No despreciéis la profecía

¡Ay de vosotros, maestros de la ley, hipócritas!, que construís sepulcros a los profetas…!

Por Javier Ventas

«Todo se le podrá perdonar a los hombres, los pecados contra el Padre y contra el Hijo, pero los pecados contra el Espíritu Santo no se les perdonarán jamás». (Mt 12:30)

«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis con ellas ahora, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, os conducirá hasta la verdad completa». (Jn 16:13)

Dijo nuestro Señor Jesucristo, «Te doy gracias, Padre, señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las ha revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre. Y nadie conoce al Hijo mas que el Padre, y nadie conoce al Padre mas que el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11:25 y s.).

Y en otra ocasión dice el Señor: «Aquel que dé, aunque solo sea un vaso de agua a un profeta, por ser profeta, recibirá paga de profeta” (Mt 10:41). Y esto lo dijo a sus contemporáneos. No se refería, evidentemente, a los profetas del Antiguo Testamento, porque ya estaban muertos; se refería a los profetas del Nuevo.

“Ningún profeta es bien recibido en su tierra y entre los suyos”. (Lc 4:24))

El verdadero profeta es recto de corazón, pobre en espíritu. Da su testimonio sabiendo que pagará el precio de no ser acogido en su tierra y entre los suyos. No prospera en riqueza y fama por ser profeta. Lleva una vida piadosa y sencilla, acorde con su misión.

El profeta es perseguido por las autoridades religiosas y políticas:  – “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados…! (Mt 23:37))

– ¡Ay de vosotros, maestros de la ley, hipócritas!, que construís sepulcros a los profetas y adornáis los mausoleos de los justos, y decís: “Si hubiéramos vivido nosotros en los tiempos de nuestros antepasados, no habríamos colaborado en la muerte de los profetas” (Mt 23:29 y sig.)

Podríamos distinguir entre PROFETAS MAYORES, MENORES, Y PEQUEÑOS. A los profetas mayores, Dios les encomienda una misión extraordinaria. A los menores, una misión de menores proporciones. Finalmente, están los profetas pequeños, a quienes Dios concede alguna revelación personal, pero, no olvidemos que todo bautizado, por el hecho de estar bautizado, es, en un grado pequeño, sacerdote, profeta y rey del Reino de Cristo. Ser profeta consiste principalmente en dar testimonio de la verdad. Desgraciadamente, la mayoría no ejercen como tales. Defender la verdad con criterios evangélicos, en la circunstancia que sea, tanto en el ámbito social, como en el sagrado, es ejercer de profeta, de sacerdote y de rey.

Un hecho sencillo de profecía que testimonia la verdad en el ámbito social se da cuando un bautizado defiende con criterios evangélicos asuntos de la vida cotidiana, ya sean aspectos con implicaciones políticas, o económicas, morales, etc.

Un hecho heroico de profecía que testimonia la verdad en el ámbito social se da cuando defender aspectos con implicaciones políticas, o económicas, morales, etc., con criterios evangélicos supone el riesgo, la amenaza o el hecho de perder el empleo, los bienes o la vida.

Un hecho sencillo de profecía que testimonia la verdad en el ámbito sagrado se da cuando un bautizado que cree en la Presencia Real de Jesucristo-Dios en la Sagrada Eucaristía, venciendo respetos humanos y demás inconvenientes, se arrodilla públicamente para recibir al Señor.

Dios se reserva el derecho de intervenir directamente cuándo, cómo y a través de quién quiere. Tenemos muchos ejemplos en la Sagrada Escritura y en la historia de la Iglesia:

San Juan Bautista, cuestionado por la jerarquía de su tiempo. San Pablo, a quien Jesucristo estableció directamente como Apóstol y que “evangelizó más que todos los demás juntos”. Santa Juana de Arco, quemada viva bajo la sentencia de un jerarca de la Iglesia Católica. El mismo Jesucristo, Dios hecho Hombre -un carpintero de un pueblo-, condenado a muerte por aquéllos que ostentaban la autoridad religiosa, legítima, de aquel tiempo… Si esto lo hizo una “autoridad legítima”, ¡qué no hará la falsa y usurpadora!

«No entristezcáis al Espíritu Santo» (Ef, 4:30) En la Iglesia Católica, a partir del Concilio, gran parte de la jerarquía se cree que Dios está mudo. No le dejan hablar. Al Espíritu Santo le tienen completamente amordazado, a pesar de que la Palabra de Dios dice por San Pablo que «No despreciemos el don de profecía» (1 Tes, 5:14 y sig.).

