado durante toda su vida. Es triste: pero así acaban los que mal andan…

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi

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[1] Vale la pena decir que los dos historiadores más competentes en Alemania acerca de la vida de Lutero, el Dr. Theobald Beer y el Prof. Remigius Baumer, han corroborado tanto el material, como los documentos citados por Emme.

[2] Roland Dalbiez, L’angoisse de Luther, Tequi, Paris 1974.

[3] Luigi Villa, Martín Lutero. Homicida y suicida, Civiltà, Brescia s/f, 5 (http://www.chiesaviva.com/lutero%20omicida%20e%20suicida/lutero%20homicida%20y%20suicida.pdf), 8.

[4] Luigi Villa, op. cit., 12-13.

[5] Ibídem, 16. El texto en latín puede verse en Heinrici Seduli ex Ordine Minorum, Praescriptiones adversus haereses, Officina Plantiniana, Amberes 1606, 257 pp. (online, aquí: http://bajarlibros.co/libro/f.-heinrici-seduli-ex-ordine-minorum-praescriptiones-adversus-haereses/bwjIJTfTtzjt2o2G/).

[6] Ibídem. Es interesante coincidencia, Maritain cuenta en su libro Tres reformadores, que muchos amigos, compañeros y primeros discípulos de Lutero también acabaron suicidándose.

[7] El dato que trae Maritain se encuentra en la edición francesa; no en la castellana.

[8] Tomás Bozio, De signis Ecclesiae Dei, Pedro Landry, Lyon 1593-1594, 3 vols.

[9] Géorges Claudin, La mort de Luther, Noisy-Le-Sec, Paris 1900, 99 (puede consultarse aquí: http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k9323938.r=).

[10] Luigi Villa, op. cit., 17.

Infocatolica

Estoy presente en la Eucaristía a pesar de la mala interpretación de Mi Promesa

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

14 de abril de 2011

Mi muy querida bienamada hija no te preocupes, estás mejorando en la manera en la que reservas tiempo para dedicarlo en oración a Mí. Ahora, es importante que el hombre comprenda que para acercarse a Mi Corazón debe comprender la necesidad de recibir el Sacramento de la Sagrada Eucaristía.

Mucha gente, incluyendo otros grupos cristianos, niega Mi Presencia Real en la Eucaristía. No está claro el por qué han decidido negar las promesas que hice en Mi Última Cena, cuando prometí que les daría Mi Carne y Sangre como comida y alimento para sus almas. Lo que está claro es que el Milagro de la Sagrada Eucaristía, presente en todos los Tabernáculos del mundo, Existe hoy y está ahí para llenar sus pobres, malnutridas y vacías almas con Mi Presencia. Esta Presencia les fortalecerá de tal manera que una vez que se acostumbren a recibirme, el día que no lo hagan se sentirán perdidos.

Muchos cristianos ignoran una de las promesas más fundamentales que hice durante Mi Crucifixión, que Yo estaría Presente en el Pan y el Vino y dejaría una marca permanente para ayudar a nutrir las almas. Demasiado razonamiento humano ha significado que Yo haya sido rechazado incluso por cristianos bien intencionados. Estos mismos cristianos no pueden recibir la Sagrada Eucaristía en su Forma Verdadera. Se les dio a todos ustedes la Sagrada Eucaristía como un gran Regalo para redención y salvación de ustedes. Rechazar el hecho de que Estoy Presente, significa que ustedes están perdiendo gracias especiales, que son parte de un pacto para traerme aún más cerca de sus corazones.

Recuerden que cuando morí por ustedes fue para guiarlos hacia la vida eterna y la salvación. Recíbanme como la Presencia Viva y sus almas se encenderán en formas que ustedes no creerían posibles. Vuelvan a recibir Mi Cuerpo y Sangre. Permítanme eliminar sus dudas. Este es uno de los errores más grandes que los cristianos han cometido, el negarme la entrada a sus almas de esta manera. Esto ofende grandemente a Mi Padre Eterno por el Sacrificio implicado para salvar el alma de ustedes. Déjenme traerles Luz y Alimento a sus vidas. Estarán más inclinados a aceptar la verdad de Mis Enseñanzas, después de que El Aviso tenga lugar.

Recuerden lo que prometí durante Mi Última Cena, que cuando tomen el pan y el vino, este se convertirá para ustedes en Mi Cuerpo y Mi Sangre. Cualquier otra interpretación ha sido distorsionada por la lógica y el razonamiento humanos. Ahora, comprendan y acepten la Verdad.

Su amoroso Salvador

Jesucristo

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