Estamos en Guerra

Estamos en guerra. No es política, económica ni cultural. Es por tu alma… tú eres el campo de batalla. ¿Qué sabemos de los demonios y de dónde vienen? ¿Cuál es su propósito y cómo enfrentarlos?

Estamos en guerra.

No es política, económica ni cultural.

Es por tu alma… tú eres el campo de batalla.

¿Qué sabemos de los demonios y de dónde vienen?
¿Cuál es su propósito y cómo enfrentarlos?

Esto es lo que enseña la Iglesia católica.

Los demonios… ¿qué son realmente?

La enseñanza de la Iglesia es clara: los demonios son ángeles caídos, creados por Dios como seres buenos, pero que se rebelaron en un acto de orgullo

“Y se desató una batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón… Pero no prevaleció.” (Apocalipsis 12,7-8)

Aunque han perdido su lugar en el cielo, siguen siendo espíritus con poderes angelicales, pero ahora los usan para destruir.

Su caída.

Dios creó a los ángeles con libre albedrío y les reveló su plan divino:

La encarnación de Cristo (Juan 1,14) y la exaltación de su Madre, una criatura humana, como Reina del Cielo. (Apocalipsis 12:1)

Lucifer, el más brillante de los ángeles, no lo aceptó.

Su grito resonó en el cielo: ‘Non serviam’ (No serviré)

Orgullo y envidia lo consumieron.

No soportaba que Dios se hiciera hombre ni que una mujer, una criatura, fuera elevada sobre él.

Ese rechazo encendió una guerra cósmica.

Y el eco de su ‘Non serviam’ sigue resonando hasta hoy.

más detalles de esto, acá:

Jerarquía de ángeles y demonios.

Dios creó nueve coros de ángeles, cada uno con una función específica en el orden celestial:

• Serafines
• Querubines
• Tronos
• Dominaciones
• Virtudes
• Potestades
• Principados
• Arcángeles
• Ángeles

Tras la rebelión, los demonios conservaron sus rangos y naturaleza angelical, aunque corrompidos.

Incluso en su caída, mantienen una jerarquía con Lucifer, el Serafín al mando.

Los demonios no son caos puro; son un ejército estructurado, con rangos, poderes y propósitos definidos.

¿Qué hacen los demonios?

El objetivo de los demonios es claro: alejar a las almas de Dios y llevarlas a la perdición.

“Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar.” (1 Pedro 5,8)

Aunque están vencidos por Jesús, siguen siendo una amenaza, actuando principalmente de tres formas:

1. Tentación: la trampa inicial

Los demonios influyen en nuestra imaginación, deseos y emociones.

Su objetivo es presentarnos el pecado como algo atractivo, disfrazando el mal de bien.

2. Obsesión: el ataque mental

Atacan nuestra mente con ideas persistentes, confusión o pensamientos destructivos.

Es una forma de “bombardeo espiritual,” intentando debilitarnos psicológicamente y alejarnos de la oración y la confianza en Dios.

3. Posesión: la esclavitud extrema

En casos graves, los demonios toman control del cuerpo de una persona, pero nunca de su alma, porque esta pertenece a Dios.

La posesión no ocurre sin el consentimiento previo del individuo, ya sea por el pecado grave o por abrirse deliberadamente al mal (prácticas ocultas, espiritismo, “canalizaciones”, etc)

Los demonios, como ángeles caídos, son expertos en teología, con un conocimiento profundo de la historia de la salvación y las Escrituras.

Por eso han distorsionado verdades eternas para crear religiones falsas.

Sabían que el sacrificio es necesario para Dios, que una virgen daría a luz al Mesías.

Estos motivos religiosos aparecen en muchas religiones paganas. No son coincidencias, sino distorsiones de la verdad divina revelada.

En la antigüedad, los demonios se hacían pasar por “dioses” para desviar a los hombres del verdadero Dios:

Baal, Moloc, Odín y Huitzilopochtli exigían sacrificios humanos.

“El sacrificio de los paganos es ofrecido a los demonios, no a Dios.” (1 Corintios 10,20)

Hoy, su estrategia es más sutil pero igual de destructiva.

Operan desde el relativismo moral y la tentación de convertirnos en nuestro propio dios (New Age).

“Define tu verdad, vive sin límites, tú decides qué está bien o mal.”

Influyen en los hombres para rechazar la fe y la razón, abrazar el vicio y sacrificar a sus hijos (aborto) por recompensas temporales o en nombre del progreso.

