El mismo Vaticano que habla alto cuando sigue las narrativas de la élite de repente prefiere hablar en voz baja cuando la víctima es un guerrero cultural protestante «pasado de moda».
El 3 de junio de 2020, Francisco aprovechó su audiencia del miércoles para nombrar a George Floyd, denunciar el racismo, hacer un llamado a la reconciliación nacional y encomendar Estados Unidos a Nuestra Señora de Guadalupe. Fue una intervención moral, pública y plena, pronunciada desde el púlpito papal al mundo, y los canales del Vaticano la amplificaron de inmediato.
Ahora, pensemos en septiembre de 2025. Charlie Kirk, activista protestante evangélico, confidente del vicepresidente y quizás el organizador juvenil más reconocido de la derecha estadounidense, es asesinado mientras daba un discurso en la Universidad del Valle de Utah. Las autoridades afirman que el motivo aún se investiga; los informes hasta la fecha describen a un sospechoso con influencias de izquierda en internet y confirman que el asesinato ocurrió en pleno evento, en el escenario, frente a miles de personas. Independientemente de la opinión que se tenga sobre la política de Kirk, esta fue la ejecución pública de una figura pública cristiana en pleno campus estadounidense.
¿Cuál fue la respuesta de Roma? Ni un Ángelus. Ni una oración en la audiencia general. En cambio, Leon planteó el asesinato en privado con el embajador estadounidense: una frase insertada en el comunicado de la embajada sobre una reunión «cálida y constructiva». En otras palabras, una mención a puerta cerrada sin una sola palabra directa a los fieles. El contraste con 2020 no podría ser más marcado. Francisco salió al balcón y a la radio por Floyd; Leo susurró sus condolencias en un salón diplomático por Kirk. El mismo Vaticano que habla alto cuando sigue las narrativas de la élite de repente prefiere hablar en voz baja cuando la víctima es un guerrero cultural protestante pasado de moda.
Algunos objetarán que Kirk no era católico. Cierto, e irrelevante. La Santa Sede suele hablar públicamente de víctimas no católicas cuando quiere influir en el debate moral. En todo caso, la identidad protestante de Kirk agudiza la inconsistencia: Francisco lamentó públicamente la muerte de una «víctima de injusticia» no católica en 2020; León limitó sus comentarios sobre un protestante asesinado a charlas diplomáticas privadas en 2025. Esa asimetría no es prudencia pastoral. Es imagen. Mientras tanto, la Iglesia estadounidense capta el mensaje: algunas muertes merecen el megáfono de Roma, otras merecen un paréntesis.
La propia postura religiosa de Kirk hace que el silencio sea más revelador. Se alzó como un abanderado del nacionalismo cristiano, asociándose frecuentemente con católicos y hablando en términos explícitamente cristianos, incluso cuando los medios de comunicación destacaron su origen evangélico. Si Roma quería advertir contra la violencia política, defender la libertad de expresión o simplemente orar públicamente por su alma y su afligida familia, contaba con todos los precedentes y todos los micrófonos. Optó por la discreción. Esa decisión dice más que cualquier alocución.
El tratamiento silencioso de los obispos
La USCCB nunca pierde la oportunidad de hacer alarde de su poder moral cuando la víctima encaja en la narrativa mundial. Cuatro días después de la muerte de George Floyd, el arzobispo José Gómez tenía lista una declaración pulida sobre el racismo, la brutalidad policial y la reconciliación, con el sello de la plena autoridad de la conferencia episcopal. Los puntos de discusión coincidieron con lo que dijo CNN. La Iglesia institucional se esforzó al máximo para demostrar que lo entendía.
Avanzamos rápidamente hasta 2025. Charlie Kirk es asesinado a tiros en el escenario frente a miles de estudiantes universitarios; un asesinato político de una figura pública cristiana. Pasaron cuatro días. ¿Y de la USCCB? Nada. Ni una sola declaración colectiva, ni siquiera un cliché: «Oramos por el descanso de su alma y el consuelo de su familia». Silencio.
Obispos individuales hablaron: Burbidge en Arlington, Solis en Salt Lake City, y algunos otros con tópicos piadosos, pero la conferencia en su conjunto, la misma que puede emitir comunicados de prensa sobre el cambio climático y la inmigración en un abrir y cerrar de ojos, de repente se quedó sin palabras. La «voz profética» de la Iglesia en Estados Unidos no tuvo el valor de decir una merecida oración por el evangélico asesinado.
¿Por qué? Porque Kirk no es la víctima adecuada. La muerte de Floyd promovió una narrativa preferida; la muerte de Kirk expone la podredumbre del odio político y la violencia izquierdista. Uno es útil, el otro inconveniente. Y así, los pastores guardan silencio.
