Nos llega este artículo del Padre Bonifacio, de mayo de 2025, tras la elección de Prevost como sucesor de Bergoglio. Por su interés lo reproducimos aquí.
¡Ave María Purísima!
Por Padre Bonifacio
“¡Que pase el siguiente!»
Ya no está Bergoglio en Roma, ahora está Prevost. Muchos han desempolvado estos días las profecías sobre los últimos Papas, como hicieran en 2013. En aquella ocasión, no pocos adaptaron con trampas las profecías de San Malaquías y la visión de Conchita de Garabandal de los últimos Papas, para hacerlas decir lo que no decían: que la cuenta incluía a Bergoglio, y por ello Bergoglio sería «el último Papa» de la lista, y luego ya vendría «el malo».
Me gustaría saber qué dicen ahora todos aquellos que en aquel entonces defendían con uñas y dientes tan peregrina tesis. ¿Es Prevost el malo? ¿O han vuelto a hacer un truco de prestidigitador para hacer decir ahora otra cosa a esas profecías? ¿O los acérrimos de Garabandal han dejado de creer en Garabandal de repente?
No, aquella interpretación no era la correcta. Y no sabemos qué otro error podrán defender ahora estos intérpretes interesados.
Lo cierto es que la profecía de San Malaquías ofrece lemas para los Papas hasta Benedicto XVI, quien fue «la gloria del olivo», que significa que él tenía la unción papal (el aceite es la gloria del olivo), porque durante un tiempo convivieron dos aparentes Papas, ambos vestidos de blanco y ambos viviendo en el Vaticano. Pero sólo Benedicto era verdadero Papa.
Tras la muerte de Benedicto, estamos en sede vacante. La profecía de San Malaquías luego predice un tiempo de persecución y tribulación, en el que llegará un misterioso «Pedro Romano» y luego es el fin. No cabe interpretar que Pedro Romano fue Bergoglio ni que lo es Prevost. Según las visiones de Marie-Julie Jahenny durante un éxtasis el 29/09/1882, sería «tras largos meses» de sede vacante durante los cuales habría «dos antipapas consecutivos» reinando sobre la Santa Sede.
Y la visión de Conchita de Garabandal a la muerte de Juan XXIII, ¿qué nos dice? Que quedaban tres Papas, aunque en realidad serían cuatro, pero la Virgen no contaba a uno porque reinaría muy poco tiempo: Pablo VI, Juan Pablo I (33 días), Juan Pablo II y Benedicto XVI. E igual que en el caso de San Malaquías, se termina la lista.
¿Y luego?
Luego, entraríamos en el fin de los tiempos y el reinado de Cristo. Es decir, que estamos desde la muerte de Benedicto XVI en la hora final.
No sirven las trampas para pasar gato por liebre (Bergoglio o Prevost como Pedro Romano) ni torcer la visión de Garabandal para contar a partir de Pablo VI y así poder meter uno más, pues la cuenta de Conchita es a la muerte de Juan XXIII. Eso es lo que hay. Eso es lo que tenemos.
El último Papa fue Benedicto XVI, no es necesario insistir en las múltiples pruebas jurídico-canónicas, y demás señales evidentes de esta realidad y de la nulidad del «pontificado de Francisco». Desde la muerte de Benedicto, el 31 de diciembre de 2022, hace casi dos años y medio, la sede petrina está vacante. La muerte de Bergoglio no ha cambiado sustancialmente nada, simplemente creó un problema para los que mantienen esta farsa para secuestrar el Vaticano y así gobernar la estructura visible de la Iglesia contra la voluntad de Dios y contra los fines de la Iglesia, para destruirla.
Era necesario colocar a un nuevo actor, un farsante convenientemente adiestrado y preparado para esta mascarada, pero sobre todo, para que el plan trazado no se detenga.
El falso cónclave de 2013 estuvo marcado por varias irregularidades y por varias señales. Se sabe que Bergoglio fue «elegido» en la quinta votación del día, cuando sólo se pueden realizar cuatro cada día, dos en la sesión de la mañana y dos en la sesión de la tarde.
