Lo grave de esta forma de proceder es que no sólo afecta al texto bíblico en sí, sino que además muestra una actitud que bien se puede calificar de impía, ya que ataca a la Revelación divina misma.
Por José Arturo Quarracino
En nuestros dos últimos artículos[1], mostramos el uso deformante y falaz que el obispo de Roma ha hecho en dos ocasiones de la parábola de las bodas del hijo de un rey (Mt 22, 1-14), distorsionando y falseando totalmente el texto y poniendo en boca de Jesucristo frases y palabras inexistentes, inventadas por el pontífice.
Lo grave de esta forma de proceder es que no sólo afecta al texto bíblico en sí, sino que además muestra una actitud que bien se puede calificar de impía, ya que ataca a la Revelación divina misma.
¿Por qué hacemos esta afirmación, que puede sonar dura o irrespetuosa? Como es bien sabido, en el Catolicismo la Revelación divina es la expresión de la Palabra de Dios y de su Voluntad, y como tal fuente de la Fe que anima la vida de la Iglesia toda y de cada uno de sus miembros.
Tres son los ejes que a través de los cuales se manifiesta Dios mismo: la Sagrada Escritura (Biblia), la Tradición y el Magisterio eclesiástico.
En este sentido, la Palabra divina no se expresa en forma directa e inmediata, sino mediante y a través de la palabra humana escrita expresada en los textos que constituyen el contenido de los ejes mencionados. Es decir, en la Revelación es Dios el que habla, pero expresándose en lenguaje humano, para poder ser entendido.
En el caso de la Biblia, es Dios mismo el que habla y se revela, a través del lenguaje humano aportado por los distintos y numerosos escritores y redactores de los libros que componen la Biblia, en un periodo concreto de la historia y exclusivamente en tres idiomas: arameo, hebreo y griego.
Pero ningún lenguaje ni idioma humanos puede expresar y contener en sí mismo la Palabra de Dios, quien ha elegido expresarla a través de dos lenguas especificas: la semítica y la griega, pero con un sentido y significado que trasciende el límite temporal-espacial de la redacción textual, ya que tienen vigencia eterna, “hablan” en todos las épocas y en todos los idiomas.
Porque en realidad, y así lo define el Catecismo de la Iglesia Católica, los textos sagrados tienen en sí un doble sentido: literal y espiritual. El primero es lo que efectivamente dice la letra del texto -expresado en un determinado lenguaje epocal-, mientras que el segundo tiene tres manifestaciones posibles: alegórico, anagógico y moral[2]. El sentido literal es la base y fundamento inconmovible de todo significado de la Sagrada Escritura: “Todos los sentidos [de la Biblia] se basan en el sentido literal”[3].
Significa entonces que ninguna interpretación de la Biblia es válida si se deja de lado el sentido literal del texto, ya que se convierte en falaz o mendaz, o en el mejor de los casos, en una divagación. Este mal proceder no deja de ser una falta de respeto a Dios mismo, al manipular o deformar su Palabra.
Lo grave de la actitud del obispo de Roma es que en su intento de hacer de la Iglesia Católica una institución impregnada y sustentada en una especie de cristianismo globalista (monseñor Héctor Rubén Aguer dixit), se ha lanzado este año a deformar y denigrar la Revelación Divina , cancelando el bimilenario Magisterio eclesiástico, abandonando la Tradición (litúrgica y doctrinal) y, lo peor de todo, deformando y degradando la interpretación de la Sagrada Escritura, en el fondo prostituyéndola.
Pero no solo ha ocurrido esto con el pasaje mateano citado, sino también con la cuestión que le planteara el periodista argentino Jorge Fontevecchia en la entrevista en el segundo de los artículos citado en la nota 1.
En esa oportunidad, el entrevistador le pregunta a don Jorge Mario “¿Cómo llegó a la conclusión de que la Iglesia debía ser comprensiva con la cuestión de los divorciados?”, la respuesta fue “lo dice Jesús, me ganó de mano”, para agregar inmediatamente “a todos los que estaban con problemas, Jesús… ‘que vengan, que vengan’”. Para apoyar estas afirmaciones, el entrevistado recurre al pasaje evangélico mateano, sin que nada lo justifique, ya que este último se refiere alegóricamente al fin de los tiempos, no a la situación de los divorciados.
Respecto al divorcio, en rigor de verdad es totalmente falso y mendaz lo que ha dicho el pontífice, porque en ningún pasaje de los cuatro Evangelios Nuestro Señor Jesucristo ha sido “comprensivo” con el tema de los divorciados, sino todo lo contrario, tal como está escrito en el capítulo 10, versículos 1-9 del Evangelio según san Marcos:
“Y levantándose de allí va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde él y, como acostumbraba, les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: ‘¿Puede el marido repudiar a la mujer?’. Él les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?’. Ellos le dijeron: ‘Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla’. Jesús les dijo: ‘Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre’”.
Y respecto al adulterio, dice Jesús en el Evangelio según san Lucas, capítulo 16, versículo 18:
“Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una repudiada por su marido, comete adulterio”.
Además, el pasaje del capítulo 8 del Evangelio según san Juan, versículos 3-11 -el caso de la mujer adúltera (que la Tradición asocia a santa María Magdalena)- muestra claramente que de ninguna manera Jesucristo es “comprensivo” con el adulterio: allí el Señor afirma claramente “Vete, y en adelante no peques más”.
Pero por el contrario, quien se supone que es su Vicario les dice a las prostitutas, travestis y trans que “Dios las quiere así como son” y las bendice, mostrándose más “misericordioso y comprensivo” (???) que Jesucristo, tal como lo ha afirmado días pasados un lacayo eunuco del pontífice en un texto repudiable.
