Convertida por el anillo de Santa Juana de Arco

Extraordinario testimonio de conversion tras 49 años de ateísmo.

Por hna. Marie de la Sagesse, S.J.M.*

Yo creo…

La tarde del 4 de marzo del 2016, Nicolás de Villiers recién llegado de Inglaterra, presentó a sus más allegados una primicia: el anillo de Juana de Arco. Sin duda un privilegio único que tuvieron los ‘puyfoleses’, como se les llama a los voluntarios que trabajan en Puy du Fou (https://www.quenotelacuenten.org/2018/11/20/le-puy-du-fou-un-sueno-de-infancia-recension-y-anticipo-de-lo-que-llega-a-espana/). Acto seguido la preciada reliquia sería guardada en un cofre transparente y bien cerrado para ser venerada en la capilla del castillo.

En efecto, luego de una verdadera odisea y orgulloso de haberla conseguido en una subasta pública de Londres nada menos que por 376.833 €, allí estaba el hijo de Philippe de Villiers mostrando la misteriosa joya con los nombres de Jesús y María grabados en letras góticas. (https://www.quenotelacuenten.org/2016/03/28/la-unica-reliquia-de-santa-juande-de-arco-vuelve-a-francia/). Todos podían venerarla haciendo una simple fila y hasta ¡tocarla! pues excepcionalmente ese día la tenían al alcance de la mano…

Nicolás de Villiers en Londres luego de la compra de la reliquia.

Fui invadida por un sentimiento de amor infinito, maravilloso, indescriptible. Mi corazón se funde, mi inteligencia vacila hacia lo Eterno. ¿Qué pasó? A la velocidad de un rayo, la evidencia se me impuso: Yo creo. Creo en una entidad o en un ser invisible. Mi mamá siempre me decía: ‘Eres como santo Tomás, crees solo en lo que ves’. Atea desde mi nacimiento, tuve la impresión de haber sido ciega y sorda durante 49 largos años vacíos de sentido. Comprendí, con una luminosa certeza, que fui amada por este ser inmenso escondido en el más allá. No habiendo jamás vivido algo parecido durante mi vida ‘de antes’, mi espíritu cartesiano se topó con este torrente de amor que me inundó desde la cabeza hasta los pies. (pp. 12-13).

Anillo de santa Juana de Arco

Sin imaginar las consecuencias, Sonia se alejó rápidamente. Todavía inmersa en su experiencia, el mundo exterior se le volvió ajeno: “Las personas me hablaban, pero yo solo veía sus labios moverse. No los escuchaba, tenía zumbidos en mis orejas. Fui sumergida por la emoción. Solo quería una cosa: volver a ver el anillo, besarlo y abrazarlo fuerte en mi corazón. ¿Me volví loca? Preferí eclipsarme pues creí que me iba a desmayar. Estaba ansiosa de contarle todo a mi marido que no estaba allí. ¿Comprenderá lo que me acaba de suceder? Algunos amigos me acompañaron al parking, pero nadie pareció darse cuenta de mi estado. Bajo el cielo estrellado, cada uno contó su impresión luego de haber visto el anillo. En cuanto a mí, fui incapaz de verbalizar lo que me sucedía. Preferí guardar mi secreto y partir discretamente…” (pp. 13-14).

Luego de confiarle a su esposo la singular experiencia, Sonia se fue a dormir entre dudas y certezas, pensando que el cansancio le había jugado una mala pasada y diciéndose para sí misma: “Mañana todo habrá terminado…”

¡Qué equivocada estaba! En realidad, era el principio de una nueva vida que acababa de comenzar, pues “¡Llegaba de tan lejos…!” (p.15).

Con este genuino e impresionante testimonio comienza el libro: Convertie par l´anneau de Jehanne d´Arc. Ed. Salvator, 2023, recién publicado en Francia y escrito por Sonia Drapeau. Una vendeana de 56 años, madre de siete hijos y atea convencida, que fue fulminada por el poder del anillo en un abrir y cerrar de ojos… Atrás quedaron todos sus prejuicios cartesianos desvanecidos como tela de una araña.

La abuela Juana…

Ahora bien, vayamos al principio de su historia. No fue casualidad que la madre de Sonia se llamara… Juana, y de niña la apodaran Juanita, igual que a la doncella de Orleáns, aunque a esta mujer el catolicismo le quedaba bastante lejos… Condenada a la infertilidad de por vida, según el parecer de varios médicos, luego de doce años Juana quedó embarazada. Y la ciencia tuvo que confirmar lo que habían negado numerosos estudios: ¡un corazoncito latía en su seno!

