Si te confiesas al menos 1 vez al año, aún puedes participar en el estudio explicando tu experiencia
Los psicólogos hace tiempo que estudian el perdón, pero ahora una investigación se centra específicamente en ver cómo funciona «el perdón divino», es decir, la experiencia de sentir que es Dios quien perdona. A eso se dedica el ICS (Instituto Cultura y Sociedad) de la Universidad de Navarra, en el marco del estudio Divine Forgiveness, financiado por la famosa Fundación Templeton.
Animan a personas que se confiesen al menos una vez al año, y a sacerdotes, a participar en su estudio, respondiendo sus cuestionarios.
Martiño Rodríguez-González, doctor en Psicología y director de esta investigación pionera, responde a las preguntas de ReL.sobre esta investigación pionera.
– Se dice que la Psicología ha investigado mucho el perdón. ¿Qué cosas ha descubierto la Psicología sobre el perdón en general?
– Hay algunas cosas que conocemos bastante bien. Por ejemplo:
- El perdón implica una transformación a nivel motivacional. Perdonar no es olvidar ni justificar, sino una decisión libre de dejar atrás el deseo de venganza o de evitar al otro, y reemplazarlo por actitudes más benevolentes hacia el ofensor.
- El perdón se asocia con bienestar psicológico. Muchos estudios han encontrado que perdonar está relacionado con menos angustia, menos depresión y más salud mental y física.
- Sabemos que las personas religiosas tienden a perdonar más. La religiosidad se vincula con una mayor disposición a perdonar a los demás (y también, claro, a sentirse perdonado por Dios).
- Y sabemos que las distintas formas de perdón están conectadas. El perdón que percibimos de Dios, el autoperdón y el perdón entre personas, se relacionan. Sentirse perdonado por Dios podría fortalecer la capacidad de perdonar a otros y a uno mismo.
– ¿Cómo definen ese «perdón divino» que se investiga aquí?
– Definimos la experiencia de perdón divino como la percepción de haber sido perdonado por Dios por un pecado o error cometido. Estudiamos cómo las personas buscan, experimentan y sienten una transformación a partir de esa percepción. No estudiamos a nivel teológico lo que Dios hace, sino lo que las personas viven a nivel psicológico.
– Entrevistando a sacerdotes, ¿se detectan diferencias por edad en su forma de confesar?
– Todos los que hemos entrevistado llevaban al menos 15 años de vida sacerdotal. No nos centramos en analizar diferencias generacionales. Sí hemos visto variaciones en su estilo personal (como el uso del humor, por ejemplo) pero no parecen asociarse a la edad.
– Una confesión sencilla y rápida, ¿puede ser una experiencia benéfica de perdón? ¿O se requiere siempre algo más profundo y emocional?
– Algunos sacerdotes relatan confesiones muy profundas, en ellos mismos o en penitentes, que incluso influyeron en su propia vocación. Sin embargo, también subrayan que Dios perdona en la confesión, aunque uno no lo sienta intensamente. Explicar esto al penitente puede ayudar al fiel a abrirse más a esa experiencia.
A nivel psicológico, incluso sin una gran carga emocional, la confesión puede ser vivida como experiencia auténtica de perdón. La experiencia del perdón de Dios puede ser más superficial (por ejemplo, un alivio psicológico) o más profunda. Puede incluir el alivio psicológico y algo más, a nivel espiritual. Los sacerdotes parecen considerar que aunque ambas tienen efectos positivos, a largo plazo la segunda es la que ayuda a madurar en la relación con Dios.
– Cada vez hay menos sacerdotes para más fieles. ¿Y si se desincentivan las confesiones «en profundidad» a favor de confesiones rápidas, directas?
– Algunos sacerdotes dicen que la disponibilidad del confesor es clave para que los fieles católicos puedan experimentar el perdón de Dios. Si disminuye la posibilidad de confesiones con acompañamiento, especialmente en contextos donde ya hay pocos sacerdotes, se pierde una oportunidad valiosa de reparación.