No es solo cobardía, es catequesis por omisión. Los obispos enseñan a los católicos que algunas vidas merecen el lamento litúrgico y las lágrimas del Vaticano, mientras que otras es mejor no mencionarlas para evitar que las personas equivocadas se ofendan. En 2020, la Iglesia ofreció a Nuestra Señora de Guadalupe a Estados Unidos por George Floyd. En 2025, ofreció susurros diplomáticos por Charlie Kirk.
El silencio no es neutral. Es una decisión, y en este caso, vergonzosa.
Deflector del Papa
Tomemos el caso de uno de los fanáticos papales en X, cuya cuenta se autodenomina «Papa Respetuoso». Un apodo más adecuado sería Papa Deflector, porque eso es precisamente lo que hace: desviar cualquier crítica, cualquier inconsistencia, cualquier escándalo.
Cuando Francisco invocó públicamente a George Floyd, se suponía que era noble y profético. Cuando León XIV ni siquiera menciona a Charlie Kirk, salvo en un susurro diplomático, de repente sería «extraño» esperar que el papa actuara como un líder moral. Se nos dice que el papado debe estar por encima de la «política estadounidense».
Pero observen la prestidigitación. El papado puede criticar duramente el muro fronterizo de Trump, denunciar los combustibles fósiles y canonizar la diversidad, la equidad y la inclusión, pero si alguien pregunta por qué el asesinato de un líder cristiano conservador no merece una sola oración pública, de repente el papa debe ser protegido de la politización. No se trata de trascender la política. Se trata de mantener al papado alineado con la política correcta.
El Papa Deflector y sus secuaces no protegen a la Iglesia del partidismo. Están blanqueando la hipocresía papal. La caridad católica y el rigor intelectual de sus discípulos quedaron patentes en sus reacciones a mi condena del sacrílego concierto de rock/drones que Leo ofreció en San Pedro mientras el mundo lloraba a Charlie Kirk:
“Por sus frutos los conoceréis.” Mateo 7:16.
DeathChurch en cifras
Un nuevo análisis del Directorio Católico Oficial revela lo que ya se rumorea. En la diócesis estadounidense promedio, hay aproximadamente una recepción de un niño no infantil en la Iglesia por cada 413 católicos; muchas sedes grandes se quedan atrás, mientras que unas pocas diócesis más pequeñas lideran con conversiones proporcionalmente robustas. El discurso ostentoso sobre el «discipulado misionero» ha dado lugar a una oficina de servicios desde la cuna hasta la tumba: bautizar a los bebés, enterrar a los abuelos y contar las recepciones por docenas, no por cientos. Los pocos casos atípicos, el «milagro» de Raleigh, la cultura de invitación de Tulsa y la administración intencional de Wichita, solo resaltan lo poco común que es la conversión de adultos. Las almas no están irrumpiendo. Están entrando poco a poco.
El reportaje de Ziegler profundiza en cómo las diócesis clasifican a «infante» frente a «menor», pero la confusión en cuanto a las definiciones no altera el panorama. La autocomplacencia de la Iglesia por la evangelización suena hueca cuando la mayoría de las parroquias no logran ni un solo converso adulto al año, mientras que las diócesis del Cinturón Bíblico superan con creces a los bastiones católicos tradicionales.
Las cifras de la encuesta de León: Aplausos como éxito apostólico
Pew ahora nos dice que el 84% de los católicos estadounidenses ven a Leo con buenos ojos, y la mayoría de los no católicos también lo aprueban. ¿Asisten a misa semanalmente? El 95%. Los titulares de prensa se deshacen en aplausos: «A los estadounidenses les gusta lo que han visto hasta ahora». Por supuesto que sí. Leo habla con fluidez sobre ONG, creación, migración y sinodalidad, y mantiene la discreción. La popularidad no es la marca de Pedro; la fidelidad sí. Cristo nos advirtió lo que significa que «todos hablen bien de ti». Sin embargo, Leo se inclina hacia los aplausos mientras las conversiones se estancan y el testimonio público se clasifica según las modas.
¿Una iglesia de la cruz o de compromiso?
Este fin de semana, el Vaticano se envolvió en el lenguaje de la Cruz, los mártires y la misión. En Lampedusa, León elogió los gestos de bienvenida y llamó a una cultura de reconciliación. En la Sala Clementina, instó a una teología dialógica para un mundo en paz. Durante el Ángelus, predicó Juan 3,16 y el poder salvador del Crucificado; en San Pablo Extramuros, honró a los mártires de los siglos XX y XXI. Todo cierto en abstracto. Sin embargo, en la práctica, la reconciliación sin verdad se convierte en un solvente moral. El martirio reducido a un panel de ideas ecuménico desangra la doctrina. Si la Cruz es simplemente un símbolo de encuentro, entonces deja de ser el escándalo por el cual se juzga el error y se convierte a los pecadores.
¿Por qué escribimos?