Luego de un embarazo complicado y un parto de mucho riesgo, nació Sonia totalmente violácea pues el cordón umbilical la había ahorcado durante varios minutos. A pesar de la indiferencia de sus padres, la bebé fue bautizada sin mucho algarabío en la misma sala del hospital gracias a la insistencia de un familiar que conocía bien el valor del primer sacramento, puerta de todos los demás.

Sonia pasó su infancia en Cholet, corazón de la Vendée, donde sus padres tenían un pequeño bar. Ya en la escuela pública fue presa de varios maltratos causados por un maestro resentido que le dejaron traumas emocionales y serios retrocesos en su aprendizaje. Sin embargo la realidad se impuso y con solo 12 años, la niña debió ocuparse de la salud delicada de sus padres y demás asuntos de la casa, todo lo cual, la hizo madurar de golpe.  

Casada por iglesia con su mejor amigo de la adolescencia, Philippe, un bautizado no practicante, ambos apostaron por la vida desde el primer momento, a pesar del desacuerdo que Juana manifestó cuando Sonia le anunció la buena nueva

– “¡Mamá, vas a ser abuela!

– ¿Qué? ¡Qué desastre querida… es necesario que abortes!”, ¡Sic! (p. 38.).

Su único argumento eran razones económicas, ya que su hija tenía un sueldo básico como enfermera de ambulancias. A Dios gracias, Sonia no le llevó el apunte. No solo no abortó, sino que tuvo cuatro hijos seguidos, y como si fuera poco, adoptó tres más que vinieron con el pan bajo el brazo. De hecho, a su marido nunca le faltó trabajo, al punto que Sonia pudo dejar las ambulancias para dedicarse de lleno a sus niños que, sin embargo, crecieron a la buena de Dios… sin fe, ni bautismo.

Evidentemente la abuela Juana era dura de roer. Un domingo que se festejaba el día de la madre, Sonia quiso visitarla con sus siete criaturas para llevarle un ramo de flores, pero la anciana rechazó la propuesta con la excusa que harían mucho lío. Murió en su casa cuatro días después de un accidente cerebrovascular. Ya a los pies del cajón, sus nietos pudieron acercarse sin hacer demasiado alboroto, dejándole a Juanita las ansiadas rosas.

Cuando sus hijos entraron en la adolescencia, Sonia retomó el trabajo, esta vez como asistente familiar, y hasta se ofreció como voluntaria en el espectáculo nocturno de Puy du Fou, donde conoció un entorno más católico del que solía frecuentar.

Una cosa blanca

La mañana siguiente al encuentro con la reliquia, Sonia se despertó atónita: “Este fuego interior quemaba todavía mi corazón (…) lo que viví entonces era real, el cansancio no era la causa. La fe estaba allí, en el fondo de mi alma (…) No comprendía lo que me sucedía y eso me daba miedo (…) ¿Cómo nombrar a esta entidad, a este ser misterioso? De algo estaba segura: mi transformación interior era inexplicable” (p. 47).

A pesar de su sincero apoyo, Philippe no pudo responder a la catarata de preguntas que su esposa le fue haciendo a medida que le contaba lo sucedido: “En el momento que toqué el anillo, fue como si el cielo se me hubiera caído encima. Fui presa de algo muy fuerte. No tengo palabras. Desde ese momento tengo la certeza de que un ser extraordinario existe más allá de nosotros. Tú que eres creyente, ¿eso significa tener fe?” (p.14).

En medio de tantas dudas, Sonia se acordó de una amiga de la infancia, católica practicante, que quizás podría ayudarla y la llamó para compartirle su experiencia bajo estricto secreto. “Pero ¡es formidable! Hace diez años que rezo todos los días por tu conversión, incluso también recé por la de toda la familia en Lourdes”, contestó Ágata con total espontaneidad del otro lado del teléfono.

Su amiga no tardó en presentarle un buen sacerdote, además de proponerle una vida sacramental seria. Con el apoyo incondicional de Philippe, al domingo siguiente se fueron a un convento franciscano de Cholet, eligiendo prudencialmente sentarse al fondo para seguir lo que hacían los fieles. Al fin de cuentas no era lo más grave, pues en su profunda ignorancia, Sonia ni siquiera sabía qué era esa “cosa blanca” que el fraile tenía en sus manos… Al salir, Philippe se lo explicó hecho un mar de lágrimas: “De niño no me preguntaba si el Señor estaba presente en la Hostia. Pero ahora sé que es verdad” (p.51). Dios también lo había tocado a su manera.

