
🧭 Formación Básica del Cristiano
Querido Ejército Remanente:
Hoy vamos a aprender a no ofender a Dios. En otras palabras, a ser felices. El camino ya nos lo enseñó Dios mismo. Repasémoslo:
Los 10 Mandamientos y el Pecado
CUARTO MANDAMIENTO

EL Cuarto Mandamiento es: Honra al padre y a la madre.
Este mandamiento comprende las obligaciones:
1º- De los hijos para con sus padres.
2º- De los padres para con sus hijos.
3º- De los inferiores para con sus superiores.
4º- De los superiores para con sus inferiores.
DEBERES DE LOS HIJOS PARA CON SUS PADRES
Los hijos deben a sus padres: amor, respeto, obediencia y asistencia.
Amor, porque a ellos, después de Dios, deben la existencia.
Respeto y obediencia, porque son sus superiores por naturaleza. La obediencia debe ser en lo que es lícito y justo, mientras están bajo la potestad de los padres y en el hogar doméstico. En la elección de estado los hijos no están obligados a obedecer a sus padres. La obligación de la obediencia cesa por varias causas, pero nunca cesa la obligación del amor y del respeto.
Asistencia espiritual y corporal, cuando y cuantas veces los padres la necesiten. Siempre.
DEBERES DE LOS PADRES PARA CON SUS HIJOS
Los padres deben a sus hijos: amor y educación corporal y espiritual. El amor debe ser interno, externo y bien ordenado.
EDUCACIÓN CORPORAL Los padres deben proteger la vida de los hijos. Pecan muy gravemente los que maliciosamente impiden la existencia de los hijos. Deben proporcionarles todo lo necesario para la vida, mientras los hijos no puedan hacerlo por sí mismos. Deben hacerles aprender un oficio o profesión para que puedan ganarse el sustento y ser útiles a la sociedad.
EDUCACIÓN ESPIRITUAL El fin de la educación corporal de los hijos es su felicidad temporal; el de la educación espiritual es su felicidad temporal y eterna. Por consiguiente, la educación espiritual es mucho más importante que la corporal. La educación espiritual consiste en dar a los hijos doctrina, corrección y ejemplo.
Doctrina – 1º Procurar que los hijos sean bautizados lo más pronto posible. 2º Enseñarles por sí o por otro la doctrina cristiana y procurar que la practiquen. 3º Confiarlos, en cuanto sea posible, a maestros que sean buenos cristianos. 4º Vigilarlos para que no se perviertan.
Corrección – Debe ser moderada y prudente.
Ejemplo – Nada persuade tanto a practicar el bien como el buen ejemplo. La Sagrada Familia (Jesús, María y José) es el modelo de la familia perfecta.
CRIADOS Y AMOS, MAESTROS Y DISCÍPULOS
Los criados deben a sus amos: reverencia, obediencia y fidelidad.
Los amos deben a sus criados: tratarlos bien, instruirlos, corregirlos y pagarles un salario justo.
Los maestros y preceptores hacen las veces de los padres en cuanto a la educación y enseñanza de sus discípulos. Los discípulos deben a sus maestros y preceptores: amor, reverencia y obediencia. Los maestros y preceptores deben a sus discípulos: amor, doctrina, corrección y ejemplo.
Se debe respetar y obedecer a las autoridades civil y eclesiástica en todo lo que ellas tienen derecho a mandar. Dios es quien da el derecho de mandar: los que tiene este derecho representan a Dios. Cuando obedecemos, debemos hacerlo con espíritu de fe, pensando que no obedecemos al hombre sino a Dios.
Nunca el superior puede mandar lo que Dios prohíbe; y si lo manda, nunca el súbdito debe obedecer, en cosas malas por su naturaleza. Primero se debe obedecer a Dios que a los hombres.
Fuente: Formación con Luis M
Efesios 6

1 Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque esto es lo justo,
2 ya que el primer mandamiento que contiene una promesa es este: Honra a tu padre y a tu madre,
3 para que seas feliz y tengas una larga vida en la tierra.
4 Padres, no irriten a sus hijos; al contrario, edúquenlos, corrigiéndolos y aconsejándolos, según el espíritu del Señor.
5 Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo;
6 no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios.
7 Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres,
8 teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre.
9 Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas.
10 Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder.
11 Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio.
12 Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio.
13 Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos.
14 Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza.
15 Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz.
16 Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno.
17 Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
18 Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos,
19 y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente el misterio del Evangelio,
20 del cual yo soy embajador en medio de mis cadenas. ¡Así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!
21 Tíquico, el querido hermano y fiel servidor en el Señor, los pondrá al corriente de cómo me encuentro y de lo que estoy haciendo.
22 Con este propósito, lo envié para que él les dé noticias nuestras y los conforte interiormente.
23 Llegue a todos los hermanos la paz, el amor y la fe, que proceden de Dios, el Padre, y el Señor Jesucristo.
24 La gracia permanezca con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor incorruptible.