Por eso existen Substacks como este. Cuando los obispos miden el éxito por los titulares, cuando las parroquias miden la salud por el número de bebés, cuando los papas miden la compasión por el prestigio cultural, alguien tiene que denunciar la traición. Trad Inc. no lo hará. Los medios neocatólicos no lo harán. Así que nosotros sí. La sangre de los mártires una vez sembró una Iglesia. Hoy, corre el riesgo de convertirse en un comunicado de prensa. Y ese es el escándalo que nos negamos a disimular.
https://bigmodernism.substack.com/p/from-floyd-to-kirk-the-selective
No podéis impartir la Verdad cuando vuestro ego busca popularidad
Mensaje del Libro de la Verdad 🏹
10 de diciembre de 2013
Mi amadísima hija, cómo me duele ver tanta gente aceptando la falsa humildad, que se encuentra detrás del humanismo, que es tan favorecido por aquellos en Mi Iglesia.
Mi Labor como Salvador y Redentor de la raza humana ha sido ahora olvidado. La falsa humildad, dentro de Mi Iglesia, seguirá siendo presenciada y todos aplaudirán a los que promueven la necesidad de cuidar del bienestar material de los necesitados. Todo esto dará lugar a una falsa religión.
¿Cuándo, los que os llamáis siervos de Dios, decidísteis reemplazar la Verdadera Palabra de Dios con vuestra propia interpretación errónea de la misma? ¿Cuándo decidísteis reemplazar al Cristianismo con el humanismo, donde no se hace mención de Mí? ¿No sabéis que nada resulta, de lo que no viene de Dios? Qué poco habéis aprendido y qué necios sois, si creéis que vuestras supuestas buenas obras – concentradas en el bienestar material – pueden alguna vez reemplazar a la Verdad.
Cuando ignoráis vuestra labor principal – la doctirna más importante para salvar las almas de los hijos de Dios – entonces nunca podréis decir que sois siervos Mios. ¡Qué fácil es para vosotros convocar para salvar a los pobres, los miserables y a los miembros económicamente desfavorecidos de vuestra sociedad! Siguiendo esta ruta equivocada, en la que buscáis la admiración del mundo por vuestras así llamadas buenas acciones, entonces olvidáis la labor más importante, para la que fuísteis llamados. Esto es para servir a Mí, vuestro Jesús. No es para la búsqueda de popularidad personal en Mi Santo Nombre. ¿De qué le sirve a alguien tener las comodidades de la vida cuando no pueden salvar su alma? Si buscáis la admiración del mundo secular, a través de actos públicos, pensados para que os hagáis populares, entonces no cargáis Mi Cruz. Si no me imitáis, entonces no podéis hablar por Mí. No podéis impartir la Verdad cuando vuestro ego busca popularidad.
Cuando olvidáis el Sacrificio que Yo hice para salvar vuestras almas, entonces no podéis servirme. Cuando un sacerdote olvida la razón por la que se hizo servidor Mío, su caída de la gracia es diez veces más que la de un alma común. Porque cuando él mismo se quita de Mi, se lleva consigo a las almas que influye y que confían en su juicio. Oíd ahora, siervos Míos, este, Mi Llamado para salvar las almas de todos aquellos por los cuales habéis sido designados mediante el Sacramento del Orden Sacerdotal. Cuando falléis en repetir lo que os han enseñado, vosotros no instruís la Verdad. Cuando promovéis el humanismo y animáis a esas almas dentro de vuestra diócesis a hacer lo mismo, vosotros me rechazáis. Me sustituís, a Jesucristo, con el deseo no sólo de promover la justicia social, sino para buscar la admiración por vuestras buenas obras a los ojos de los demás. La admiración de los demás y vuestro deseo de ser populares significa que ya no estáis a Mi servicio. Cuando ya no estáis más a Mi servicio, os permitís/exponéis a caer en el error, y pronto ya no me reconoceréis en absoluto de la manera en que se supone que debiera ser.
Sólo los pocos, los elegidos, estarán a Mi servicio hasta el último Día. En ese Día, muchos de los que se llaman servidores en Mi Iglesia sobre la Tierra llorarán y gritarán pidiéndome que les muestre Misericordia. Para entonces, ellos me habrán perdido miles de millones de almas y porque muchos de ellos estarán tan atrapados en la abominación, que no podrán entender la verdad de su destino, hasta que sea demasiado tarde.
Despertad aquellos de vosotros que estáis incómodos con el sentimiento de desolación y confusión, que os rodea como servidores Míos en este momento. Permaneced firmemente enraizados en la Verdad en todo momento. Recordad vuestra labor como Mis siervos sagrados, que es alimentar a Mi Rebaño con la Verdad y aseguraros que ellos reciban el Alimento necesario para salvar sus almas.
Vuestro trabajo consiste en traerme almas.
Vuestro Jesús
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