No puedo dejar de pecar

Muchos católicos conocen la doctrina, los fundamento de la Religión, su historia, los milagros portentosos del Santo Rosario, tratan de ser buenos; los cuales enfrentan un serio problema: No pueden dejar de pecar.

Muchos católicos conocen la doctrina, los fundamento de la Religión, su historia, los milagros portentosos del Santo Rosario, tratan de ser buenos; los cuales enfrentan un serio problema: No pueden dejar de pecar.


Entienden que está mal, que les hace daño el pecado, pero, no pueden dejar de pecar; ésto provoca serios problemas en la vida personal, lo común, es que se cansan de luchar y se resignan (hacer las paces) con el pecado, procurando no caer más abajo. 

Debemos aclarar unos puntos, para mejor entender la naturaleza humana (no justificar o autorizar el pecado). 

 El hombre consta de dos partes esenciales: cuerpo material alma espiritual

2º Nuestros primeros padres pecaron gravemente en el Paraíso transgrediendo el precepto divino que Dios les había impuesto para probarles, perdieron los dones preternaturales, y quedaron sujetos al señorío de la muerte y a los ataques constantes del demonio. 


 Todos ser humano nace en pecado original, por eso la naturaleza humana tiene una inclinación natural al pecado. Cuando recibe el santo Bautismo se borra o quita el pecado original y es elevado a hijo adoptivo de Dios por la gracia. 

 Dentro del ser humano, lleva un enemigo interior como consecuencia del pecado original, que es la concupiscencia: malas inclinaciones que lo inducen al pecado (no quitan la libertad), para vencer esta mala inclinación requiere de la oración y de la mortificación. 

 De tal suerte que dentro del hombre está la lucha, entre el espíritu y la carne, cada uno con deseos contrarios“Porque la carne tiene deseos contrarios a los del espíritu, y el espíritu, contrarios a los de la carne; son entre sí opuestos, por lo cual no hacéis lo que queréis.” [San Pablo a los Gálatas V -16] Por esto cuando el cuerpo pide el pecado y se comete, hay una tristeza en el interior, pues el espíritu sufre detrimento, por eso [en ocasiones] no se entiende así mismo el hombre; quiere pecar, pero no quiere, lo cual causa inquietud, si no comete pecado, la carne o cuerpo se revela y enoja. 


 A esto, hay que sumarle la guerra que hace el demonio al hombre, de suerte que constituye una alianza de tres enemigos contra el alma: mundo, demonio y carne; para lo cual es necesaria la oración, la vigilancia y la mortificación principalmente: 

“Sed sobrios, y estad en continua vela; porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en busca de presa que devorar.” 1a. Carta de San Pedro V, 8.

“Hermanos: Fortaleceos en el Señor y en el poder de la virtud. Vestíos la armadura de Dios, para que podáis resistir las asechanzas del diablo.” San Pablo a los Efesios VI, 10.


“Porque no es nuestra pelea solamente contra hombres de carne y sangre, sino contra los príncipes y potestades, contra los adalides de estas tinieblas del mundo, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires.” San Pablo a los Efesios VI, 11.

“Ningún otro deseo tiene el demonio, ningún otro negocio, ningún otro empeño que perder nuestra alma”. San Bernardo.

Por esto, es difícil ser bueno, es necesaria la gracia y la asistencia de Dios, para enfrentarse a uno mismo [carne], al demonio y al mundo. 

¿Qué debe hacer?


1º Entender que es una guerra irrenunciable, de la cual depende la salvación o la condenación eterna.

 Necesita hacer oración, particularmente el rezo piadoso [despacio con atención] del santo Rosario, todos los días.

 Confesarse con frecuencia, comulgar, un director espiritual que lo guíe y le indique el camino y las armas de las cuales se debe valer. 

 Muchas veces Dios permite que el hombre recaiga en pecado, para fundarlo en la humildad [reconocer su miseria], y para que implore el auxilio divino con un corazón contrito y humillado, una vez recibida la gracia, valore lo que se le ha entregado, y no la pierda por una bagatela.

En esta grave lucha [porque de ella depende su salvación o condenación eterna], es fatal el desánimo, el enojarse con uno mismo o con Dios, sobre todo la soberbia [yo puedo sólo, no ocupó de nadie], el abandonar la oración y los sacramentos.

No te desanimes en tus errores


No te desanimes en tus errores, pecados, escándalos y caídas en tu vida espiritual, los cuales son abundantes en el católico que Dios Nuestro Señor le concede la gracia de ver su alma, por desgracia un gran número de católicos infectados por el pecado de la soberbia justifican todos sus errores culpando al mundo entero, incluso al mismo Autor de la vida. 

En toda vida existen muchos pecados, salvo una gracia particular de Nuestro Divino Redentor. «Si dijéremos, que no tenemos pecado, nosotros mismos nos engañamos, y no hay verdad en nosotros.» Epístola de San Juan I, 8. 