En nuestra investigación observamos que, en católicos hispanohablantes la confesión es fundamentalmente relacional: implica al otro, al sacerdote, que actúa in persona Christi y, al mismo tiempo, como ser humano. Existe una mediación humana. Por supuesto, esto es independiente de la gracia sacramental. El dogma dice que si se cumplen las condiciones del sacramento, Dios nos perdona. Pero ¿cómo vive esto la persona? La dimensión interpersonal parece muy importante para que muchos perciban realmente el perdón de Dios.
– ¿Reciben los sacerdotes algunos rudimentos de psicología para confesar, o al menos consejos en el seminario?
– No preguntamos directamente por la formación psicológica, pero varios sacerdotes nos dijeron espontáneamente que es valiosa. Algunos veían que era interesante formarse más en este ámbito. Otros señalaban que con nociones básicas de psicología pueden comprender mejor el impacto emocional y espiritual de lo que viven los penitentes. Así adaptan su acompañamiento pastoral. También destacaron que la colaboración con psicólogos o terapeutas puede ser clave, especialmente en casos de penitentes con tendencia a la escrupulosidad, que a veces refleja un malestar psicológico más profundo.
– Los «escrúpulos» ¿son una categoría psicológica?
– Sí, los escrúpulos tienen reconocimiento en psicología, especialmente como una forma de obsesión vinculada a la religiosidad, y suelen asociarse al trastorno obsesivo-compulsivo.
-¿Hay alguna «escala» o herramienta de medición para distinguir quién es «escrupuloso» y quién es, simplemente, cumplidor, o exigente consigo mismo?
– Existen escalas como la Penn Inventory of Scrupulosity (PIOS), que permiten distinguir entre una religiosidad exigente pero saludable y un patrón obsesivo disfuncional. Estas herramientas evalúan la intensidad, la interferencia en la vida diaria y el malestar subjetivo. Nosotros la aplicamos en algunos de nuestros estudios, junto con preguntas abiertas que exploraban si (y cómo) los fieles experimentaban los escrúpulos en su vida espiritual.
– Los sacerdotes intentan transmitir el «perdón y amor de Dios». ¡No es su perdón y amor, sino el de Dios! Esa idea, ¿les ayuda o les pesa?
– Muchos sacerdotes parecen mostrar que esa idea les libera más que les pesa. No dan algo propio, se sienten instrumentos de un perdón que viene de Dios. Eso les da humildad, pero también confianza. Psicológicamente, diferenciar entre lo propio y lo recibido podría ayudarles a sostener el peso de lo que escuchan. Uno de ellos señalaba que durante la confesión es importante para el confesor rezar para invocar al Espíritu Santo y sentirse así como un simple medio de ese amor de Dios. Además, varios declaran que ellos mismos deben estar en disposición espiritual adecuada para ejercer bien ese ministerio, y que eso implica también confesarse con regularidad.
– ¿Hay diferencias notables entre los penitentes españoles y los de otros países hispanos?
– Todavía no hemos analizado los datos comparativos entre españoles y mexicanos, pero estamos cerca de cerrar la muestra, ¡e invitamos a los católicos de ambos países a participar! En principio, no esperamos diferencias radicales, pero sí queremos examinar cómo se generaliza la experiencia del perdón divino en contextos hispanohablantes diversos.
– ¿Hay hipótesis sobre las diferencias que pueden descubrirse entre países?
– Tenemos algunos planteamientos que explorar. Por ejemplo, el proceso de secularización en España es más avanzado que en México. Eso podría influir en la vivencia del sacramento. Por otro lado, en México se observa más sincretismo religioso y un sentido comunitario más fuerte. Esos aspectos podrían impactar en cómo se experimenta el perdón de Dios. Todo esto está por explorar.
– ¿Hay algún hallazgo más del que ya tenga indicios esta investigación?