Bajo la guía de un franciscano, Sonia comenzó a prepararse para recibir su Primera Comunión, luego de una sólida catequesis personalizada y sin apuro, que incluyó una larga confesión general, claro está. De penitencia la mandaron de peregrinación a Fátima, y allí fue con toda su familia.

¡También el diablo!

Entre tanto, otra experiencia le abrió un nuevo mundo invisible: ser testigo de un exorcismo, mejor dicho, de varios, pues el demonio no quiso irse rápido…

No fue casualidad que Sonia haya tenido que acompañar de cerca y durante bastante tiempo al hijo de Ágata, un adolescente de 15 años que había quedado poseído luego de un maleficio que le hicieron con magia negra. Podríamos decir que vivió una película de terror con final feliz, pues más allá de la fuerza extraordinaria de Tom, sus conocimientos de lenguas muertas, levitaciones, movimientos serpentinos y demás fenómenos supra naturales que acompañan la posesión demoníaca, lo que más impresionó y reafirmó a Sonia en su incipiente Fe, fue comprobar el poder del sacerdote para expulsar a Satanás, justo un 15 de agosto, fiesta de la Asunción.

Por supuesto que el diablo también se la agarró con ella, según nos lo cuenta. En medio de un exorcismo, Sonia recitaba interiormente un Ave Maria, cuando de repente el poseso giro la cabeza y mirándola fija le dijo que pare de rezar. Pero sin amedrentarse, ella comenzó de nuevo sin siquiera mover sus labios. De inmediato, con una voz monstruosa, Tom le gritó: “Te dije que te calles, todavía me perteneces a medias”. Debió esperar a finalizar el rito, para preguntar al exorcista el sentido de esas palabras. “Sonia, usted está en camino de conversión. Todavía no recibió todos los sacramentos. Por lo tanto, para él, usted aún le pertenece un poco” (p. 60). (¡Sic!)

Luego de presenciar cuatro años de lucha espiritual, y a veces también corporal, entre el cielo y el infierno, la neófita concluyó con una verdad elemental del catecismo, olvidada por muchos católicos: “Los exorcismos de Tom me confirmaron que un mundo invisible existe, lleno de fuerzas benignas y malignas (…) ¡Dios existe y el diablo también!” (p. 53).

Uno a uno

Ante tanta docilidad, el torrente de gracias no se limitó a ella y a su marido, sino que también inundó el alma de sus siete hijos. Poco a poco y armoniosamente, cada uno fue pidiendo el bautismo, la comunión y la confirmación por caminos bien diferentes, y por supuesto que santa Juana de Arco tuvo gran parte en el asunto, como seguro también las oraciones de Ágata en Lourdes. Pero dejamos la inquietud de esos sabrosos capítulos para quienes deseen profundizar su lectura.

Hoy día, la formación católica de Sonia y su familia se nutre con diversas lecturas, encuentros, retiros y peregrinaciones marianas. Todo un universo nuevo se ha abierto a los ojos del alma: Chartres, Lourdes, La Salette, Laus, Le Puy-en-Velay, Cotignac… Además, el matrimonio ha podido cumplir el sueño de su vida en una simple casita rodante: recorrer todo el camino de la Pucelle, desde Domremy hasta Rouen, haciendo sellar su “pasaporte joánico” en cada lugar por donde pasó la doncella. Y para coronar el viaje, Philippe terminó sorprendiendo a su esposa con un significativo regalo: una réplica del anillo que puso en su mano derecha.  

Sonia Drapeau dando su testimonio

Por insistencia de su entorno y consejo sacerdotal, Sonia ha comenzado humildemente a dar testimonio de la irrupción de lo sobrenatural en su vida convirtiéndose con este libro y varias entrevistas en un faro luminoso entre tanta tiniebla. Amén de dar indirectamente otra prueba más de autenticidad de la reliquia.