El infante que es concebido en el seno de su madre antes de nacer ya se encuentra en estado de pecado original, por lo cual es necesario el santo bautismo, es  así como encontramos la naturaleza humana debilitada por el pecado. 

«Id por todo el mundo, y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere, y fuere bautizado, será salvo: mas el que no creyere, será condenado.» Evangelio de San Mateo XVI, 15. 

Por: Padre Hernán Vergara

Oremos…

“Padre de bondad y misericordia me presento ante Ti con la mirada baja. Soy un hijo tuyo que ha tocado el abismo de su pequeñez. Tengo miedo, estoy abatido, sin fuerzas. He pretendido caminar solo y luchar solo pero ya no puedo más. Reconozco que te necesito. No puedo salir de esta fosa de miseria hacia la que yo mismo he caminado. Mi alma está decidida a volver la mirada y encontrar en Ti la fuerza, la paz, el consuelo. Me duele ser pequeño, débil, pecador. Quisiera hacer desaparecer esto que me avergüenza. Pero entiendo que el camino no es esconderlo sino mostrarlo. Abro mis manos para mostrarte el corazón pequeño que hay en ellas. Cúralo, sánalo, libéralo, hazlo cada vez más tuyo. Sólo Tú tienes el poder para transformarlo. Es por eso que me acerco ante ti como un pobre mendigo suplicando tu amor y tu misericordia. Concédeme tu Espíritu y transfórmame, renuévame, hazme como Tú. Señor Jesús, en Ti confío. Me abandono a Ti.”

Un Paso al Día

Qué fácil es pecar

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

24 de enero de 2011

Hoy, Mi amada hija, has entendido finalmente los peligros que plantea el engañador cuando bajas la guardia. La oración a Mi Padre Eterno, a través de la Coronilla de la Divina Misericordia, es importante para santificar tu alma.

El pecado, Mi amada hija, es difícil de evitar. Es más difícil alcanzar Mis gracias especiales de lo que es evitar el pecado en cualquier forma. Al haber sido llamada para este sagrado trabajo, siempre serás un objetivo del maligno, quien se propone, en cada oportunidad, crear negatividad en tu vida. El utilizará a aquellos alrededor tuyo como un medio para atacar, que es por lo que debes siempre estar en guardia contra él. Nunca lo dejes ganar, porque cuando lo hace, consigue infestar almas y causa terrible dolor, angustia y sufrimiento. Él ocasiona que las amistades se desintegren, confusión, desesperanza e instila pensamientos falsos en la mente de sus objetivos. Entonces, cuando Mis hijos sienten culpa por su propia debilidad al sucumbir a la tentación, experimentan una forma de desgracia que trae desesperación, miseria y distracción a sus vidas.

Hijos Míos, ustedes siempre serán tentados al pecado. La perfección de sus almas es extremadamente difícil de obtener y requiere una tremenda disciplina y determinación de su parte. Si y cuando caigan presas de la seducción del maligno y cometan pecado, deben inmediatamente rezar de corazón y buscar el perdón.

La confesión regular es un sacramento muy incomprendido. Es solo con la asistencia semanal al confesionario que el alma de ustedes puede permanecer en estado de gracia. Cuando su alma es santificada de esta manera, y a través de la oración diaria, solo entonces pueden mantener al engañador a raya.

La culpa del pecado

Si sufren culpa como resultado de una acción pecaminosa, independientemente de lo grave que sea la ofensa a los ojos de Mi Padre, no se inquieten. Den marcha atrás, abran su corazón y pidan perdón. La culpa es un sentimiento negativo. Y aunque sirve como una forma de guiar su conciencia, no es sano permanecer en este estado. Pidan por las gracias, a través de la oración, para alcanzar la pureza de alma requerida para servirme. La paciencia es importante. Nunca dejen que el pecado los aparte de Mí. La culpa nunca debe interponerse en el camino de la búsqueda de redención.

Recuerden hijos, que debido al pecado original ustedes siempre caerán víctimas a la tentación del maligno. Es a través de la oración, el ayuno y la dedicación a la Sagrada Eucaristía, que se acercarán más a Mí. Esto sí requiere tiempo, que se debe apartar.

Vayan ahora, hijos Míos y recuerden una cosa – nunca teman volver a Mí cuando hayan pecado. Nunca se avergüencen de pedir perdón cuando sientan verdadero remordimiento. Pero recuerden también que cuando no lo hagan, atraerán al engañador una y otra vez y el alma de ustedes se sumirá en la oscuridad. La oscuridad atrae lo oscuro. La Luz atrae a la luz. Yo soy la Luz.

Vuélvanse a Mí ahora y dejen que Mi amor brille a través de sus pobres almas perdidas. Los amo tanto, hijos Míos, que cuando vuelvan sus corazones hacia Mí, no importa cuánto aislamiento sientan, nunca serán rechazados.

Vayan en Paz y Amor.

Su Divino Salvador

Jesucristo

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