Es una guerra contra la humanidad.

Cómo protegerte de los demonios.

La batalla espiritual es real, pero no estamos indefensos.

La Iglesia nos da armas eficaces para luchar:

• Estado de gracia: Confesión frecuente y comunión eucarística. El alma en gracia es terreno inaccesible para el enemigo.

• Oración diaria: El Padre Nuestro, Ave María y el Rosario son escudos poderosos contra las tentaciones.

• Evitar el pecado grave: El pecado abre puertas a la influencia demoníaca. Cerrar esas puertas es elegir la libertad en Cristo.

La comunión eucarística y la confesión frecuente no son meros rituales, son escudos de luz que el enemigo no puede penetrar.

La gracia santificante es el mayor tesoro contra las tinieblas.

Los demonios son unos expertos en teología y temen a Jesús porque saben que es Dios y en Él está la victoria definitiva sobre el mal:

“En el nombre de Jesús, toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos.” (Filipenses 2,10)

Y odian a María porque es una humana que, con su humildad, participa plenamente en el plan de salvación.

Es la “Mujer vestida de sol” (Apocalipsis 12,1), que aplasta la cabeza de la serpiente.

Es el “Nuevo Arca de la Alianza”, portadora de Cristo, la Palabra hecha carne.

San Luis María de Montfort escribió.

“Satanás tiembla ante María porque, siendo una criatura humana, su humildad aplasta su orgullo.”

El Rosario, dedicado a los misterios de Jesús y María, es un arma que el enemigo teme profundamente.

Cada Ave María es un golpe contra su soberbia.

La batalla ya está ganada

El mal existe, pero no tiene la última palabra.

Jesucristo ya venció en la cruz, y su resurrección confirmó la derrota de satanás y sus ángeles caídos.

Nuestra tarea no es luchar solos, sino permanecer en la gracia de Dios y usar las armas espirituales que nos ha dado:

La oración, los sacramentos y la fe viva.

San Pablo lo dijo claramente:

“Nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra los principados, potestades y fuerzas espirituales del mal.” (Efesios 6,12)

El camino no será fácil, pero con Cristo, la victoria está asegurada.

Él es la luz que disipa cualquier oscuridad.

Enrique Valtierra

@elcaminodelogos

Solo hay tres maneras para que se protejan del maligno

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

25 de septiembre, 2012 

Mi muy querida bienamada hija nunca debes caer en la complacencia y sentir que este trabajo, cuando parece que va bien, será un momento para escapar del azote del maligno. Él está furioso. Él picotea en cada tarea que emprendes, crea problemas y obstáculos que te dejan frustrada e impotente.

Muchísimas personas están ciegas ante el flagelo que el maligno inflige a la humanidad. Debido a que no pueden verlo, no creen que él existe. Aquellos que abren el camino hacia él por medio del pecado y lo permiten dentro de sus almas, encontrarán imposible deshacerse del terrible dolor y descontento que traerá a sus vidas.

Solo hay tres maneras para que se protejan del maligno:

La primera es el Sacramento de la Confesión que limpia su alma, si son sinceros en su remordimiento. Para los no-Católicos por favor, acepten el Don de la Indulgencia Plenaria en la Cruzada de Oración (24), dada al mundo a través de esta Misión.

La segunda manera es a través de la devoción diaria a Mi Madre, a la que se le ha dado el poder para aplastar a Satanás. Su Santo Rosario es un escudo importante, que cubrirá a ustedes y a su familia lejos del ojo del maligno.

La última es a través del Estado de Gracia, el cual pueden alcanzar mediante la comunicación regular Conmigo, al recibirme en la Sagrada Eucaristía.

Muchas personas que quieren escapar de las garras de Satanás, y quienes en sus corazones saben que han sido succionados en el remolino del mal, deben recurrir a Mí y pedirme que les ayude a través de esta Cruzada especial de Oración (78) Para salvarme del mal:

Oh Jesús protégeme del poder de Satanás. Llévame a Tu corazón, mientras que yo me libero de toda mi lealtad a él y a sus malos caminos. Te entrego mi voluntad y vengo ante Ti de rodillas con un corazón humilde y contrito. Dejo mi vida en Tus Santos Brazos. Sálvame del mal. Libérame y llévame a Tu refugio seguro de protección ahora y para siempre. Amén.”

Su Jesús

Leer más: https://www.elgranaviso-mensajes.com/news/a25-sep-2012/

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