La falsa renuncia de Benedicto estuvo marcada por los dos rayos que cayeron en la cúpula de San Pedro del Vaticano, marcando el inicio de la hora de las tinieblas, con Satanás cayendo… en este caso para tomar la cúpula de la Iglesia. La fumata blanca que anunció la elección de Bergoglio se presentó acompañada de una gaviota que se posó sobre la chimenea: el ave pirata y ladrona, señalando que esa elección era para traer a un usurpador.
En el falso cónclave de 2025, nuevamente hubo un rayo sobre San Pedro, partido en dos, señalando los dos impostores que siguen el plan de engaño al servicio de Satanás. La cúpula, tras arrasar en estos 12 años Bergoglio, además ha perdido su luminosidad, apareciendo ahora totalmente oscurecida. Además, hubo un terremoto de 2,9 grados en la escala Richter durante el falso cónclave. Si es un signo del final de los tiempos, podríamos ir al Apocalipsis 2,9: «Conozco tu tribulación y tu pobreza – aunque eres rico – y las calumnias de los que se llaman judíos sin serlo y son en realidad una sinagoga de Satanás». Dejo al lector la posible aplicación de este texto de la Sagrada Escritura que habla de los falsos judíos que se llaman judíos (referencia a una impostura religiosa), y de la sinagoga de Satanás (no sólo son falsos, sino que en realidad sirven al diablo, y están reunidos…); además, el texto cita un contexto en que la Iglesia padece «tribulación, pobreza y calumnias».
Pero además, la fumata blanca vino precedida, apenas unos segundos antes, por la presencia nuevamente de una gaviota, que en este caso no se posó sobre la chimenea, en señal de enseñorearse el mal sobre el resultado, sino que se presentó para regurgitar una rata y dar de comer a sus pollos.
El resultado del nuevo cónclave, como en 2013, sigue controlado por el príncipe de las tinieblas, que nos trae ahora un espíritu inmundo, como es inmundo el alimento de carne de rata, para terminar de pervertir y profanar todo lo santo… y a cualquiera que abra la boca para comer de este bocado envenenado que se ofrece a los católicos con este nuevo falso pontificado, como tras comer el bocado de la última cena entró en Judas Satanás para llevar a término el plan trazado para la traición a Cristo.
Ahora estamos viviendo la traición a la Iglesia.
Ambos falsos pastores no han querido calzar los zapatos rojos papales, signo de estar dispuesto un Papa a derramar su sangre y a dar su vida por la Iglesia como Cristo, el Buen Pastor. No es el caso. Y es que «el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador» (Jn 10,1). Hay una diferencia abismal: «El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10,10).
Por encima de todo, el cónclave en sí ha sido posiblemente el más irregular de cuantos se hayan dado en la historia de la Iglesia. Para empezar, siendo nulo el «pontificado de Francisco», todos los «cardenales» nombrados por él en realidad no son cardenales. La presencia de uno solo de ellos invalidaría el cónclave, pero fueron 108 los no-cardenales presentes. Para seguir, el documento que rige los Cónclaves, Universi Dominici Gregis establece («confirmo como máximo este número») un máximo de 120 electores para un cónclave; y esa norma fue confirmada por el Motu Proprio Normas nonnullas de Benedicto XVI. La presencia de un elector más de esa cifra invalidaría el cónclave. No fue uno, sino 13 electores más de lo permitido (nótense las resonancias masónicas del número 13), los que votaron en este sanedrín una nueva traición a Cristo y a su Cuerpo místico. Cuando algunos cardenales fueron confrontados con esta irregularidad antes del cónclave respondieron con suma ligereza y despreocupación que si Francisco había nombrado más cardenales de la cuenta implícitamente se puede entender que su voluntad era ampliar el número de los electores.
