Reflexiones sobre dos ceremonias muy diferentes, el traslado de Bergoglio y el del Papa Benedicto XVI. ¡Qué doloroso el trato desigual de los «dos» Papas en su último viaje a la Basílica de San Pedro!
Por Benedetta De Vito
Mientras espero la llegada del cónclave, gozo, in laetare, al dulce Cristo Resucitado en la maravillosa semana in albis, blanco como las vestiduras de los catecúmenos. Saboreo la maravilla de la verdadera Vida, del único Salvador, que pronto enviará el Espíritu Santo a todos nosotros. Y también, espero, iluminar a los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina. ¡Que nos den un Dulce Cristo en la tierra! ¡Mi oración es fuerte y fuerte! Mi corazón, en la ligereza, se inflama de amor y en la oración silenciosa ya no lo perturban los imprevistos acontecimientos argentinos que –y lo digo con la serenidad del oído, por haberlo gritado no hoy que murió, sino desde el primer día de su horrendo “Buenas noches”– me han envenenado durante horas, días, meses, años. Cada descubrimiento suyo es un dolor para mí por los dolores renovados al Señor. Y yo, de rodillas, subo la Escalera Santa… Después de todos estos años bergoglianos, pienso y estiro las piernas, ¡es realmente hora de respirar! ¡El Señor ha resucitado, verdaderamente ha resucitado!
Y con asombro y alegría vi la procesión, resplandeciente de carmín, que acompañó a Bergoglio hasta San Pedro. Solemne como debe ser, los suizos con sus mejores galas y los ornamentos de quienes le acompañaban, guapos, elegantes, no feos y desgarbados como los que siempre vestía Francisco (siempre parecían una talla más grande y hechos de telas rígidas con adornos pachamamescos que entorpecían la ciertamente nada esbelta figura de Bergoglio). O como los que, en el color de L’Oréal, llevaron los prelados en la horrible función parisina en Notre Dame.
¡Ah, sí, sí, sí! Pero claro, el día del traslado de Francisco, los ornamentos ribeteados de oro, danzando al aire fresco de la mañana, ¡parecían sacados del guardarropa de mi amado Benedicto XVI! La alegría se convierte en consternación. Mmmm – y siento un cosquilleo en la garganta – me digo, ¡qué doloroso el trato desigual de los dos Papas en su último viaje a la Basílica de San Pedro! Benedicto XVI fue trasladado a la Basílica desde el convento donde vivió los últimos años de su vida en una furgoneta blanca (y sólo Dios sabe cómo lo subieron directamente desde una especie de camilla de madera). No hay procesión para él. Solo, humilde, abandonado, mi dulce Benedicto XVI hizo su último viaje a las 7,15 de un día de invierno, en la penumbra del alba, en secreto. ¿Por qué?
Recuerdo que a las seis de la mañana, con mi amiga Gosia, las dos con grandes gorros de lana porque el frío apretaba, ya estábamos en el autobús rumbo a Oltretevere. Pude entonces rendirle mi último homenaje de persona fiel y devota. Pero tenían prisa, porque nadie podía detenerse a orar. Me giré para mirarlo lo mejor que pude sin torcer el cuello. Y recuerdo como última imagen, por desgracia, los horribles zapatos negros que desentonaban con el encanto que nos rodeaba. No, no eran las hermosas zapatillas rojas (rojas como los pies ensangrentados de Cristo) que al Papa Ratzinger le encantaba usar. Y que lo encontré de nuevo en Santa María la Mayor, rezando ante los restos del Papa Pío V…
Busque las diferencias en estos tres vídeos:
1️⃣ Traslado del cuerpo de Benedicto XVI en la más absoluta humildad y discreción, de noche, con recogimiento. Sin pompa. En una furgoneta. Introducido por un lateral de la Basílica de San Pedro.
2️⃣ y 3️⃣ El «humilde» traslado de Francisco, donde se ha ordenado desfilar a obispos y cardenales (algunos de muy avanzada edad) llevándolo en procesión, a lo largo de casi un kilómetro.