– ¡Hay muchas cosas interesantes que han surgido en las entrevistas! Quizá el hallazgo central es que el confesor es un medio para la experiencia del perdón divino. El penitente percibe en el sacerdote una presencia doble: humana y divina. Esta vivencia es muy característica del catolicismo, donde lo sacramental y lo relacional se integran. Eso hace que el perdón divino se pueda experimentar de forma especialmente concreta y encarnada, algo con gran carga psicológica y espiritual.
Para participar en el estudio
- Martiño Rodríguez explica que su equipo sigue recogiendo testimonios de sacerdotes y laicos que quieran explicar cómo viven el perdón divino. Anima a responder sus cuestionarios a cualquier católico practicante mayor de edad, de lengua española, que se confiese al menos una vez al año.
- Si resides en México o España puedes participar en el estudio accediendo a este enlace. Si resides en cualquier otro país del mundo (p. ej., EEUU, Colombia, Perú, Argentina…) entonces accede a este otro enlace. Los participantes pueden entrar, si lo desean y lo indican al final del cuestionario, en un sorteo de vales de Amazon de entre 50 y 500 euros. Para cualquier duda o colaboración al respecto se puede escribir al e-mail elperdon@unav.es .
Participan también en el estudio las doctoras María Calatrava y Carmen Callizo, ambas de la Universidad de Navarra, el doctor Joan D’Ávila, de la Universidad CEU-Abat Oliba, y la profesora María Pilar Martínez, de la Universidad Pontificia Comillas, entre otros investigadores.
A continuación, tratado de «psicología» de Nuestro Señor:
El perdón, sendero hacia la libertad
Mensaje del Libro de la Verdad 🏹
21 de mayo de 2011
El perdón es el sendero hacia la libertad. Cuando perdonáis a los que os han ofendido o a los que os han causado daño, seréis libres de espíritu. Eso es cuando la alegría llena vuestra alma. Eso también significa que Yo estoy presente en vuestro interior. Cuando perdonáis a otros, esto es un signo de amor, no solo para vuestro prójimo, sino también para Mí vuestro Divino Salvador. Para aquellos de vosotros que no creéis en Mi: sabed que cuando también, perdonáis a los demás, Yo estoy presente y camino con vosotros. Sin embargo no tenéis idea de que este sea el caso.
El perdón es amor. Mi amor es interminable. Pero Yo os imploro, hijos Míos, permitidme perdonaros por vuestros pecados. Si tan solo me pidieráis hacer esto, no solo seréis libres, sino que el amor y la alegría que experimentaréis os sorprenderán. Este acto de humildad os permitirá comunicaros con amor hacia los demás. Vuestra luz brillará e influirá a otros de una manera especial, pero ni vosotros ni ellos os daréis cuenta de esto. Mi amor, después de que el acto de Redención ocurre, inundará vuestra alma. Vuestra alma limpia será como un imán que atrae a otros hacia vosotros.
Perdonar a otros no es fácil, hijos Míos. El orgullo y el sentimiento de autoestima impiden que este gran acto de misericordia se lleve a cabo. Este es el trabajo de Satanás; porque él sabe que la falta de perdón lleva a otros pecados más serios en contra de Dios Padre. Cuando no podéis perdonar a otros, en primer lugar, construís un resentimiento, el cual, cuando se incuba, conduce al odio e incluso al asesinato. En muchos casos puede conducir a la guerra.
Si las personas en todas partes se perdonaran unos a otros de buena gana, entonces el odio no existiría. El asesinato sería menos frecuente y el amor, el amor de Dios el Padre Eterno, se propagaría.
Aprended a perdonaros unos a otros. Dejen el orgullo a un lado y pidan Mi Misericordia. Porque cuando pidáis algo de acuerdo a Mi Santa Voluntad, se os concederá vuestra petición.
Vuestro amoroso Salvador
Rey de Misericordia, Jesucristo
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