Ciertamente, un Papa puede cambiar las normas en vigor, pero, en primer lugar, Bergoglio no era Papa válido, y además, ¡nunca cambió la norma! La simple imputación de una intencionalidad nunca expresada… no es suficiente para permitirse transgredir una norma o abolir un documento que sirve como garantía de la validez de un cónclave, ni más ni menos.
Los señores cardenales estaban tomándose muy a la ligera cosas muy serias, y parece que no le daban ninguna importancia, cuando se supone que era precisamente lo que se esperaba de ellos. Todo es una demostración de que la ley no importa, porque la verdad no importa. Lo que importa es el plan trazado y llevarlo a cabo como sea.
Pero es que además, uno de los verdaderos cardenales, el cardenal John Njue, arzobispo emérito de Nairobi, no participó en el cónclave en unas circunstancias muy oscuras y confusas que podrían por sí solas ser motivo (otro más) para impugnar este falso cónclave. De hecho, en una primera instancia se informó desde el Vaticano que él había declinado participar por motivos de salud, luego él informó que sí quería participar pero no había sido invitado (como sí había sido invitado en 2013): «Sinceramente no sé por qué fui excluido, no entiendo el motivo […]. No es por motivos de salud, realmente, es difícil comentar», dijo a un periódico. La nunciatura en Kenia se apresuró a contradecirle diciendo que sí le habían cursado una invitación (declaraciones por boca del arzobispo actual de Nairobi, extrañamente), y el Vaticano a desdecirle con otro argumento contradictorio con la presunta tesis de la nunciatura: que los cardenales no necesitan invitación, y que además la nunciatura confirmó al cardenal Re que Njue no iría por motivos de salud: todos se escudan en la nunciatura,… pero la nunciatura calla. Entendemos, además, que la invitación no es sólo un formalismo, sino que va unida a temas diplomáticos, burocráticos y logísticos, para garantizar el viaje y el pasaje de avión.
Y además está la cuestión de los cardenales con derecho a voto a la muerte del Papa, es decir, de Benedicto XVI, que por cumplir posteriormente 80 años no ha sido convocados, cuando sí debían haberlo sido.
Sea como fuere, el cónclave, viciado de raíz y estrangulado por varias irregularidades objetivas, a pesar de todo, se desarrolló como si no pasase nada. Otro paso más en la impostura. Y eso, a pesar del escrito dirigido por el profesor Joseph Seifert al cadenal decano Giovanni Battista Re, explicando los graves motivos por los que se hacía necesario posponer el cónclave hasta realizar una investigación imparcial y profunda que aclarase si el pontificado de Francisco había sido válido o no, y por tanto quiénes tenían derecho ahora a participar en un cónclave. Y a pesar de las denuncias presentadas en el Vaticano en los meses anteriores primero por el investigador Andrea Cionci, argumentando los graves y evidentes motivos por los que Bergoglio nunca había sido Papa y por los que la «declaratio» de Benedicto no había sido una verdadera y válida renuncia; o las seis denuncias presentada por el sacerdote Janvier Gbénou y avaladas por cientos de firmas, contra Jorge Mario Bergoglio (pidiendo que se aclare si son ciertas o no estas denuncias: de haber cometido abusos sexuales a novicios jesuitas en Argentina, de pertenecer a la masonería, de ser inválida la «renuncia» de Benedicto XVI, de contener herejías el magisterio de Francisco, de aprobar la esterilización directa al haber autorizado la histerectomía, de no estar protegido por la infalibilidad papal ante sus errores doctrinales y morales) como cuestiones cruciales a ser respondidas antes de que se reuniese un nuevo cónclave.
Aunque hay constancia de que algún proceso (entre las varias denuncias registradas en el Vaticano) sigue su curso (como la denuncia presentada el pasado verano por Andrea Cionci), los hechos manifiestan que no hubo la voluntad (no decimos ya que lo que no hubo fue la más mínima prudencia) de posponer el cónclave hasta que los fieles tengamos la claridad y la certeza de que lo que se está haciendo es correcto, y podamos tener un verdadero Papa sin sombras de duda. Al contrario, los más oscuros nubarrones se ciernen sobre este evidente nuevo falso pontificado.