Ojo que aún falta el funeral y posterior traslado a través de las calles de Roma hasta la Basílica de Santa María La Mayor, donde ya han anunciado que un grupo de personas sin hogar esperarán el féretro de Francisco en la escalinata. Por si algunos no lo saben, la Iglesia lleva 2000 años ocupándose de los más desfavorecidos. No es algo nuevo. Llamar la atención, diciendo que es humildad, tal vez sí lo sea.
«El estar el hombre en Dios es el cielo. Y nosotros nos acercamos al cielo, más aún, entramos en el cielo en la medida en que nos acercamos a Jesús y entramos en comunión con Él».
Benedicto XVI
☑️ Mustang Comunicación
Quienes están bendecidos con el Espíritu Santo, son fácilmente identificables por aquellos con verdadero discernimiento
Mensaje del Libro de la Verdad 🏹
16 de diciembre de 2014
Aquellos que dicen venir de Mí, quienes están bendecidos con el Espíritu Santo, son fácilmente identificables por aquellos con verdadero discernimiento. Ellos nunca buscarán la atención personal o la adulación. Ellos nunca buscarán popularidad, ni van a ser populares, porque cuando se habla con la Voz de Dios, esto les trae muchas críticas porque la Verdad es despreciada por el mundo secular.
La Palabra de Dios siempre tendrá sus detractores y nunca es aceptada, con entusiasmo, por el mundo secular. Cuando llegue el día en que presencien la fusión de Mi Iglesia y del mundo secular, estén en guardia. Mis siervos que permanecen leales a Mí y que públicamente proclaman la Palabra, tal como fue entregada a la humanidad en la Santa Biblia, nunca son populares. Puede que ellos sean tolerados pero sus voces son raramente escuchadas y la Verdad es generalmente desestimada con desdén.
Hay aquellos entre ustedes que se promueven como siendo maestros de Mi Palabra, que difunden falsedades sobre la Palabra de Dios, aunque se oculten detrás de palabras cuidadosamente elegidas. Yo sé por qué hacen esto y no es para ayudarme a salvar almas. En su lugar, ustedes desean apartarlas de Mí, porque ustedes están en Mi contra.
Para los traidores de Mi Iglesia, incluyendo los laicos, tengo esto que decir: Cuiden de su propio jardín porque este está descuidado y el suelo es infértil. La malas hierbas han echado raíces y las plantas sanas nunca crecerán a menos que remuevan la podredumbre y reemplacen el suelo con uno nuevo y fertilizado. Solo cuando renueven su jardín, y empiecen de nuevo, puede su cosecha vivir de nuevo. De lo contrario no habrá vida y todas las cosas en él morirán. Destruirán no solo su propia vida, sino la de aquellos que están cerca de ustedes porque Mi adversario no tiene ninguna lealtad, ni siquiera para con aquellos de los que se apodera como esclavos para llevar a cabo su venganza contra Mí.
Los que son Míos son como Yo, en muchos aspectos. Cuanto más cerca están de Mi Corazón, más me imitan. Ellos serán humildes porque ellos nunca podrían jactarse de su conocimiento acerca de Mí. Hablan solo lo que Yo hablaría y eso es la Verdad, incluso cuando esto atraiga el odio sobre ellos. Les resultaría muy incómodo ser promovidos o alabados por todas las buenas obras que ellos hacen porque ese no es su propósito. Ellos solo buscan hacer Mi Santa Voluntad.
Las voces que gritan “mírame – Soy un siervo de Dios” y que se exhiben con orgullo, para que todo el mundo vea las buenas obras que hacen en Mi Nombre, me repugnan. Por cada obra de caridad que completen, pasen a la siguiente tarea – y quédense sin decir nada. No busquen ninguna alabanza, porque es Obra Mía lo que hacen. Todas las buenas obras, realizadas en Mi Nombre, deben ser ofrecidas a Mí en humilde servidumbre.
Nunca se deben exaltar en Mi Nombre porque esto es horrendo para Mí. Cuando se sirve a Dios, sirven a Su gente y deben dar gracias a Dios por haberles dado la gracia de hacer estas cosas. Ustedes no pueden decir que llevan a cabo tales actos en Mi Nombre, si buscan que se lo agradezcan, aprecio o el elogio de los demás. Si ustedes hacen esto, entonces son hipócritas.
Su Jesús
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