En todo caso, queda claro que lo dicho por el obispo de Roma sobre este tema en el citado reportaje se basa en una mentira total, fruto de la manipulación y deformación que hace el pontífice de la Sagrada Escritura, en una muestra cabal y evidente de la falta de respeto que le “profesa” a la Palabra de Dios. En definitiva, se trata de un ataque y desafío no solo a la institución eclesial, que es Cuerpo de Cristo, sino al mismo Nuestro Señor Jesucristo, mostrando que quien se supone es o debería ser el “Vicario de Cristo” llamado por el mismo Señor a “apacentar su grey” es en realidad superior a Él.
En este punto, es imposible no tener presentes las palabras proféticas proclamadas por san Pablo, quien afirma textualmente: “Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario que se eleva sobre todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamar que él mismo es Dios” (2Tes 2, 3-4).
Primera vez en la historia de la Iglesia de Cristo que un ‘pontífice’ se rebela tan abierta, clara, impiadosa e impúdicamente contra su Jefe y Cabeza. Ante semejante locura, solo podemos mantenernos firmes en la Fe y lealtad a Nuestro Señor y rezar por la conversión y sanación del alma descarriada y poseída por el maligno enemigo[4], que en su confusión y soberbia pretende poner a la Iglesia Católica en manos del Imperialismo Internacional del Dinero y de sus gerentes depredadores, ad maiorem Soros et Rothschild gloriam.
Mantenerse firmes en la Fe y no decaer significa también tener presente que en los últimos tiempos “La venida del Impío estará señalada por el influjo de Satanás, con toda clase de milagros, señales, prodigios engañosos, y todo tipo de maldades que seducirán a los que se han de condenar por no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado. Por eso Dios les envía un poder seductor que les hace creer en la mentira, para que sean condenados todos cuantos no creyeron en la verdad y prefirieron la iniquidad” (2Tes 2, 9-12).
Don Jorge Mario Bergoglio dice que en la Iglesia tienen que entrar “todos, todos, todos”. A través de san Pablo, Dios dice que habrá una “venida del Impío” y que algunos se dejaran seducir y “se habrán de condenar por no creer en la Verdad”. No es muy difícil saber a quien hay que escuchar y obedecer.
José Arturo Quarracino
4 de setiembre de 2023
[1] Las falacias de la “Iglesia” bergogliana (Las falacias de la…) y Las falacias de la iglesia bergogliana-2da. Parte(Las falacias de la…).
[2] Catecismo de la Iglesia Católica, Primera Parte, Primera Sección, Capitulo Segundo, articulo 3, nn. 115-118.
[3] Santo Tomas de Aquino, Suma Teológica, Primera Parte, Cuestión 1, articulo 10, ad. 1.
[4] En Oración por la conversión y sanación de Jorge Mario Bergoglio – gloria.tv
La Palabra de Dios nunca podrá ser modificada

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹
28 de septiembre de 2014
La Palabra de Dios, como fué establecida por Él, y la Palabra dictada a Mis Santos Apóstoles, fue la base sobre la que Mi Cuerpo Místico, la Iglesia, fue construida.
La Palabra Eterna es el fundamento sobre el que se asienta la Iglesia. No es al revés. La Palabra de Dios es Eterna – está fundida en piedra. Es el fundamento de la Verdad. La base de Mi Iglesia no puede ser sacudida, pero el edificio que está edificado sobre ella, puede ser cambiado y modificado. Sin embargo, si el edificio cambia, entonces la fundación no podrá sostenerlo si se aparta de la estructura del edificio para el que fue diseñado.
La Palabra de Dios nunca podrá ser modificada, ya que nunca puede cambiar. Porque ¿cómo podría? Dios no dijo una cosa para que signifique otra. La Iglesia debe estar al servicio de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no está al servicio de aquellos miembros de Mi Iglesia que puedan sentirse de forma diferente. Atrévanse a manipular la Palabra y vosotros me traicionaréis a Mí, Jesucristo. Yo Soy la Iglesia. Mi Cuerpo es la Iglesia y todo lo que brota de Mí es sagrado. Porque en tanto que la Verdad sea sostenida por vosotros, siervos sagrados Míos, podéis representarme. Mientras vosotros confiéis en Mí y me honréis y os aseguréis de que los procedimientos adecuados estén en su lugar dentro de Mi Iglesia, entonces podéis decir que sois Míos.
Cuando Dios dictó los Evangelios, por el Poder del Espíritu Santo, la Palabra ha sido presentada utilizando diferentes expresiones, pero, de cualquier manera, sigue siendo la misma. Cuando Dios habló a través de los profetas y esos apóstoles Míos, bendecidos con el Don del Espíritu Santo, el lenguaje era claro, sencillo y con autoridad. Lo mismo se puede decir de hoy, cuando Dios habla a Sus profetas. El lenguaje es claro y simple y es entregado con autoridad, porque viene de Dios. Las palabras pronunciadas por Mí, vuestro Redentor, son fieles a Mi Santa Palabra contenida en las Escrituras, porque vienen de la misma Mano. Por lo tanto, todo el que os dé una nueva versión de la Verdad, que sea difícil de entender, difícil de seguir y vaga, tened cuidado. Cuando la Verdad es torcida, una doctrina falsa emanará de ella. Estará llena de agujeros; ilógica y exactamente lo contrario de la Santa Palabra de Dios.
Cuando os digan que Dios aceptará el pecado por Su Misericordia sabed que esto es una mentira. Dios aceptará el alma arrepentida, pero nunca el pecado, porque esto es imposible.
Aferraos a la Verdad en todo momento, ya que sin ella, estaréis viviendo una mentira.
Vuestro Jesús
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