¿Dicen los hombres que Dios te ha rechazado? Bueno, ¿y qué?; el alma que se siente segura piensa, debe pensar: “Dios es justo y bueno, ve las causas de las cosas y es más benigno, más que el mejor de los hombres, infinitamente benigno; por tanto, no me rechazará si apoyo mi rostro lloroso sobre su pecho y le digo: “Padre, sólo Tú me quedas; tu hijo está desconsolado y abatido; dame tu paz…”.
El Evangelio como me ha sido revelado o Poema de El Hombre Dios.
Esta obra es un compendio de visiones que María Valtorta tuvo de la vida de Jesús hace dos mil años, caminando junto a los apóstoles, junto a Su Madre. En fin, una verdadera maravilla de la revelación privada en la que no estamos obligados a creer, pero que sin duda enriquece el alma.
3) Segundo año de la vida publica de Jesus.
Yendo hacia Arimatea con los discípulos y con José de Emaús
Señor, ¿qué vamos a hacer de éste? -pregunta Pedro a Jesús señalando al hombre -de nombre José -que los sigue desde que han dejado Emaús y que ahora escucha a los dos hijos de Alfeo y a Simón, que se ocupan de él de modo particular.
Ya lo he dicho: viene con nosotros hasta Galilea.
-¿Y luego?…
-Luego… se quedará con nosotros; ya verás…
-¿También él discípulo? ¿Con ese pasado?
-¿También tú fariseo?
-¡No! Pero… lo que me parece es que los fariseos nos vigilan demasiado…
-Y si lo ven con nosotros nos crearán dificultades. Es lo que quieres decir, ¿no? ¿Y entonces, por temor a que nos molesten, tendríamos que dejar a un hijo de Abraham a merced de su desolación? No, Simón Pedro; es un alma que puede perderse o salvarse según el tratamiento que se dé a su profunda herida.
-¿Pero, ¿no somos nosotros ya tus discípulos?…
Jesús mira a Pedro y sonríe con finura. Luego responde:
-Te dije un día, hace muchos meses: “Vendrán otros muchos discípulos”. E1 campo de acción es vastísimo; los obreros, debido a esta vastedad, serán siempre insuficientes… y, también, porque muchos acabarán como Jonás: perdiendo su vida en el duro trabajo. Pero vosotros seréis siempre mis predilectos -termina Jesús, arrimando a sí a este Pedro apurado que con la promesa se ha tranquilizado.
-Entonces viene con nosotros, ¿no?
-Sí. Hasta que su corazón recobre la salud. Está envenenado de tanta animadversión como ha tenido que tragar. Está intoxicado.
Santiago, Juan y Andrés alcanzan al Maestro y se ponen también a escuchar.
No podéis evaluar el inmenso mal que un hombre puede hacer a su congénere con una actitud de hostil intransigencia.
Os ruego que recordéis que vuestro Maestro fue siempre muy benigno con los enfermos espirituales. Sé que opináis que mis mayores milagros y principal virtud se manifiestan en las curaciones de los cuerpos. No, amigos… Acercaos también los que vais delante y los rezagados; el camino es ancho y podemos andar en grupo.
Todos se arriman a Jesús, que prosigue:
-Mis principales obras, las que más testifican mi naturaleza y mi misión, las en que recae, dichosa, la mirada de mi Padre, son las curaciones de los corazones, tanto cuando son sanadoras de uno o varios vicios capitales como cuando eliminan la desolación que abate el ánimo, persuadido de estar bajo sanción divina y abandonado de Dios.
¿Qué es un alma, si pierde la seguridad de la ayuda de Dios? Es como una delgada correhuela: no pudiendo seguir aferrada a la idea que constituía su fuerza y dicha, se arrastra por el polvo. Vivir sin esperanza es horroroso.