En fin, en pleno siglo XXI la Pucelle sigue dando que hablar, transformado radicalmente toda una familia pagana en católicos practicantes que rezan por la conversión de Francia y comulgan de rodillas. “A partir de ahora mi existencia está marcada por la oración y los sacramentos” (p. 150), nos confiesa Sonia al final del libro. No sin antes terminar revelándonos su proyecto a futuro: “Después de todo, pienso haber entendido algo importante: ¡lo que me queda de vida será para preparar mi eternidad!” (p. 151).

Digamos que no pierde el tiempo y entendió bien la lección del cielo para,

Que no te la cuenten…

Hna. Marie de la Sagesse, S.J.M.

La Hna Marie de la Sagesse es abogada y una de las más grandes especialistas en lengua española acerca de Santa Juana de Arco. Autora de «Santa Juana de Arco. Reina, virgen y mártir: Primer estudio documental en español a la luz de sus procesos» y también de «Santa Juana de Arco: La cristera francesa»

Sus libros se encuentran disponibles en Amazon y, en Argentina, en la  https://editorial.quenotelacuenten.org/

Que no te la cuenten

Conversión

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

21 de noviembre de 2010

Hoy, hija Mía, traigo un mensaje de esperanza y paz para todos Mis hijos que pueden sentir que estos mensajes han representado temor. Sepan que incluso para aquellos de ustedes que les resulta difícil de creer en Mí, en Mi Padre Eterno y en el Espíritu Santo, no deben preocuparse. Muchos de ustedes, Mis queridos hijos, quieren creer pero por su razonamiento y lógica, con los que evalúan todas las cosas basándose en el pensamiento racional, encontrarán difícil de creer en lo sobrenatural.

No teman. Rezando, aunque sea una vez al día y pidiéndole a Mi Sagrado Corazón que derrame Mi Amor sobre ustedes, muy pronto se sentirán diferente. Muchos de ustedes – aquellos que son vagos en sus creencias – envidian a otros que tienen una fe profunda. Deben entender que los amo a todos ustedes. Como un padre, cada uno de ustedes tiene un lugar profundo y especial en Mi Corazón. Nunca deben sentir que no son dignos de Mi Amor.

¿No los amé a tal punto de que di Mi vida voluntariamente por ustedes con la esperanza de que se les diera una segunda oportunidad de regresar a Mí?

Hijos, ustedes siempre serán puestos a un lado por otros por expresar una creencia en su Divino Creador. Cuando esto suceda recuerden que esto es algo que el hombre debe sufrir en esta tierra por su amor a Mí. Nunca dejen que esta creencia en Mí, su Divino Salvador, se desvanezca o se oculte de aquellos que los mirarán con lástima.

Sí, muchos de Mis hijos, influenciados por el razonamiento y la lógica humanos, puestas deliberadamente en sus cerradas almas, cuestionarán las creencias de ustedes. Para insultarlos másestarán avergonzados por la fe de ustedes y aunque ellos no lo admitirán públicamente, sienten unos celos curiosos. Estos celos surgen de la certeza de que se dan cuenta, que dentro de su alma hay un vacío. No importa cuánto miren ellos su interior, no pueden entender por qué es este el caso. Mientras tanto, ustedes los creyentes, sufrirán humillación a través de los ojos avergonzados de los espectadores que tienen una fe débil o con ninguna.

Nunca estén temerosos o avergonzados de confesar el amor que tienen en sus corazones por Mi Padre Eterno. Sean abiertos respecto a su fe. Lleven su amor por Mí orgullosamente para que todos lo vean. Al hacerlo así, están guiando con el ejemplo.

Nunca traten de imponer demasiado fuerte, a través del razonamiento lógico, sus creencias a los no creyentes, de manera agresiva. En cambio, muéstrenles a sus hermanos y hermanas amor y apoyo aunque ustedes sepan que ellos necesitan guía. Cuando vean la manera franca en la que expresan su amor por Mí abiertamente y con gozo en su corazón, empezarán a querer saber.

Al guiar a otros, a través del ejemplo de amor, respeto y buenas obras, ellos serán atraídos hacia la luz. Muchos no entenderán por qué al principio. Pero con el tiempo y especialmente por el poder de las oraciones de ustedes, ellos caminarán hacia Mí.

Les insisto a todos a rezar por la conversión de todas las almas. Esto incluye aquellas personas que ustedes conocen personalmente, de las que ustedes sienten que tienen necesidad de oraciones, por las dificultades que encuentran en esta vida. Recen también por la conversión de aquellos pobres hijos perdidos para Mí por la oscuridad, que los ciega a la verdad. Recen especialmente con compasión y amor por aquellos que siguen, activamente, el sendero del engañador. Ellos, más que nadie, necesitan de sus oraciones.

