Los orígenes cristianos de la enfermería

¿Sabías que la enfermería es de origen cristiano?


La Iglesia, desde los comienzos, orientó su actividad caritativa y asistencial para paliar y hacer frente a tantos sufrimientos de la sociedad. Y durante siglos –sin buscar ningún reconocimiento- ha seguido viviendo esta caridad con los enfermos y los más pobres y necesitados, viendo en ellos al mismo Cristo.

La caridad, el respeto a la vida y el interés por el prójimo, valores inherentes a las enseñanzas de Cristo, son la base de las actividades de la enfermería

Es muy común creer que la enfermería surgió en el siglo XIX con Florence Nightingale, sin embargo, eso no es correcto, hay que hacer una precisión: ella sentó las bases de la enfermería moderna, implementando severas prácticas de higiene que lograron disminuir los índices de mortalidad en el hospital en el que trabajó durante la guerra de Crimea.

Sus conocimientos los compartió en su escuela, inaugurada en 1860, con miles de enfermeras a lo largo de su vida. Fue un verdadero ángel de blanco que se convirtió en un parteaguas en la historia de la enfermería.


LOS PRIMEROS ENFERMEROS FUERON CRISTIANOS

Sin embargo, esta noble labor es mucho más antigua. Cuando los diáconos son designados por los apóstoles para ejercer la caridad, surge la figura de las diaconisas, mujeres que auxiliaban a los diáconos en su ministerio.

La carta a los romanos habla de Febe, a quien se considera la primera diaconisa y enfermera visitadora porque atendía a los enfermos en sus hogares, prodigando cuidados físicos y espirituales. Desde ese tiempo, la enfermería representa misericordia y caridad

Solidaridad cristiana

En el año 165, durante el reinado de Marco Aurelio, se desató una epidemia que, en el transcurso de quince años, causó la muerte de un tercio de los habitantes del Imperio, Marco Aurelio incluido.

En el año 251 se declaró una epidemia parecida, probablemente de sarampión, con resultados similares. En general, los historiadores concuerdan en que estas epidemias produjeron un despoblamiento que contribuyó a la caída del Imperio romano más que la degeneración moral a la que se suele atribuir el hundimiento.

Durante estas epidemias se desarrolló de manera eficiente la «enfermería cristiana» que cuidaba a los afectados de manera muy satisfactoria.

Al paso del tiempo, cuidar a los enfermos se convirtió en una vocación. Los historiadores resaltan la actitud de los cristianos de Alejandría durante la epidemia del año 250 d. C, que atendían a los enfermos sin temor al contagio, mientras los paganos huían y abandonaban a familiares y amigos.

Los valores cristianos del amor y la caridad se habían traducido, desde el principio, en normas de servicio social y solidaridad. Cuando sobrevenía algún desastre, los cristianos tenían mayor capacidad de respuesta.

En la segunda mitad del siglo II, una enfermedad asoló el Imperio Romano, produciendo miles de muertes. A pesar de la crisis, el cristianismo vivió una época de esplendor, llegando hasta los confines de Europa.

San Basilio (330-379) dio testimonio de Dios, que es amor y caridad, con la construcción de varios hospicios para necesitados (Cf. Basilio, Carta 94), una especie de ciudad de la misericordia, que tomó su nombre «Basiliade» (Cf. Sozomeno, «Historia Eclesiástica». 6,34). En ella hunden sus raíces los modernos hospitales para la atención de los enfermos.   (BENEDICTO XVI presenta a  San Basilio el Grande, 4 julio 2007).

San Jerónimo (347-420) impulsó en Tierra Santa, que los peregrinos fueran acogidos y hospedados en edificios surgidos junto al monasterio de Belén, gracias a la generosidad de la mujer noble santa Paula, que desarrolló también oficio de enfermería en la atención de enfermos (Cf. Epístola 108,14)

LAS CRUZADAS Y LAS ÓRDENES HOSPITALARIAS

Al llegar la Edad Media, la enfermería era ejercida por personas de la nobleza y se consideraba trabajo de Dios. Eran cristianos ricos y poderosos, muchos de ellos miembros del clero, preparados cultural e intelectualmente, de los cuales algunos llegaron a convertirse en eruditos. En la misma Edad Media, los turcos invadieron Jerusalén.

Comenzaron las cruzadas, que fueron expediciones militares cuyo objetivo era recuperar los lugares santos. En esta época también iniciaron las órdenes militares hospitalarias, lo que conlleva la creación de hospitales, impulsando grandemente el desarrollo de la enfermería y añadiendo aspectos de obediencia, autoridad y orden.

EL ORIGEN DE LA CRUZ ROJA

Como hemos visto hasta este punto, la enfermería y el cristianismo convergen en el amor al prójimo, labor que la Iglesia católica ha realizado durante toda su existencia, por ser mandato de Cristo:

«Ámense los unos a los otros como yo los he amado» (Jn 15, 12).

Para concluir, añadimos un dato poco reconocido, pero sumamente interesante y que ha llegado a nuestra época, es el siguiente:

Los cruzados eran reconocidos como soldados de Cristo.

Estos se colocaban una cruz roja en la cabeza o en el pecho, un símbolo que se conserva hasta nuestros días y que es emblema de la organización internacional conocida como Cruz Roja

Primeros Cristianos

El amor solo proviene de Mí, el odio no

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

16 de mayo de 2013

Será por el Poder del Amor que la humanidad puede ser y será salvada. El Amor del que hablo es el Amor de Dios, que fluye en los corazones de la humanidad. El Amor de Dios está presente en los corazones de todos Sus hijos, incluyendo a aquellos que reniegan de Él. Será vuestro amor por los demás, el que os sostendrá durante las pruebas, que están por delante. Mostrad amor y caridad a vuestro prójimo y sed amables con los pobres, los débiles y con los indefensos y Yo os haré Míos por la eternidad.

A aquellos entre vosotros que tratáis duramente a los demás, que causáis dolor sobre los que vosotros gobernáis y que murmuráis maldad sobre de otros, seréis como vasijas vacías sin nada que ofrecerme. Debéis siempre seguir Mis Enseñanzas. El Amor solo proviene de Mí, el odio no. Aquellos que dicen honrarme y hablan mal de otros, aunque clamen defender Mi Palabra y guarden Mi Nombre — no me honran. Me insultan y su vergüenza será evidente en el Gran Día. Nunca, ni por un momento, penséis que podéis vivir sin amor en vuestros corazones por los demás, porque si no tenéis amor por los demás, entonces negáis el Don, el que es dado gratuitamente a todos los hijos de Dios. Si me amáis verdaderamente, trataréis a otros con amor y respeto. Cuando sois crueles con otros, habláis mal de ellos o los criticáis injustamente, entonces vosotros rechazáis el Amor que Yo os otorgo. En su lugar hay odio. El odio por otro ser humano proviene de Satanás. Cuando permitís que el odio endurezca vuestra alma, os distancíais a sí mismos de Mí y estaréis profundamente agitados dentro de vuestra alma.

Cuando amáis a otro en Mi Nombre, lo haréis a través de vuestras palabras, vuestras obras y vuestros actos de caridad. El Amor de Dios, vivido de acuerdo a Sus deseos, por medio de Sus hijos, puede salvar a la humanidad. El Amor vence al mal. El poder de Satanás es destruido en un instante, cuando mostráis amor a los demás que os tratan mal. Debéis trabajar arduo para permitir que el amor os envuelva, para que así podáis difundir esta gran gracia a los demás.

El amor engendra amor en otros. El amor trae vida. El amor trae perdón. El amor destruye el mal. Sin amor el mal progresará.

Vuestro Jesús

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