En la revelación a María Valtorta, Jesús dice a sus fieles palabras de consuelo para esta hora tremenda en la Iglesia Católica. Hora que se inició con la usurpación de la cátedra de san Pedro. Hora de la gran tribulación a pesar de que aún se mantengan ciertas apariencias-. Jesús nos dice también que   «Tres cuartas partes de la Iglesia Católica actual, se condenarán.» (…)

«Consolando el Corazón del Padre»

© Javier Ventas.  apuntesdeagua@gmail.com + Blog EL RESURGIR DEL AGUA CLARA

Ahora deberías entender por qué tú eres diferente a los visionarios. Es porque tú eres un profeta, el profeta de los últimos tiempos

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

13 de julio de 2012

Mi muy querida bienamada hija, tú debes saber que la función del profeta difiere de la del visionario.

Un profeta siempre será un marginado, odiado, temido y aislado.

Un profeta siempre trabajará solo, como si estuviera arrojado en un desierto. El único fruto dentro del árido desierto será la Voz de Dios. 

Hija Mía, cuando te sientas sola y abandonada, sabe que así es como los profetas se sintieron en el pasado. Muchos profetas sintieron el peso de esta tarea puesta delante de ellos. 

La mayoría de ellos sabían que no eran dignos de impartir la Santa Palabra de Dios pero aceptaron la Llamada Divina de los Cielos porque fueron enviados. 

Debido a que ellos fueron enviados al mundo, ellos sabían, instintivamente, las obligaciones que tenían que cumplir, aunque no era fácil.

Cada palabra que pronunciaron fue arrojada de vuelta a sus caras.

Toda palabra, fué destrozada en las sinagogas y en los templos fundados para adorar a Dios. Muchos fueron expulsados por su propia gente y no pudieron regresar a sus lugares de nacimiento. 

Muchos se volvieron nómadas, y nunca encontraron un lugar donde ellos fuesen bienvenidos como un hijo perdido. Sin embargo, ellos trabajaron, vivieron y permanecieron solos sin nadie a quien recurrir. 

Aun así, ellos sabían, en sus corazones, que estaban siendo guiados por Dios y no sintieron miedo mientras hablaban con Su Voz.

Las gracias que se les dieron, los capacitaron para ser fuertes. Nunca vacilaron en anunciar las advertencias al pueblo de Dios, las profecías y la Palabra de Dios.

No les importaba que se burlaran de ellos, porque sabían que la Verdad de Dios era el alimento de vida. 

Sin la Verdad, los hijos de Dios no hubieran tenido los medios para reconocer las profecías como predichas. Ni hubieran sido capaces de aceptar las Leyes establecidas por Dios para el bien de la humanidad. 

Rechazados, ridiculizados, desterrados y considerados como excéntricos, así como lo fui Yo durante Mi tiempo en la Tierra, ellos todavía anunciaban la Palabra de Dios. Sus palabras viven por siempre. Ellos nunca morirán porque hablaron la Palabra del Señor, Dios el Altísimo.

Y así será contigo. Tú permanecerás sola como una voz en el desierto. 

Tú serás ignorada en muchos sectores de Mi Iglesia en la Tierra. 

La diferencia esta vez es que estas profecías se desarrollarán en vuestro tiempo de vida y la Verdad será demostrada a esta generación.

Entonces ellos creerán cuando la prueba de “el Aviso” sea presenciada.

Las profecías de los Sellos, a medida que Yo los abro y te revelo los contenidos, también probarán que Yo le estoy hablando al mundo a través de ti, el 7° Ángel, el 7° Mensajero. 

Tú serás escuchada, sin embargo te insto a permanecer en silencio y a no comentar a aquellos que te cuestionan o te desafían. 

Tú no entiendes el significado de los mensajes todavía. Con el tiempo lo harás. Entretanto, no tienes la autoridad de defender Mi Palabra. 

Todo intento será hecho para embaucarte a responder en la esperanza de que te enredes a ti misma a través de tu falta de conocimiento. Así que debes permanecer en silencio, aislada y anónima hasta que Yo te dé la instrucción. 

Así que ahora deberías entender por qué tú eres diferente a los visionarios. Es porque tú eres un profeta, el profeta de los últimos tiempos. 

Esta misión está protegida por los Cielos y no puede ser destruida. 

Ve en paz y en entendimiento, hija Mía.

Vuestro Jesús

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