Háganles saber, a todos con los que entren en contacto, detalles de cómo cada uno de ellos puede ser redimido, incluso a la hora de la muerte, rezando la Coronilla de la Divina Misericordia.

Por favor, por favor, denle esto a todos los que quieran escuchar. Insistan, si ustedes se atreven, a que la lean y la recuerden, porque si lo hacen y ellos la rezan durante sus últimos alientos, podrán ser y serán salvados por Mí.

Nunca se avergüencen de las cruces que usan

Nunca se sientan insultados cuando los no creyentes ríen y se burlan de ustedes cuando rezan. Nunca se avergüencen de las cruces que usan para su protección. No escondan estos símbolos del amor que tienen por Mí, su Divino Salvador, por Mi Padre Eterno o por el Espíritu Santo. Al usar orgullosamente estas insignias de santo honor, guiarán a otros hacia Mí. A pesar del desprecio exterior que puedan experimentar de esta gente, ellos interiormente los envidian por su fe. Muchos de estos observadores sienten un vacío hueco por dentro, debido a su falta de fe. La oración, hijos Míos, puede ayudarme a recobrar sus almas. Digan esta oración por ellos:

“Mi querido Señor, yo te extiendo mis brazos para pedirte que acojas a mi amado hermano/a en Tus amorosos brazos. Bendícelos con tu Sagrada Sangre y concédeles la gracia necesarias para permitirles recibir el espíritu de Tu amor para guiarlos a la salvación eterna.”

Cuando ustedes, Mis creyentes, sean desafiados abiertamente por otros acerca de su fe, primero digan esto.

 “Soy un seguidor de Cristo, Quien sufrió la muerte a manos de no creyentes. Debido a eso, como seguidor de Cristo, sufriré siempre a causa de mi amor por Él, la humillación de otros. Esta es la cruz que llevo y estoy orgulloso de este hecho. Él, mi Salvador, murió no solo por mis pecados sino también por los de ustedes.”

Cuando ellos se jacten orgullosamente de ser agnósticos o ateos díganles esto. Pregúntenles ¿se sentirán diferentes cuando su vida en esta tierra se acerque a su fin? Entonces denles este consejo. En su lecho de muerte recuerden esta oración de la Divina Misericordia, incluso si todavía están inseguros. Abran ustedes sus corazones y pidan a Mi Padre Eterno que a ellos los perdone. Recuerden Mi promesa. Como juez, al igual que como su Salvador, Yo perdonaré – hasta el último aliento de cada uno de Mis hijos en esta tierra. Díganles que recen mucho, para que puedan abrir sus corazones por esta vez.

La oración conduce a todos Mis hijos más cerca a Mi Reino en la tierra cuando el Cielo y la Tierra se fundirán como uno. El poder de la oración solo será entendido verdaderamente cuando Mis hijos abran sus corazones y llamen. Pidan, y si es la voluntad de Dios, sus plegarias serán contestadas.

Nunca nieguen a sus hijos el Sacramento del Bautismo

Finalmente, recen por los niños pequeños, sus hijos e hijas y la juventud en el mundo. Cada uno de ellos merece que se le muestre la verdad. No se les mostró la verdad del amor de Dios ni se les dio orientación por sus padres, debido a la oscuridad espiritual que ha existido en la tierra en las dos últimas décadas. Aunque su propia fe sea débil, no eludan su deber, como padres, de darles acceso a los sacramentos, especialmente el Bautismo. Nunca se atrevan a negar este sacramento tan importante a su propio hijo. Muchos padres que se mantienen orgullosamente firmes mientras proclaman sus puntos de vista de incredulidad, están dañando las almas de sus hijos. Den a sus hijos el don de los sacramentos. Con el tiempo, ya sea que ellos les agradezcan por esto o me nieguen. Eso dependerá de ellos. Niéguenme si tienen que hacerlo, pero no me roben las almas de Mis hijos. Ustedes pueden ser sus padres en la tierra, pero ellos son los hijos de Mi Padre Eterno, el Creador y Hacedor de todas las cosas. No traten de llevarlos a la oscuridad con ustedes. Recuerden de nuevo que a pesar de sus propias creencias, Yo os amo a todos.

Su Divino Salvador y Juez

Jesucristo, Hijo del Padre Eterno

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