A no ser que un grupo representativo de Obispos o cardenales denunciasen estas imposturas, algo a estas alturas altamente improbable, la única forma humana de sanar esta situación sería que el propio Prevost dimitiese y encargase un estudio serio de la verdad de los cargos presentados, pues aunque haya denuncias presentadas y que parece que siguen su curso, no podemos confiar en una justicia parcial controlada por los infractores. Pero si no hay voluntad de sanar todo este cúmulo de irregularidades, ilegalidades, despropósitos y desafueros arrogantes, procaces y cínicos, es que no se defiende la verdad sino que se trata de ocultar el engaño, la impostura, que sigue su curso. Y donde no hay amor a la verdad, no puede estar presente el bien. No se trata simplemente de una confusión, una imprudencia o un error que perezosamente no se desea corregir, sino de una impostura que obstinada y maliciosamente se pretende mantener. La única fuerza de esta impostura es la ocultación de la verdad, pues hecha la luz todo el engaño caería por tierra, y el único objeto de la misma es realizar el mayor mal que es posible realizar en la tierra: la perversión de lo sagrado, desnaturalizando la doctrina, la moral y el culto de la Iglesia de Dios. No se trata de otra cosa, ni podemos esperar otros frutos de esta impostura. Por eso, cada día que pasa en que Prevost no se aparta para hacer espacio a la luz de la verdad, se hace más culpable de gravísimos delitos.
De hecho, pesan sobre el propio Robert Prevost algunas denuncias por encubrimiento de abusos sexuales y pederastia desde hace décadas. Por mucho menos algunos Obispos han tenido que renunciar a sus cargos. Incluso una de las víctimas apareció muerto en extrañas circunstancias apenas unos días antes del falso cónclave.
Sin embargo, pareciera que la mayor parte de los Obispos, clero y fieles no quieren ver el grave peligro que se cierne sobre la Iglesia. Pareciera que una gran mayoría está abducida por la impostura, y otros que han luchado contra los errores de Bergoglio, que lo han considerando no sólo hereje sino antipapa, se han cansado de luchar y prefieren comprar el engaño de esta maniobra de marketing en que nos han cambiado al carcelero de la prisión. El jefe secuestrador se ha ido, y muchos no quieren admitir que el que le ha sustituido es un compinche suyo, un nuevo jefe secuestrador. Como tomados por un gigantesco síndrome de Estocolmo, una mayoría de fieles ahora quiere hacerse fuerza para convencerse de que pueden confiar en su secuestrador, que éste será «distinto» y que por eso hay que darle una oportunidad. Tras ser muy maltratados por el «poli malo», han caído en las manos del «poli bueno» a quien quieren ahora de modo voluntarista entregar su confianza, sin apercibirse de que se trata de un nuevo ejecutor del mismo plan, pero con otra presentación, necesaria para hacer caer en el engaño a muchos de los más renuentes a ceder a la impostura de Bergoglio.
Pero si Prevost fuese «bueno» como algunos bienintencionados quieren creer, ¿acaso no debería reconocer las gravísimas irregularidades que han venido ocurriendo desde 2013 y que le comprometen directamente? ¿Acaso no debería reconocer que es un antipapa y pedir a los cardenales válidos que realicen un cónclave verdadero? Si es antipapa, como es, daría igual que fuese bueno o malo, con saber que no es Papa debería ser suficiente para todos nosotros.
Pero Prevost ha sido preparado para este momento por Bergoglio, Podesta y Soros.
Plasma la continuación del plan, de la «primavera vaticana», que no ha dado todos sus amargos frutos todavía. De hecho, los frutos que se le resistieron a Bergoglio, con un grupo numeroso de fieles reluctantes y críticos, ahora quiere recogerlos Prevost… y muchos están cayendo en la trampa.