La vida es bonita dentro de sus asperezas -sólo si recibe esta onda de Sol divino. El fin de la vida es ese Sol. ¿Es lóbrego el día humano?, ¿está empapado de llanto y signado con sangre? Sí. Pero saldrá el Sol. Se acabarán, entonces, dolor y separaciones, asperezas y odios, miserias y soledades de momentos angustiosos, de momentos de ofuscación. Luminosidad, entonces, canto y serenidad, paz y Dios, Dios, que es el Sol eterno. Fijaos qué triste está la Tierra cuando hay eclipse. Si el hombre dijese para sí:
“El Sol ha muerto”, ¿no le parecería, acaso, vivir para siempre en un hipogeo, como emparedado, enterrado, difunto antes de haber muerto? ¡Ah…, pero el hombre sabe que más allá de ese astro que oculta al Sol, que hace fúnebre al mundo, sigue estando el radiante Sol de Dios!
Así es el pensamiento de la unión con Dios durante una vida. ¿Hieren los hombres?, ¿despojan a otros de sus bienes?, ¿calumnian? Sí. Pero Dios medica, reintegra, justifica… ¡y con medida colmada! ¿Dicen los hombres que Dios te ha rechazado? Bueno, ¿y qué?; el alma que se siente segura piensa, debe pensar: “Dios es justo y bueno, ve las causas de las cosas y es más benigno, más que el mejor de los hombres, infinitamente benigno; por tanto, no me rechazará si apoyo mi rostro lloroso sobre su pecho y le digo: “Padre, sólo Tú me quedas; tu hijo está desconsolado y abatido; dame tu paz…”.
Ahora Yo, el Enviado, el enviado por Dios, recojo a aquellos a quienes el hombre ha confundido, o han sido arrastrados por Satanás, y los salvo. Ésta es mi obra, ésta es verdaderamente mía. El milagro obrado en los cuerpos es potencia divina, la redención de los espíritus es la obra de Jesucristo, el Salvador y Redentor. Pienso, y no yerro, que estos que han encontrado en mí su rehabilitación ante los ojos de Dios y los propios serán mis discípulos fieles, los que podrán arrastrar con mayor fuerza a las turbas hacia Dios, diciendo:
“¿Vosotros pecadores? Yo también. ¿Vosotros descorazonados? Yo también. ¿Vosotros desesperados?
También yo. Ved cómo, a pesar de todo, el Mesías ha tenido piedad de mi miseria espiritual y me ha querido sacerdote suyo; porque El es la Misericordia y quiere que se persuada de ello el mundo (y nadie es más capaz de persuadir que quien tiene propia experiencia)”.
Yo, ahora, a éstos los uno a mis amigos y a los que me adoraron desde el momento de mi nacimiento, es decir, a vosotros y a los pastores; los uno, en particular, a los pastores, a los curados, a aquellos que, sin especial elección como la de vosotros doce, han entrado en mi camino y habrán de seguirlo hasta la muerte. En Arimatea está Isaac. Me ha pedido esto José, amigo nuestro. Tomaré conmigo a Isaac para que se una a Timoneo, cuando llegue.
Si prestas fe a que en mí hay paz y razón de toda una vida, podrás unirte a ellos; serán para ti buenos hermanos».
-¡Oh, Consolación mía! Es exactamente como Tú dices. Mis grandes heridas, tanto de hombre como de creyente, se van curando cada hora que pasa. Hace tres días que estoy contigo, y ya me parece como si eso que, hace sólo tres días, era mi tormento fuera un sueño que se va desvaneciendo. Lo hice, sí, pero, ante tu realidad, cuanto más va pasando el tiempo, más va perdiendo sus extremos cortantes. Estas noches he pensado mucho. En Joppe tengo un pariente que es bueno (aunque haya sido causa involuntaria de mi mal, pues por él conocí a aquella mujer). Que esto te diga si podíamos saber de quién era hija… ¿De la primera mujer de mi padre? Sí, lo habrá sido, pero no de mi padre; llevaba otro nombre y venía de lejos. Conoció a mi pariente por unas transacciones de mercancías. Yo la conocí así. Mi pariente ambiciona mis negocios. Y se los voy a ofrecer, porque sin dueño se perderían. Los adquirirá. Incluso por no sentir todo el remordimiento de haber sido causa de mi mal… Así podré bastarme y seguirte tranquilo. Sólo te pido que me concedas la compañía de este Isaac que nombras; tengo miedo de estar solo con mis pensamientos: son demasiado tristes todavía…
-Te daré su compañía. Tiene buen corazón. El dolor lo ha perfeccionado. Ha llevado su cruz durante treinta años. Sabe lo que es el sufrimiento… Nosotros, entretanto, continuaremos. Nos alcanzaréis en Nazaret.