Nuestra fe no se basa en una vana confianza en los hombres, menos en un impostor antipapa: eso solo ya sería motivo de grave alerta, pues ¿puede venir de Dios un antipapa que sabe que lo es y que no quiere que se aclare la legalidad en la casa de Dios? Pero es que además, su propósito sigue siendo el de destruir la Iglesia, no nos llevemos a engaño.
Prevost ya ha exigido «plena adhesión» al «magistral» legado bergogliano. Eso significa que si Bergoglio, el primer impostor, tuvo que romper con el magisterio de la Iglesia y crear un neo-magisterio herético, apóstata y cismático, Prevost, este segundo impostor, lo tiene mucho más fácil: puede apoyarse en el falso magisterio de Bergoglio. Si el anterior usurpador se citaba prácticamente sólo a sí mismo, y cuando citaba a santos, doctores y Papas era casi siempre para tergiversarlos, el actual okupa ya puede citar a otro, no sólo a sí mismo: a Bergoglio (no hay que ser un lince para saber que será su principal » definió Bergoglio, sino que simplemente la ejecutó, pues estaba delineada mucho antes, por parte de Carlo Maria Martini principalmente, y de sus camaradas de San Galo y otras logias, que concretaron los deseos más oscuros de los peores enemigos (masónicos) de la Iglesia de Cristo. Bergoglio aderezó esa línea «magisterial» con oportunos toques woke y de la agenda 2030, al albur de los consejos más recientes, no ya de los sabios de Sión, sino de los Soros, Podesta, Klaus Schwab y compañía. Es de esperar, igualmente, que Prevost siga también las convenientes consignas para los próximos años que provengan de lo más granado del globalismo y satanismo internacional.
El fin no justifica los medios. La necesidad de un Papa en la Iglesia no permite aceptar a un antipapa con la vana esperanza de que sea «mejor» que el destructor antipapa anterior. Ya decía la profecía de Jeremías: «Maldito el hombre que confía en el hombre y hace de la carne su apoyo» (Jr 17,5). No se trata de pasar revista y esperar «que pase el siguiente», a ver si en algún momento la situación mejora. La realidad es obstinada y, además, haríamos bien en tener en cuenta las profecías, que nos aportan la luz suficiente como para entender que este desbarajuste no tiene solución humana, pero que no debemos desesperar, pues el Señor vuelve pronto.
Él es el «siguiente» a quien debemos esperar.
Pero cuando regrese el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?”
Padre Bonifacio
A continuación mensaje de Nuestro Señor escrito 5 días antes de la elección de Bergoglio, que es un compendio de lo que llevarán a cabo esos dos, Bergoglio y Prevost, ambos con el espíritu del Falso Profeta.
Él ha sido enviado a desmantelar Mi Iglesia y romperla mil pedazos
Mensaje del Libro de la Verdad 🏹
08 de marzo del 2013
Satanás está furioso contra Mi Iglesia en la tierra y su infestación continúa propagándose dentro de sus muros.
El astuto impostor, que ha permanecido a la espera entre los bastidores, pacientemente, pronto declarará su reinado sobre Mis pobres incautos siervos sagrados. El dolor que infligirá es demasiado duro de soportar para Mí, y aún así, su reinado culminará en la depuración final del mal desde dentro del núcleo de Mi Iglesia.
Él Ha manipulado cuidadosamente su posición y pronto su actitud pomposa se verá rodeada por su espléndida corte. Su orgullo, arrogancia y la auto-obsesión serán al principio cuidadosamente ocultados al mundo. Para el mundo exterior, un suspiro de alivio se escuchará cuando las trompetas repiquen para anunciar su mandato como jefe de Mi Iglesia.
Mi Cuerpo es Mi Iglesia, pero no va a ser para Mí, Jesucristo, él prometerá su fidelidad, porque no posee ningún amor por Mí. Su fidelidad es a la bestia y cómo va a reír y a burlarse de Mis siervos sagrados que le apoyan.
Él que se atreve a sentarse en Mi Templo, y que ha sido enviado por el maligno, no puede decir la verdad, porque no proviene de Mí. El ha sido enviado para desmantelar Mi Iglesia y romperla en mil pedazos antes de que la escupa por su repugnante boca.
Mi Cuerpo es Mi Iglesia. Mi Iglesia está todavía viva, pero sólo aquellos que dicen la Verdad y se adhieren a la Santa Palabra de Dios pueden ser parte de Mi Iglesia en la tierra. Ahora que el insulto final sea manifestado en Mi contra, Jesucristo, por la Sede de Pedro, comprenderéis finalmente la Verdad.
El Libro de la Verdad, predicho a Daniel, para el tiempo del fin, no será tomado a la ligera por los integrantes de Mi Iglesia, porque su contenido enfermará a Mis amados siervos sagrados cuando se den cuenta de que digo la verdad.
El falso profeta –el que se hace pasar como el líder de Mi Iglesia– está preparado para colocarse las túnicas, que no fueron hechas para él.
Él profanará Mi Sagrada Eucaristía y dividirá Mi Iglesia por la mitad y luego a la mitad otra vez.
Él hará esfuerzos para despedir a los fieles seguidores de Mi amado Santo Vicario el Papa Benedicto XVI, designado por Mí.
Él erradicará a todos los que son fieles a Mis Enseñanzas, y los echará a los lobos.
Sus acciones no serán visibles inmediatamente, pero pronto las señales serán vistas mientras se dispone a buscar el apoyo de los influyentes líderes mundiales y de aquellos en puestos altos.
Cuando la abominación eche raíces, los cambios serán repentinos. Los anuncios por parte de él para crear una Iglesia Católica unificada al enlazarse con todos los credos y otras religiones, vendrán poco después.
Él dirigirá la nueva única-religión mundial, y reinará sobre las religiones paganas. Él abrazará el ateísmo al hacer más débil el estigma que él dirá está asociado con la búsqueda de los así llamados “derechos humanos”. Todos los pecados, a los Ojos de Dios, serán considerados aceptables por esta nueva Iglesia que todo lo incluye.
Cualquiera que se atreva a desafiarlo será buscado y castigado. Aquellos sacerdotes, obispos y cardenales que se opongan a él serán excomulgados y despojados de sus títulos. Otros serán intimidados y perseguidos junto con muchos sacerdotes que tendrán que pasar a la clandestinidad.
A aquellos Mis pobres siervos sagrados que reconocéis Mi Voz ahora, por favor escuchadme mientras me acerco a vosotros para llevaros consuelo. Yo nunca os pediría que rechacéis Mi Iglesia en la tierra porque fuí Yo, vuestro amado Salvador, quien la creó. Ofrecí Mi Cuerpo como el Sacrificio Vivo para salvaros. Se os ha dado la responsabilidad de testificar en Mi nombre, para salvar las almas de aquellos a los que instruís y guiáis.
Todo lo que podéis hacer es confiar en Mí y continuar sirviéndome. Lo que no debéis hacer es aceptar cualquier doctrina presentada a vosotros y la cual sabréis, inmediatamente, que no está de acuerdo con Mis Enseñanzas. Debéis hacer lo que os dice vuestro corazón, pero sabed esto:
Este período va a causar un profundo dolor y la cruda aflicción que experimentaréis cuando veáis cómo Mi Iglesia será profanada os dejará llorando. Pero debéis reconocer las mentiras que os han de ser presentadas como lo que son –un insulto a Mi muerte en la Cruz.
Esta destrucción puede resultar en el colapso de la estructura de Mi Iglesia. Los cambios y adaptaciones de los edificios, junto con el nuevo templo creado para la única iglesia mundial serán manufacturados y colocados en Roma.
Tened la seguridad de que, al igual que Mi Templo es profanado, Yo, Jesucristo, el Salvador de toda la humanidad, seré descartado y arrojado a la cuneta.
Vuestro Jesús
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