-¿No nos vamos a detener en casa de José?
José está probablemente en Jerusalén… El Sanedrín tiene mucho que hacer. De todas formas lo sabremos por Isaac. Si está, le llevaremos nuestra paz; si no, nos quedaremos sólo a descansar una noche. Tengo prisa de llegar a Galilea. Allí hay una Madre que sufre -porque tenéis que pensar que hay a quien le apremia causarle dolor -y quiero confortarla.
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Mis mensajes son para todas las religiones y credos, incluyendo a aquellos que no creen

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹
17 de abril de 2012
Mi muy querida bienamada hija, sabe que Mis mensajes dados a tí son para el mundo entero.
Están siendo dados a todas las religiones y credos, incluyendo a aquellos que no creen en la existencia de Dios el Padre Eterno, Creador del mundo entero.
Hijos, debéis saber que debido a haberos sido dadas la Verdad del Dios Trino, la Santísima Trinidad, que está compuesta por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tenéis la responsabilidad de proclamar Mi Santa Palabra al mundo entero.
Aunque creáis o no que Yo os hablo a través de estos mensajes o no, debéis ayudar a esas pobres almas que necesitan Mi protección, para que así puedan ser salvadas.
Muchos se preguntan ¿por qué estos mensajes se refieren a satanás tantas veces? Mi respuesta es ésta:
Satanás y sus ángeles caídos recorren la Tierra buscando infestar a los seres humanos.
Ellos les atacan a través de los sentidos principalmente, para alentarles a cometer pecados de la carne.
Ponen pensamientos dentro de sus mentes, para que así cometan atrocidades, las cuales ofenden a Mi Padre.
En el caso de las almas, ya en pecado, ellos pueden poseer el cuerpo. Cuando esto sucede, estas pobres almas posesas, crean estragos alrededor de ellas.
Si esas almas están en puestos de poder, pueden infligir terribles injusticias sobre aquellos que ellos gobiernan.
Introducirán leyes, que desafían a los Diez Mandamientos establecidos por Dios Padre.
En otros casos, causarán gran angustia en las vidas de las personas.
La negatividad es causada por satanás y sus ángeles demonios. Esta no proviene de Dios.
Solo paz y amor pueden provenir de Dios.
Para todos aquellos que quieran librar sus vidas de pensamientos y sentimientos negativos, todo lo que requieren es la devoción a Mí, su bienamado Jesucristo.
La oración, simple conversación, es suficiente. En vuestras propias palabras, pedidme que os ayude.
Dicho con el corazón, Yo responderé inmediatamente y os ayudaré a llegar más cerca de Mi sagrado Corazón.
Por favor, hijos, dejadme teneros cerca y daros el consuelo que anheláis en un mundo lleno de infelicidad, injustica, crueldad y odio.
Soy vuestro salvavidas. Solo Yo puedo ayudaros. Por favor, llamadme con esta Cruzada de Oración (45): Para vencer los pensamientos negativos
“Oh Jesús, conozco tan poco de Ti,
pero por favor, ayúdame a abrir mi corazón para dejarte entrar en mi alma,
para que así puedas sanarme, consolarme y llenarme con Tu Paz.
Ayúdame a sentir alegría, vencer todos los pensamientos negativos y aprender la manera de hacerme comprender cómo complacerte,
para que así yo pueda entrar en Tu Nuevo Paraíso, en donde pueda vivir una vida de amor, alegría y maravilla Contigo, por los siglos de los siglos.
Amén”
Os amo a todos vosotros queridos hijos, no importa de qué credo seáis, no importa cuánto hayáis pecado, herido o causado daño a otros.
Solo Yo puedo cambiar la forma en que vivís.
La única forma de liberaros de la difícil vida que lleváis, es llamándome, para que así pueda ayudaros.
Vuestro bienamado Jesús